Consulta de Magda Friegdebold. Querido Herr Docktor Gottigen. ¡Cómo me gusta España! Pero requiero de su asesoramiento pues no acabo de encontrar el punto justo para tratar marrridos españoles y ellos kaputt, se me mueren, espichan. La primera parte de la frase anterior la escribe para mí, mi amiga española Toñi, moderna y concejala de distrito. Lleva los pantalones en casa. Es mujer española moderna y elegante. En inglés Highly Sophisticated, como toda su familia, los Mantecado Torta. Verrá usted. Yo casé primero en Germania, mi patria. Marido teutón manda mucho, enfada si birra caliente y golpea duro. Yo soy grande, una gran teutona de gruesa trenza y tobillos como menudillos de mula artillera y tengo mucha, mucha fuerza, gran Tudesca. Pero marido teutón más fuerza y carácter demonio. Me puede. Me aparto. Das divorcien. Y dice mi amiga de Torremolinos, venga a Spanien, tierra de maridos fáciles y sumisos. Búscate un Pepe me dice. Un Pepe guilipollias, o así. ¡Mein Gott! Hago maletas y verano en islas y levante me procuran marido. Gran mini bikinazo, como dice Toñi. Pepe Paraíso. Paga todo, friega, barre, guisa cocina. No hijos pero yo obligo a cuidar de muñeco (pone pañales y pasea y da viverón a tres de la mañana) para preparar el caso y perfeccionar sumisión estricta. Prohíbo ver amigos y de vez en cuando, cuando mí bebe mucha birra, le suelto bofetón si no bien fría. Pero vienen problemas. Como con las plantas, marido español-birra palidece, desmejora y se apaga. Finalmente Pepe muerto. Quiero pescar segundo Pepe para seguir viviendo como ¡¡Mein Gott!!, pero temo estropear de nuevo género. Aconseje herr doktor, aconseje a una germana desamparada, como manejar situazzión.
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