Observo que mis líneas de ayer han generado algunos comentarios entre los amables lectores de ésta gacetilla cepogordista.
Al lector separatista le deseo lo mejor en la futura república del Montseny y le deseo que le sienten bien los calçots, plato extraordinario que he tenido oportunidad de degustar en varias ocasiones durante mis muchos viajes a esa región de España a la que profeso un sincero cariño y en la he pasado momentos inolvidables, entre los que figura el honor de haber jurado bandera en Figueras con la bandera del Regimiento de Infantería Barcelona 63, unidad que defendió Gerona al mando del General Alvarez de Castro durante la Guerra de Independencia. Todo muy catalán y por tanto muy español.
Agradezco igualmente las sugerencias de aquellos que propugnan un acercamiento a UPyD como única fuerza política que aglutina la reacción del pueblo "sano", ahora bien, creo que ésto amerita algunas reflexiones en voz alta:
(1) No tengo nada en contra de UPyD, sus líderes, miembros y bases. Entiendo que actúan movidos por un sano interés por España y el bienestar del pueblo español y considero que están haciendo un encomiable esfuerzo con medios escasos y la oposición más feroz del PP y de las fuerzas de la teórica derecha que los ven como un peligro fatal para su poltrona.
(2) No comulgo, ni puedo comulgar con muchos de los principios políticos de UPyD de los que me separan criterios y valores fundamentales, algunos que como católico son para mi más importantes que la propia España.
(3) Creo que en el espacio político español hay sitio para una corriente tradicional auténtica, sin hipotecas históricas ni personales y sin vergüenza a la hora de defender grandes valores como son Patria, justicia, unidad, libertad, solidaridad, un auténtico movimiento popular de personas independientes que actúen en la vida pública con un criterio exclusivo de servicio sin aspiraciones personales.
Sólo desde un plataforma de esas características resultaría posible actuar en la vida pública con garantía de independencia y con la posibilidad, como no, de colaborar con otras orientaciones como UPyD en aquello que sea bueno para el destino del pueblo español.
(4) Soy consciente de las dificultades casi insuperables que entraña semejante proyecto, si bien no puedo renunciar a la posibilidad de que un día se den las circunstancias que faciliten su nacimiento y desarrollo.
Quizá estas tertulias cepogordistas induzcan a gentes con posibles y buenas intenciones hacia la acción política y faciliten medios que permitan agrupar a lo sano de nuestro pueblo, la vida está llena de sorpresas.
Dicho ésto, creo que nos toca pelear cada uno en el puesto y destino que Dios nos ha concedido tratando de hacer el bien y manteniendo la capacidad de discrepar del discurso oficial, denunciar la mentira, defender lo que se cree y estar disponibles y dispuestos para asumir las tareas que en cada momento podamos llevar a cabo por el bien del pueblo español y el futuro de nuestra maltrecha patria.
Sanglier.
Así me gusta pasando por el aro, declarando su amor a Catalunya, su adhesión incondicional, psicológicamente subyugados les tenemos. Sólo le ha faltado decir que habla catalán en la intimidad, como dijo el bigotes. Látigo, látigo, cuanta más traya más ponen el lomo. Esto va sobre ruedas.
ResponderEliminarQuerido Sanglier,
ResponderEliminarSos duro de pelar. Los comentarios anteriores no son sólo de uno. Somos algunos seguidorres, la fanaticada. Perdonenos amigo el anonimato. Cosas de los tiempos. Vamos a la tarea. Su contestación viene a hablarnos de una plataforma utópica que en estos momentos usted mismo reconoce imposible. Además, su condición de católico le impediría votar por esa cuña que es UPyD. En definitiva, nada. Desde mi punto de vista la política como todo, es acción. No hay escritura si no se mancha el papel, no hay política sin acción, no hay futból si no se patea la pelota. Usted nos propone en lo privado cumplir con el deber, con el laburo, la familia, los viejos, etc... Estamos de acuerdo al ciento por ciento. En lo público, abstenerse, brazos caídos. La derecha social no está dotada para la política. Y no se ofenda Sanglier si le digo que su escrito es un poco demostración de ello. No se me ofenda porque la política es una vileza y a la sensibilidad del creador de Marguerite no es extraño que le repugne. Otra cosa distinta es la burricie, la incapacidad de esa derecha social para la acción política, tal vez anulada por la larga dictadura. No les ha pasado sólo aquí. Por eso es inevitable que la reacción parta o se encarame a un principio de reacción como la que representa UPyD, con ese sesgo, con esas gotas de gochismo, porque desde esa orientación, desde la izquierda, si se sabe lanzar esas iniciativas, dar la batalla. Por eso yo me descubro ante esta señora que se la ha jugado, mientras los disidentes del PP, los que hablan en la radio (Vidal Quadras y demás) siguen en la poltrona, incapaces de dar el paso y los ciudadanos se quedan refugiados detrás de sus escrúpulos de conciencia. El paso de verdad es un partido, no una plataforma de apoyo o de fomento de lo que sea. En fin. Sería largo seguir exponiendo y debatiendo, un gusto fue. Tampoco su condición de católico debe impedirle apoyar las tres cuatro o cinco ideas (cambiar la ley electoral, recuperar las competencias de educación, corregir el estado autonómico, acabar con el sistema, la casta, rendición de ETA y su entorno, etc.) que defiende ese partido. Con ellas, el catolicismo en España estaría tan ausente de representación política como ahora, pero en un país mejor. Además, con la consecución de esas cuatro o cinco grandes iniciativas se podría de una vez poner en su sitio a ese clero que en Euskadi es una mancha y una vergüenza para todo buen católico que se precie. Un gusto fue. Chau.