Lo
que son las cosas. Casi sin quererlo, después de una aburrida gestión para la que nos ayuda la señorita del banco vestida como si trabajara en otro tipo de
casa, entramos en un bar. Quiero decir que entramos en un bar de verdad,
castizón, de esos en los que toda la barra es una tertulia y que permiten
hacerse una idea, cierta idea al menos, de lo que piensa la gente. Al entrar le
cedemos el paso al repartidor de barriles que va armando con la carretilla esa
de hierro para moverlos. Cualquiera se cruza. Me da las gracias de todas formas
y el camarerillo que le acompaña se rechifla explicando que como el hombre es
cojo por tener una pierna más corta se agradece doblemente el gesto. No hemos
entrado y ya empieza el fraseo más genuino. Es uno de esos bares bien puestos
que siempre alegran al compañero Bergamota. Por todas partes motivos marineros,
grabados, conchas marinas, pero sin agobiar, con orden. Detalles que se
agradecen con estos treinta grados de calor mesetario. Y además, de piratas
andamos rodeados, así que, al fin y al cabo, el mar no nos pilla tan lejos.
Esto lo dice siempre Alcides. Que le gusta el mar, pero que hay mucho
filibustero y que a el, con cerrar los ojos un día de viento cerca de un corro
de árboles, le parece que ha pasado la tarde en la playa saltando olas. Cosas
de la austeridad. Tato va más allá, y dice que cuando le llevan a la playa
(porque ir el, no va) echa de menos los tábanos y le da como una nostalgia de
zumbidos. Cosas de cada cual. Son una pareja paradójica pues lo que más les
gusta decir cuando se explayan ante algún paisaje del interior, de esos
abierto, claro y grandioso, es que les recuerda al mar. En fin.
Decíamos
del bar. Uno en su desconocimiento tiende a pensar que van quedando menos como
este. Los churros están al aire y el vaso de caña en el que sirven el café es
de grueso cristal que ha perdido hace mucho la transparencia. Al fondo por una
puerta abierta se ve una gigantesca estantería metálica llena de botellas del
mismo brandy, Soberano, o Veterano. Sólo le falta la nube de humo que daba
tanto ambiente. Es uno de esos sitios que, dentro de un orden, ponen a trabajar
el sistema inmunológico, tan maltrecho y adocenado en estos tiempos de excesiva
higiene y obsesión por la salud. Tiempos de culto a la materia, en que,
paradójicamente de nuevo, no ha sido nunca la gente tan fea. El espectáculo del
verano tiende a estremecer y el paseo por una playa llega a asustar. No
hablemos de pies. En la barra charla un grupo que se conoce. Llego justo a
tiempo para participar de oyente en los comentarios sobre la chica que sale en
la contraportada del periódico deportivo As. Se le aplican toda clase de
calificativos refinados entre rugidos y risotadas. Un poco asustado pienso en
recular y salir por la puerta, pero la cosa se calma justo cuando me sirven el
café. Siguen bromazos al estornudo del camarero: ¿Qué? ¿Hace frío en los calabozos del Juzgado? ¡Habrá dormido con el
culo al aire! ¡Con eso no, con lo otro! ¡Con la chisma al aire! Pues eso,
parece que por la chisma se enfría uno también. Ustedes sabrán perdonar estas
consideraciones un poco pedestres. A mi izquierda se están ventilando un
anisazo en copilla de balón. En la enorme televisión que tenemos a un lado, al
extremo de la barra, crisis, crisis y más crisis alrededor de Bankia. Los
comentarios y el desencanto que reflejan son inenarrables: ¡Mira como tragan! Mira y ponte tú a ver si te llevas los millones… No
sé contar… Pa estar ahí y trincar no hace falta, a ver si te crees que saben
ellos… Algo sabrán digo yo… Pues no se nota. La televisión es de plasma
extraplana, claro. Al final no lo resisto y meto baza diciendo que todo eso lo
vamos a pagar nosotros. El del anís sigue mudo pero ahora me mira la corbata. Creo
que porque la tela está un poco pasada. El de más allá entabla conversación y
así me entero de que está en paro y de lo que opina del INEM. Uno entraba
divertido en el bar pero sale un poco trasquilado. A la salida, la calle
tranquila y el olor de un enorme macizo de rosas blancas puestas por el
ayuntamiento.
TE vamos a dar en los leños, ti vas a tragar to lo qias dicho.
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