Habíamos cogido carrerilla mentalmente y, como suele pasar, al llegar
a la tecla, los entusiasmos se habían esfumado. Así que encenderemos una pipa.
Con eso, cuando pese al calor asoma el otoño, todo se arregla. O casi. Ya está.
Un humillo blanco, tenue, que tira a azul y una hebra de tabaco sobre el
teclado. El asunto de las cartas, eso era. Hemos recibido tantas, una verdadera
avalancha, todas con insultos y todas reclamando que Cepo vuelva a distribuirse
como solía, es decir, masivamente, como los tiempos que son masivos, hordas y
gordas. Ha habido hasta una pedrada, porque nos resistíamos a la presión,
porque nos hacíamos los remolones. Si señores, intentaron reventar con un canto
rodado una ventana de casa de Doroteo, en el silencio de la noche de Nava. Pero
los cristales de casa de Doroteo no son
cosa fácil de romper. El palacio tiene años pero el cristal es ultramoderno. Como
dice Calvino de Liposthey, que le sale la vena antiguo régimen, a prueba de
chusma. Oiga, ¿pero usted con que carga la pipa? Al día siguiente encontramos
la piedra. La envolvía un mensaje escueto: Help! ¡Psicológicamente desfondados!
El papel llevaba el membrete de la Fundación Tato para Varones Desahuciados.
Esto ha sido decisivo.
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SI QUIERE ECHAR SU CUARTO A ESPADAS, YA SABE AQUÍ. CONVIENE QUE MIENTRAS ESCRIBA ESTÉ USTED FUMANDO, CIGARRO O INCLUSO PIPA.