Conviene precisar que no es lo mismo el puro apretado que el puro que no tira. El primero se puede fumar, lo único que pasa es que al torcedor se le ha ido un poco la mano y le ha puesto más empeño del necesario. En cambio el segundo, el cigarro que no tira, es otra cosa. Doroteo, que es quien me comenta esto que ahora dejo aquí apuntado, lo llama el cigarro paradójico. Porque el tiro del cigarro, que es elemento esencial para el buen fumar, se define como la resistencia a la succión. Es precisamente el cigarro que mucho resiste, el que no se puede fumar. Es cigarro con mala baba, que marca la calavera y hace enrojecer al fumador. No hay que perder un momento con él. A la calle, se tira entero a las llamas de la chimenea, sin piedad, y se enciende otro, aparentando como que no ha pasado nada. En cambio, al puro apretado sólo hay que mimarlo, prestarle atención, dedicarse a él con un poco mas de paciencia y habilidad, más lentamente. Y entonces se deja fumar. Aquí Doroteo mete, en lugar de eso tan correcto de “se deja fumar”, aquello del elefante y la hormiga…Pero en fin, no sabemos si es comparación apropiada, salvo por lo de la paciencia, y no hemos querido transcribirla de manera exacta, con toda su crudeza. Ya hablaremos de Doroteo otro día.
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SI QUIERE ECHAR SU CUARTO A ESPADAS, YA SABE AQUÍ. CONVIENE QUE MIENTRAS ESCRIBA ESTÉ USTED FUMANDO, CIGARRO O INCLUSO PIPA.