Título: Pozuelismo I.
Observen
la calle muerta, y las casitas que se extienden hasta tocar la sierra, colmena de
infinitos ocupantes. Al fondo la montaña, sin una mancha de nieve, como en
verano. Es una promesa de naturaleza que nunca se alcanzará: casitas, asfalto,
vehículos, protestantismo anglosajón, americanismo por doquier.
Pues no sé qué decirle, estimado Alcides, porque mi Ajuntamiento progresista (reunión de jóvenes con formacion de cursillos feministas e inquietudes redentoras planetarias y adultos afanadores casi profesionales de sueldo y subvención con cargo se diría que vitalicio) mucho de filoamericano no tiene, o eso creen ellos. Claro que entiendo esa perspectiva de suburbio (en sentido anglosajón) que Vd. describe con tino, pero, ay, ¡es que toda la progresía socialista-comunista de este pueblo vive en una calle idéntica! Queda uno hecho un lío en lo estético y con un nudo en las entendederas arquitectónico-ideológicas: los que vienen a destruir el pueblo (o eso gritan) para convertirlo en una ensoñación agropecuaria viven, duermen e incluso se lavan los dientes o besas a sus novias en el coche en barriadas que bien podría haber construido Donald Trump. U Obama, pero el pobre, aparte de soportar la árabe sonoridad de su nombre a la que debe la mitad de sus votos bastante tiene con cuidarse en su retiro dorado, que la vejez nos llega a todos. Y al fin y al cabo, esas líneas de edificios construidos por sus patrocinadores en las playas de Florida… me estoy despistando.
ResponderEliminarComo digo, el lío es demasiado para mí. Me quedo con el recuerdo de mi casita en el bosque, que no era mía sino de mis jefes y que en realidad estaba en el lindero. Ahí se estaba muy fresquito y solitario; el único paisaje era un manzano y un granero, y la única ideología era la de los osos que querían comernos.
Con afecto,
José Antonio Martínez Climent
Muchas gracias por su comentario José Antonio. Coincido con la confusión que describe, y que para no perder el rumbo no queda otra que mirar a la infancia si la tuvimos con algún asidero. Creo que el poeta García Pote ha querido insistir sobre algo que resulta cada vez más evidente: la ya abrumadora americanización de nuestra sociedad, aunque lo haga de manera un poco abrupta o parcial. Parecía hasta hace poco que resistíamos parapetados detrás de un cierto espíritu castizo actualizado a la manera postmoderna, estilo Amanece que no es poco, la famosa película de Cuerda. Pero han caído las máscaras y el otro día oí a un niño decir que “hay más gente que ardillas en Central Park”. En fin, así están las cosas y desde luego no carecen de interés. Reciba un cordial saludo de A. Bergamota.
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