Charlamos un rato con don Pedro Mourlane, para
terminar su Discurso de las armas y las letras, que es una pequeña colección de
textos dónde hay muchas y variadas cosas. Nos dice de unos, muy ricos y tan
toscos como ricos, que han contraído en
las sastrerías el decoro civil. Es decir, que al vestirse correctamente
parece como que hacen olvidar su origen y su falta de refinamiento. Nos
recuerda que para formar a un orador, decía Quintiliano, se necesitan tres
cosas: la Naturaleza, la doctrina y el trabajo. Estos dos apuntes permiten
hacerse una idea de la reacción de don Pedro Mourlane si asistiera a una sesión
de nuestro Congreso. No vería allí ni decoro – ni civil ni de ninguna clase-,
ni oradores, por ausencia de Naturaleza, de doctrina y de trabajo. No habría
escándalo, tal vez media sonrisa, desencantada, y unos apuntes para otro libro, o para
amenizar su tertulia.
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