Las obras que al parecer se quieren hacer en la Plaza de las Ventas son
una muy mala noticia para los aficionados a los toros. La plaza no necesita una reforma, necesita simplemente mantenimiento:
arreglos puntuales, pintura, limpieza y eliminar ciertos adefesios que
pretenden darle una aire discotequero.
En la plaza no se han producido, gracias a Dios, accidentes,
incendios, se sale de ella con facilidad y rapidez.
La única razón para las obras propuestas es convertir definitivamente
la plaza en una instalación multiusos,
lo que permitiría explotarla al máximo, alojando en ella espectáculos ajenos
a los toros: conciertos, motos, baloncesto… Esto con el fin de sacarle el
máximo rendimiento económico. Nada que objetar a esa rentabilidad económica y a
ganar dinero, siempre que no sean el motivo para desvirtuar completamente la
función de un edificio concebido desde el principio para ser una plaza de toros,
y no otra cosa. Es decir, la rentabilidad desde lograrse sobre el negocio
de las corridas de toros que para eso sirve la plaza. La
rentabilidad no puede ser el caballo de Troya con el que poco a poco se vaya
cambiando el uso de Las Ventas. Sí, es cierto que desde hace mucho se dan
conciertos en la plaza. Pero hasta hoy eso no afectaba a su fin esencial, ni a
su estructura. Recordemos que en el diseño de la plaza participó directamente
Joselito El Gallo. Ahora queremos enmendarle la plana, reduciendo el tamaño del
ruedo, y eliminando más de 2.000 localidades, lo que lógicamente encarecerá los
precios. Mucho mejor, más lógico y más de verdaderos aficionados a los toros
sería calcular la rentabilidad, el rendimiento de la plaza en función
únicamente de los espectáculos taurinos. El concurso organizado por la Comunidad
de Madrid para adjudicar la gestión de la plaza, muy próximo a la subasta y
rodeado de secretismos, es un verdadero despropósito, que no tiene en cuenta
los intereses de la fiesta de los toros sino exclusivamente los de la Comunidad
de Madrid, consistentes en sacar el máximo dinero posible aún a costa de
aquello para lo que la plaza existe: la celebración de corridas de toros. Una
Comunidad de Madrid gobernada por el PP que por supuesto es el responsable de
todo el follón, de todas las oscuras maniobras. EL mismo partido que ha hecho
lo necesario para prohibir el Toro de la Vega de Tordesillas, secundando las
iniciativas liberticidas de los radicales de siempre, a los que nadie se opone.
Y menos que nadie el PP. ¿Todavía se extraña de esto alguien? Pero sigamos: con
la fórmula de la subasta –introducida por a CAM gobernada por el PP- no hay más
remedio que explotar la plaza como sea para pagar lo comprometido y entonces surge
la necesidad de modificarla para convertirla en espacio multiusos, afectando a
las localidades, a su aspecto, tal vez a su sonoridad, a su dimensión histórica
y quien sabe a cuantas cosas más.
En momentos en que los ataques a los toros son tantos, todo esto da
muy mala espina y no puede haber ningún descuido. Las cuestiones de la
seguridad y de la comodidad tienen sentido –en todo caso- cuando se llenan
gradas y ruedo para otros
espectáculos, no cuando la plaza se usa para lo que es. También se utilizan,
seguridad y comodidad, como pretextos para ir sustituyendo el uso para el que se
destina la plaza. Esto es como el pretexto para lograr el objetivo ques está
detrás de todo el asunto: ponerse las botas nuestros políticos.
La Plaza de Toros de las Ventas es la plaza de toros más importante
del mundo, pese a todos los peros que se le quieran poner. Es el lugar dónde
toros y afición resisten atrincherados contra toda suerte de ataques, los que
vienen desde dentro, y los que vienen desde fuera. Es la gran plaza de las
600.000 entradas vendidas en San Isidro y que no sólo no vive de subvenciones
sino que da dinero, y mucho, a la Comunidad de Madrid. Es un monumento
histórico, testigo de la historia de España, que incluso vacía, una tarde sin
toros, produce emoción: por su perfecto diseño, por su coherencia
arquitectónica, por su belleza, externa, pero sobre todo interior. Si la
avaricia de Comunidad de Madrid acaba rompiendo el saco de la rentabilidad que
puede proporcionar el espectáculo de los toros como tal será, claro, a costa de
la fiesta de los toros y de los aficionados. ¿Pero le importa esto a un partido
como el PP?
Para la Voz de Nava,
Genaro García Mingo
(fotografías de Poética de Sinforoso García Pote Limitada).
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