miércoles, 5 de junio de 2019

La ciudad salchicha.


Corría Tato a toda velocidad en su bólido. Estas escapadas para tratar las burocracias de la FTPVD eran ocasión para tomarse libertades que en el pequeño mundo de Nava tenía más restringidas. La condesa y Bergamota, e incluso Doroteo, se comportaban con total desenvoltura en el pueblo. Tato se sentía más sujeto. Presidente y director de la Fundación, comprenda usted. No es que ellos escandalizaran, no, pero tanto Jazz, tanto concierto, tantas conferencias, tanto lío. ¡Tanta opinión! A él, en casa, le costaba más significarse. Salvo que le pincharan mucho o arremetieran contra la Fundación y sus protegidos.
Con la ventanilla bajada y a toda velocidad se acercaba al lugar dónde habían quedado. Un descapotable hubiera estado mejor. Esto se recalienta por momentos y el aire acondicionado me sienta mal. Al enchufarlo exhala un tufo como a humedad de sepulcro. Se puso música. No cualquier música, un brutal tachún tachún, el Nava-remix, con el que atronaba a los coches que adelantaba.
¿Qué si sacaba la lengua al conducir? Por supuesto que no. Sujetaba con la comisura de los labios una noble pipa de brezo, encendida claro, y llevaba las manos enfundadas en unos guantes de conducir de cabritilla. Conducía tan poco a menudo que había que dar solemnidad a la ocasión y vestirse. Gorra visera, si, por supuesto. Claro. Latía todo su ser al ritmo de la velocidad y del musicón, como sincronizado con el tiempo, con la agitadísima primavera. Los efectos de luz producidos por las nubes jugando con el sol daban al paisaje anodino por el que circulaba unos aires de espléndida grandeza. La cazoleta de la pipa ardía intranquila, al ritmo sincopado del Nava-mix.

Está cerca de la primera rotonda, nada más salir al llegar, no tiene pérdida. Le había dado ya dos vueltas, mirando con atención y empezaba a acordarse del cretino que le había dado las explicaciones. Fachada de ladrillo y una puerta de cristal. ¡Pero si no había otra cosa! Inmuebles nuevos, todos iguales. Los había en toda la sierra y en el ensanche más reciente de Madrid. Fotocopiadora, papelería, espacio de juegos gaming, un chino, una gestoría, Bermúdez de Vellón asesores, frutas y verduras, local vacío, local vacío, estudio de arquitectos, cerrado, máquinas cortacésped, material para piscinas, con clínica estética Rachel Morera no envejecerás y fotografías que hubieran hecho enrojecer al personal no hace tanto; inmobiliaria, vendemos tu piso. Y de repente otra rotonda. Al otro lado de la calle, un anchísimo bulevar con mucho tráfico, edificios similares, con escaparates del estilo.
Intentó cruzar pero la vegetación del bulevar lo impedía y tuvo que llegar hasta el paso de cebra. Al llegar a la acera ni un alma. Muchos escaparates cerrados. Colchones Cebrían, la tienda ecológica, se traspasa, bar, tapicería Márquez, local vacío, local vacío, farmacia, bar, zapatería en liquidación, taberna moderna, local vacío, material de oficina, estudio de grabación Music Sound. Miró para atrás. Sin darse cuenta había andado como dos kilómetros. Retrocedió al trote.
- Oiga perdone, ¿la primera rotonda es esta?
- Pues hombre, dependerá de por dónde entre usted al pueblo. Hay quince rotondas en fila, como los eslabones de una cadena.
- Ya, claro – replicó sosegado mientras por dentro subía la ira por momentos.
- ¿Sabe cómo llamo yo a esto?
- Pues no la verdad.
- Yo a esto lo llamo la ciudad salchicha. Ni plaza mayor, ni iglesia, ni orden ni nada.
- Así están las cosas. ¿Y por qué salchicha y no cadena? ¿Por qué no la ciudad cadena? Como dice que las rotondas son como cadenas…
- Lo digo porque son lo único duro y macizo las rotondas. Pero el resto es blando, la ciudad blanda, la ciudad salchicha. Parece que tiene consistencia pero si aprietas no hay nada. Esto está lleno de degenerados contemporáneos.
- Bueno oiga, yo si quiero le dejo unas tarjetas de la FTPVD.
- ¿Y eso que es? ¿Es usted policía?
- No hombre, la Fundación Tato para Varones Desahuciados. Soy el presidente. Como dice que hay tanto degenerado, debe haber mucho medio hombre llorón y amariconado…
- Eso digo yo. Gracias. Le dejo que sigo con el paseo.
Tato subió al coche, renunció otra vez al aire acondicionado, imaginó que conducía un descapotable y abandonando el eslabón de la gigantesca ristra en el que había aparcado, se alejó de la ciudad salchicha renunciando a cualquier pesquisa.

11 comentarios:

  1. Estás desbarrando, tomate tos pastillas y déjate de salchichas.

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  2. ¡Tufo pero tufo...que llega hasta lo alto!. El mayor tufo la hipocresía...¡que rebujo!, ¡que flora y fauna!...así algunos del pueblo no les gusta asomarse a un espejo...ya cambiaron su fisonomía...no prefieren la claridad porque se ven en lo que se han convertido...eso sí Tato contentito en su coche y punto.

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  3. ¡Con tantas rotondas no habrá quedado mareado Tato!

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  4. ¡Que viva Tato Presidente!, eso sí por favor, esperemos que Tato esté a la altura de esa Presidencia, que al menos hable alguna vez algo interesante, porque no se comprende tantos altos requisitos para ser Presidente y luego no sepan ni hablar.

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  5. ¡Tato después de llevarse casi dos horas peinándose!, que si raya a un lado, que si no me queda bien a este otro, peine adelante y atrás, cuando todo queda bien peinadito...decide coger su bólido y cabello al viento...menos mal que no es una peluca lo que lleva y si su propio cabello, está claro que marca tendencia Tato...estilo Tato de peinado. Y no pretendan Ustedes copiar este estilo...por favor.

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  6. ¡Para que vean Ustedes que la elegancia no se compra!.

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  7. ¡Tato es muy atracativo!,¡ ay disculpen quería decir atractivo!.

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  8. Jeje: " Retrocedió al trote". Espero que no me sea censurado el comentario.

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  9. Unos comentarios muy pesados y que nada aportan. Todo esto es prescindible y contingente.

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    1. ¡Nunca se sabe si lo prescindible se vuelva imprescindible!, como se pueden cambiar el contenido de las asignaturas...

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