Doroteo no tiene desperdicio y nos echa una mano en
tiempo de crisis. Vaya por delante que Doroteo es frívolo. Asegura que no es tan difícil hacer compatible la economía
familiar con el convite a los amigos. Basta con trabajar una sola vez y que, en
distintos momentos y por separado, convidados y crianças compartan una misma y
soberbia cocina, en momentos distintos y consecutivos en el tiempo. Empieza el
convidado y continúa la familia, al día siguiente si es una cena, o durante la
cena si el convite ha reunido a la tropilla amistosa a la hora de comer. Antes
de continuar hay que advertir que toda la explicación se sostiene si contamos
con gente normal en ambos casos: ni los amigos pueden ser una colección de
gargantúas, trabucaires o trotapáramos hambrientos, ni la familia puede ser un
remedo de la plaga de langostas bíblica.
En primer lugar se cocina, después de haber hecho la
compra en los mejores proveedores. No invitamos a nadie con ánimo doloso, para
servirle algo intencionadamente mal preparado, con ingredientes de desecho de
tienta. Tampoco servimos cenas separadas, una pésima para el convidado incauto,
otra mejor para el anfitrión amparado en el seguimiento a rajatabla de un
oscuro régimen de limpieza de sangre. Todos cenaremos lo mismo y por lo tanto
nuestro ánimo es cenar bien.
Una vez preparadas las suculencias, todo está en trabajar
un poco al invitado antes de sentarle a cenar. El trabajo dependerá en gran
medida de las características de los invitados. En cualquier caso, siempre es
una buena entrada lanzar un comentario sobre la obesidad en el mundo. Para que
no parezca muy obvio, puede uno inventar la lectura de una novela
norteamericana hiperrealista, en la que el protagonista es un paquidermo
comedor compulsivo que acaba convertido en asesino en masa por un altercado en
una cadena de comida rápida. Inventar un jefe cruel y malvado, y asegurar que
su desquiciamiento se debe sin duda a que es un gordo bestial también sirve.
Finalmente, después de un ejercicio de diversión tocando otros asuntos, al
pasar al comedor se puede soltar el chiste de ese que era tan gordo que caía de
la cama por los dos lados a la vez…
La omnipresencia de la palabra gordo y sus sinónimos es
esencial: rechoncho, obeso, tragoncete, bocoy, trullo, ballena, gordinflón,
mofletudo, orondo, rey de la sotabarba, siete papos, barril, odre, tonel,
barrica, rollizo, cebón, etc. Si el trabajo se ha hecho con acierto y delicadeza,
para que no abrume ni resulte demasiado obvio, el convidado aprecia las
exquisiteces servidas, pero lo hace con moderación…
Y aquí vienen las variantes: si el convite es para gente
educada y fina, se podrá completar la estrategia con alusiones delicadas a la
tradicional austeridad española. Sin pasarse. Aludir con imprudencia al siglo
de oro, citando por ejemplo el hambre que pasa el Buscón cuando está de pupilo
con el Domine Cabra puede provocar una reacción indeseada y que toda la cena
sea engullida con alegría excesiva, como para saciar un hambre de siglos. Lo
anterior no tendrá ningún efecto si el convidado es, digamos, moderno. No sabrá
nada de España y pensará que el tal Domine es un local de moda, de comida
experimental. Por el contrario, forzándose el anfitrión un poco a si mismo,
podrá atacar por la vía de la salud. La omnipresente salud. Lo que para el otro
convidado puede resultar una táctica grosera, pues sigue convencido de que
ciertos temas no se tratan “à table”, el moderno suele ser en cambio aficionado
a comentar sus operaciones, las proyecta en vídeo cuando tiene ocasión y
comenta con el mayor desparpajo toda suerte de complicados regímenes. Se le
podrá dar un poco de cera dejando caer expresiones como colesterol, grasa, vientre
fláccido (o plano), calorías, cuidarse, etc. que completarán a la perfección
toda la batería reseñada hace unas líneas. Muy eficaz también, si el dropping
es verdaderamente inevitable, utilizar a profusión la expresión “es un pez
GORDO[1]”.
La pitanza de los polluelos al día siguiente queda garantizada.
[1] Me apresuro a parar los golpes de
la irascible crítica feminista. Ellas también son importantes, también pueden
ser citadas como parte del horrible “dropping”. Apostillemos entonces diciendo
que son personas, ellas, de MUCHO PESO en la organización, por ejemplo. Todos
contentos (y todas) o no.
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