A nosotros nos gusta mucho dar de
palos.
Cambises
García Lardón, activista en paro.
Las manos de palos que se pierden, no
se pueden ya contar.
Alcides
Bergamota el Grande, conferenciante, agitador, polígrafo, eremita.
Del cartel anunciando una corrida de toros para el
30 de mayo de 1836:
“Sigue la prohibición de los encierros públicos, y
de que nadie arroje a la Plaza cosa alguna, ni baje a ella hasta muerto el
último Toro. Se prohíbe también sin distinción de clases, con inclusión de la
militar, el que pueda permanecer persona alguna entre barreras durante la
función. Asimismo se prohíbe el uso de chivatas, palos o garrotes, y sólo se
permitirán bastones de adorno. Las patrullas celadoras cuidarán de que tenga
efecto esta determinación, y los contraventores serán corregidos como
corresponde.”
Otro cartel anunciando un festejo en Madrid
–corrida de la Beneficencia- para el día diez de junio de 1888. Se anunciaron cuatro
espadas: Rafael Molina (Lagartijo), Manuel García (El Espartero), José del
Campo (Cara-Ancha), y Rafael Guerra (Guerrita), con toros del Duque de Veragua.
Puede leerse una advertencia legal semejante a la anterior:
“Se previene al público de orden de la Autoridad:
1º Que no se lidiará más número de toros que el anunciado.- 2º Que si algún
toro se inutilizase en la lidia no será reemplazado por otro.- 3º Que está
prohibido arrojar al redondel cualquier objeto que pueda perjudicar a los
lidiadores o interrumpir la lidia.- 4º Que se usarán banderillas de fuego para
los toros que no hayan tomado más de tres varas.- y 5º que nadie podrá estar
entre barreras sino los precisos operarios, ni bajar de los tendidos, hasta que
el último toro esté enganchado al tiro de mulas.”
Se ve que las costumbres se han suavizado y el
público aquietado un poco, pues no hay referencias ya a garrotes y otras armas
contundentes, con las que el público se tiraría al ruedo a lidiar por su cuenta
o se daría de palos a la primera ocasión. En cambio, lo que en el segundo aviso
trata de prevenirse es el lanzamiento de objetos perjudiciales. A falta de
poder propinar garrotazos, lanzamos lo que se tercie. Por ejemplo un botijo. Lo
que de uno a otro cartel no ha cambiado son los intentos por acceder al
callejón de la plaza (“entre barreras”), suponemos que al amparo de algún
conocido, de alguna “influencia”.
Como decíamos, las costumbres se han suavizado y
hasta llegar a hoy, mucho. Habrá que alegrarse por ello. Pero a veces uno
siente nostalgia. Hay tanto cursi en Las Ventas, tanta mula. ¡¡Que pena no
poder ya calentarle los riñones al vecino, manejando con saña de aficionado
apasionado un fuerte bastón!! ¡¡Unos bastonazos, sólo diez o doce, aunque sean
de bastón de adorno!! ¡Y esto en Las Ventas que todavía es un sitio dónde hay
criterio, dónde hierve la sangre, dónde hay raza, dónde no está todo perdido!
¡Si habláramos de fuera, garrote nudoso blandido a dos manos!
Tato
En el mundo hay personas que encuentran en el dolor, un profundo placer… Increíble, ¿Verdad? Si le gusta que le den con el garrote hágaselo ver.
ResponderEliminarEl masoca es masoca lo diga Agamenón o su porquero!
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