Para que vamos a negarlo, vivir en Nava de Goliardos es una fuente
constante de estímulos. Hace días que las mimosas han florecido anunciando la
primavera. Pero sólo hoy han comenzado a soltar el embriagador perfume de sus
flores, que atrae y marea a una tiempo, llenando las narices del paseante que
instintivamente se despoja del abrigo y lo lleva bajo el brazo. Mimosas o tal
vez la variedad de acacias que tanto se les parecen. Habría que contar los
peristilos de las flores y oiga, no está uno para mancharse los dedos esta
tarde. La mimosa no es otra que el aromo de las canciones de Atahualpa, las
cantadas por Cafrune ya saben: …unos
aromos en flor… La mimosa resulta que es australiana. Quien lo iba a decir.
Los durillos parece que van más despacio, asoman las flores, pero todavía de un
color pardo, esperamos a verlas blancas dentro de poco. Quiso Lentini Spotti
invitarnos a una infusión de flores de durillo, pero no picamos. El durillo
tiene como todas las plantas muchos nombres, un poco a la manera de Nava de
Goliardos que es a veces Puebla de lo mismo. Nos gusta
que pueda llamarse laurentina, o laurentino (¡que adecuado para los tiempos que
corren!), durazno, laurel salvaje, laurel de los poetas. Hay otros nombre que nos gustan menos asi que no los mentamos. Pues yo tuve una perra
que se llamaba Laurentina mire usted. Calle hombre, no siga por ese camino.
Como Mimosa y Durillo se conoce también a cierta parejita de Nava, que
es escandalosa y se enciende con la primavera, a la sombra del durillo, al olor
de los aromos en flor.
Pregunta Tato si ya es tiempo de declarar inaugurada la temporada oficial
de musleo contemporáneo. La conclusión es que todavía es pronto, un poco de
paciencia. Tiene que haber días grandiosos, no hay que exaltarse tan pronto, al
primer atisbo, al primer gesto. Todo a su tiempo.
Que plaga. Tampoco estoy de acuerdo.
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