Un autor ánimo
escribe un texto llamado A Diogneto. Lo escribe en Alejandría entre los años
190 y 210 de nuestra era. Dos citas: “Los cristianos no son en nada distintos a
los demás hombres, (…) no viven en ciudades aparte y se ciñen a los usos
locales, pero también siguen las leyes extraordinarias de su república
espiritual”. “El alma habita en el cuerpo, pero no es del cuerpo, y así los
cristianos habitan en el mundo pero no son del mundo”.
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Acertado, el cuerpo es la prisión del alma: " El alma habita en el cuerpo, pero no es del cuerpo".
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