sábado, 4 de abril de 2020

La tertulia y el cigarro habano.


Historia de una tertulia de Antonio Díaz-Cañabate, es un estupendo libro, pero lo será sólo para quien no le haga mohines a la fiesta de los toros, al tabaco y por supuesto a la tertulia. La tertulia no es sólo charlar, es hacerlo juntos, todos a una. Así lo explica el autor recordando que una noche se trasladaron del café habitual a casa de Edgar Neville que les había invitado a cenar: “En el salón de Neville, decorado con dos admirables Solanas, la tertulia acampó. Nada de los grupitos que suelen formarse en estos casos, generalmente, a un lado las señoras y a otro los caballeros. No: se hizo la tertulia. Gran corro.”


Y añade el autor, algo que al cepogordista, a la tropa de Nava de Goliardos, a los redactores de la Voz de Nava, al patronato de la Fundación Tato para Varones Desahuciados, les ha llegado al alma. Es lo siguiente:

“Se hizo la tertulia y se encendieron los puros, que son como las luminarias que alumbran la fiesta inefable, sin las cuales parece que no se puede hablar. Una tertulia sin puros es una reunión de hombres tristes, que suspiran de vez en cuando”. (pág. 204 de la edición de la editorial Renacimiento del 2019).

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SI QUIERE ECHAR SU CUARTO A ESPADAS, YA SABE AQUÍ. CONVIENE QUE MIENTRAS ESCRIBA ESTÉ USTED FUMANDO, CIGARRO O INCLUSO PIPA.