Una de las cosas más pesadas (pesadas que no duras) de todo este proceso electoral que acaba de concluir es que nos tocará, ahora, soportar los sesudos análisis de muchos, al estilo de “España es un país de izquierdas”. Puede que incluso más resumidas y destiladas aún: “Es que este país es de izquierdas”. A estos analistas sesudos nos gustaría primero patearles las narices y luego, pedirles con educación que antes de salir de casa a contar teorías, además de vestirse se pusieran el cerebro de nuevo, si lo encuentran en el baúl de los trastos viejos.
Pero dónde las cosas dejarán de ser pesadas y empezarán a ser duras e incluso terribles, será cuando el profundo razonamiento al que acabamos de referirnos se lo vayamos oyendo o notando (les cuesta sacudirse la abulia verbal) al partido que nos gobierna. Dirán sus expertos y gurús, dirá el lector de marca, que el fracaso electoral se debe a que se les percibe como de derechas, que hay que ser más centrados, más amigos del progreso, más de izquierda que es lo que quiere la gente. En definitiva, que hay que disimular más, despojarse ya enteramente de sí mismo, abdicar más aún de las cuatro ideas que pudieran quedar y neutralizarse por completo, ser, más aún, NADA. Quienes esto dicen, porque es obvio que más que futuro es una actitud ya del presente, olvidan, porque son estúpidos y carecen de formación alguna fuera de los temas que cantaron para la oposición (fundamentalmente de carácter técnico jurídico), que hace apenas dos años, un programa muy concreto, del que luego se han desdicho sin cumplir ni una coma, les valía una mayoría absoluta aplastante, arrolladora, que han malgastado, despilfarrado, de la que se han reído y burlado, y que ahora se les va como arena entre los dedos. Como el PSOE al hacerse nacionalista ve como los radicales prefieren al nacionalista original y sus electores de siempre salen corriendo, el PP tendrá que darse cuenta de que para votar progre, para votar ruina y para votar “caenas” hay otras opciones mucho mejores, las originales, las radicales ab initio y sin tapujos. Mientras la izquierda radical antisistema se moviliza a lomos de un populismo que se ha demostrado ya capaz de arruinar sociedades prósperas en cualquier continente, muchos, muchísimos de los de aquella mayoría de hace dos años ayer se quedaron en casa. Se quedaron en casa o votaron otras opciones sin que la pequeña alternativa de derecha liberal surgida hace apenas cuatro meses -Vox- pudiera captar ese voto en cuantía suficiente. En tres meses, sin apoyo económico, con ninguneo en los medios y una campaña hecha a trancas y barrancas, haberse quedado a unos pocos miles de votos del escaño no es un completo fracaso, aunque sea una decepción muy grande. Por cierto, los sesudos analistas dirán que no hay que dividir a la derecha, añadiendo que la derecha, hoy, no puede dividirse porque primero tendría que existir...
Pero no nos perdamos analizando los azares de esta pequeña candidatura. Demos todos de una vez un paso adelante para conseguir que se movilicen las opciones que son propias de una sociedad abierta, hoy pasmosamente desactivadas por la portentosa mediocridad de la actual dirección del partido popular, y conseguir detener la pesadilla que se está formando en el horizonte, mezcla de una ola de populismo de ultraizquierda (Podemos, Izquierda Unida) y de las embestidas de nacionalismo y terrorismo por la otra. No solo Esquerra y CIU, sino el brazo político del terrorismo. Ya advirtió José Alcaraz cuando se supo que el Gobierno del PP acataría feliz la sentencia “Dolores del Río”, mientras hipócritamente se abrazaba a las víctimas, que pronto tendría la ETA un diputado en el parlamento europeo. No ha tardado en cumplirse el vaticinio. Estamos llegando a una situación en que si los indiferentes a la política no se deciden a dar el pequeño paso que todos podemos dar (votar, apoyar un partido, pegar un cartel, prestar un servicio, acudir a una manifestación, etc.) se verán pronto arrollados junto con los demás, y habrá entonces el ya famoso llanto y crujir de dientes. En fin, que no pretendemos ser apocalípticos sino prácticos. Si el PP no va a reaccionar, busquen la opción civilizada a la que poder apoyar, porque el horizonte se ha llenado de las que no lo son, civilizadas. Los que creemos que la libertad debe ser el eje general (no único) en torno al cual debe construirse la sociedad esperamos que la opción de derecha liberal a la que hemos aludido pueda consolidarse a corto plazo, por si misma o en unión de otras opciones. Bueno, hasta aquí, que esto ya harta. Ahora vamos a bajar del estrado, y liarnos a palos.
A. B. El Grande
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