Oído
en el polígono: le he dado la silicona para dejarlo más curioso. Pues claro que
sí. Bien de silicona. Y un empujón. Y más tarde, en el súper, un cajero de
mucha pluma tutea sin piedad a un cliente con un carro de la compra mediado,
lleno de gollerías. Cuando me toca el turno estoy preparado para sostener el
duelo, no pienso renunciar al usted. Pero para mi sorpresa el dependiente de la
pluma, con el mismo amaneramiento me trata con corrección exquisita. Se oye incluso
el consabido ¿algo más caballero? Tato
me aclara las cosas ya en la calle: es obvio que la conversación anterior, con
ese tuteo tan agresivo, era una conversación entre maricas que se habían identificado
como tales. El que hacía la compra disimulaba pero estaba volado y el cajero le
zurraba sin piedad. Cada vez que se oía un tú era como decirle, loca, maricona,
que yo a ti te conozco. En fin cosas de antes, que está usted en las nubes
Bergamota.
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¡Danos paciencia con este Bergamota Señor! |
¡Un poco subido de tono el dibujo de arriba!, sin embargo el de abajo, me encanta...pose de escritor pensante, porque todos los escritores no son pensantes.
ResponderEliminarEste Señor tan pensante, ¿ no será nuestro D. Miguel de Unamuno, verdad?, si hubiera en estos días algún D. Miguel de Unamuno...¡Ah que podrido está todo!.
ResponderEliminar¡Sigo pensando porque tengo tanto que descubrir de mí mismo!, ¿ comprenderán Ustedes, verdad?
ResponderEliminar¡Vean el libro blanco donde debo escribir pero las mejores palabras son las no escritas y las no pronunciadas!, para mí el silencio de las palabras y los libros...es evocador, es estar en las alturas.
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