¿Qué
es son los toros, que es torear? Vaya por delante que pese a que la pregunta
anterior coincide en parte con el famoso título de la tauromaquia de don Gregorio, nuestro propósito con estas
líneas es mucho más modesto que atreverse a contestar todo lo que la pregunta
puede abarcar.
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Toro de José Escolar |
Al hilo de la tarde de ayer en Las Ventas, con la corrida de
Adolfo, cuatro ideas. Para el que esto escribe, torear viene a ser resolver
dificultades. Las dificultades que plantea el toro. Por eso, en rigor, si no
hay dificultades, el toreo se diluye, se hace rutinario, monótono, igual, y
pese a que el peligro sigue ahí, se acerca a otros espectáculos con los que no
debería tener nada que ver. Las dificultades las plantea el toro. Así debe ser.
Si vienen por la impericia del torero ante el toro sencillo, damos un paso más
hacia el fin de la fiesta, desde dentro, por consunción, sin necesidad de
enemigos exteriores. Y si para que haya toreo tiene que haber dificultades que
resolver, el toreo tendrá que hacerse con el toro capaz, por su comportamiento,
de plantearlas. Nuevamente lo ya dicho: con el toro automático, el toreo se
diluye.
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Toro de Victorino Martín |
El
toro planteará dificultades por bravura, por mansedumbre, por fiereza, por
casta, por genio, por raza, por sentido, por fuerza, por debilidad, por poder,
por rajao, por enterarse más o menos,
por su comportamiento cambiante o por las distintas combinaciones que de todo
lo anterior puedan darse. Y además por lo que se le haga, por la lidia. La
lidia mal hecha aumentará las dificultades, la lidia bien hecha será decisiva
para encauzarlas, limitarlas e incluso resolverlas. Torear es por tanto, en
primer lugar, dar la solución técnica a los problemas que pueda plantear el
toro, y mayor interés tendrá esto cuanto más variado sea el comportamiento del
toro. A comportamiento variado, problemas diferentes y soluciones distintas. Es
decir variedad en el toreo. Con la variedad de comportamientos la tarde escapa
de la monotonía. El ganadero trae seis toros de la misma camada, pero cada uno tendrá
un comportamiento propio. Si es un requisito de buen ganadero que la corrida
esté bien presentada, es decir que exteriormente los toros se parezcan, que
haya coherencia entre el físico de cada uno, en cambio no es exigible que el
comportamiento sea el mismo. Por nuestra experiencia, esa igualdad de comportamiento
suele conseguirse únicamente a la baja, descafeinando. En presencia de casta,
de raza, suele mantenerse la variedad. Suele ser excepcional que los seis
tengan el mismo genio, la misma casta, la misma bravura, el mismo poder, aunque
puedan parecerse. En cambio es más fácil, igualando por abajo, descafeinando,
que los seis se caigan, que los seis se dejen pegar en el caballo sin presentar
batalla, que los seis acudan a la muleta de forma más o menos pastueña.
Ante
la variedad, elegir el recurso técnico adecuado es un reto para el torero.
Exige que el torero conozca el ganado, que sepa ver el toro y entender su
comportamiento. Exige por otra parte que conozca los recursos técnicos de que
puede disponer. Y exige que aplique correctamente a una dificultad bien
diagnosticada –en pocos minutos- un recurso técnico bien elegido.
Volviendo
a la tarde de ayer: con la muleta retrasada a la altura de la cadera, será
difícil embarcar el viaje de un Albaserrada, toro rápido, que se entera pronto
y ve mucho. El torero se dejará ver y las dificultades aumentarán. La muleta
por delante, baja, barriendo la arena, tapando la cara del toro permitirá tirar
de el con mayores garantías aprovechando lo mucho que suele humillar este
encaste. Para eso habrá que colocarse en unos terrenos muy comprometidos dónde
no se debe dudar. Esta es la teoría. Luego habrá que ver. Si una vez encontrada la solución
técnica ésta se ejecuta según los cánones y además con una estética, unas
formas, unos aires, una torería, pues entonces se producen, primero, esos
silencios de Las Ventas que son únicos y luego, esa reacción del público como
si las veinte mil voces fueran una. El que diga que torear es fácil miente como
un bellaco y falta al respeto que se merece todo aquél que se enfrenta a un
toro, más por supuesto si se enfrenta, como ayer, al toro variado, por llamarlo
así, que si limita sus apariciones a medirse con el triste toro automático, el
toro del telemando, por entendernos y sin ánimo de chanzas.
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Toro de Adolfo Martín,
lidiado el jueves. |
Por
lo dicho anteriormente se entenderá sin dificultad que quien se acerca a la
plaza a ver triunfar a su ídolo, como un forofo del fútbol; quien viene a la
plaza a ver todas las tardes cincuenta muletazos dados como quien hace
ejercicios de estiramiento; quien explica lo que sucede con lo de “este toro no
sirve”, “con ese ganado no ha podido estar a gusto”; esa persona viene a ver un
espectáculo completamente distinto a lo que nosotros entendemos que son los
toros. Es un espectador que viene a ver
todas las tardes la misma faena. Y que a menudo se aburre. También nosotros a
veces, con el previsible toro automático que
va y viene, milagro de la selección genética, como un autómata, como un
juguete mecánico, acabando con lo imprevisible, con la sorpresa, con la
grandeza del espectáculo. No quiere decirse que no se pueda seguir a un torero
ni entusiasmarse con sus actuaciones. Pero ese entusiasmo tendrá sentido si es
proporcional a la capacidad del torero para resolver una variedad de
dificultades, en primer lugar, de poder a todos los toros, y luego de emplear
esa técnica sin que se note, construyendo en el momento una faena completa,
hilada, dotada de sentido, según los cánones, con el conocimiento y la sencillez
de la obra bien hecha, que será a veces superior, cuando se junten toda esa variedad
de elementos que pueden hacer de una tarde de toros algo único.
Hasta aquí. Se hace lo que se puede oiga. Y seguro que el amigo Pulardo me canta las cuarenta.
Para el Heraldo de Nava,
Genaro García Mingo.
¡Magnífico post!. Cuando parece que hay variedad y e todo lo mismo, diferentes técnicas que son una misma técnica, lo que ocurre es que cuando llega la última gota que desborda la copa...ya no hay más técnicas: " cuando se junten toda esa variedad de elementos que pueden hacer de una tarde de toros algo único.". Señor Pulardo no le cante las cuarenta.
ResponderEliminarNos encontramos con que ayer, Antonio Ferrera, en sus dos toros, lidiados en Las Ventas,vino confirmar con un ejemplo práctico, llevado al extremo de la torería más emocionante, sobre todo en su segundo, lo que modestamente escribíamos arriba, con todas nuestras limitaciones. Y lo logro incluso con el pobre ganado que se lidió. En fin. Lo que vimos fue extraordinario.
ResponderEliminarNo se olviden que hasta el rabo todo es toro!!!.
ResponderEliminarSin toreros no hay toros. Quien percibe y resuelve las dificultades? Ambos se necesitan.
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