Anónimo10 de mayo de 2017, 6:28
Todo eso que describes no existe (la señoras de Zamora, etc.) y si ha existido ha sido de refilón de forma marginal. Cultivas una especie de cosa castiza mas falsa que una moneda de seis euros. ¿Que es? Algo así como un mundo ideal? Si es así que pereza da. Nunca ha existido ni tiene particular valor. Te aconsejo que seas mas autentico. Esto es un cantaro hueco. Prueba con Elmer Mendoza te puede servir. Es mejor que escribes con un componente de misterio de noir.
Ayer, 10 de mayo de 2017, un amable lector de Cepo escribió un comentario a mi entrada " El as del bombardino" dónde me hacía una crítica no exenta de cierta mala leche. Si no fuera porque la crítica demuestra que el lector no es persona muy atenta a los detalles ni amante de la lógica no me molestaría en responder, pero dado que tiene aspiraciones críticas y se permite el lujo de verter comentarios gratuitos y dar consejos irreflexivos, creo que merita una respuesta, amable y respetuosa, eso si, pero respuesta firme.
Me dice el lector metido a crítico que las cosas que describo no existen. Me temo que al decir esto incurre en el error, nada infrecuente, de creer que sólo existe lo que uno conoce. Por si acaso, se cubre y afirma que "de haber existido ha sido de refilón de forma marginal".
El comentario carece de toda lógica, o han existido o no han existido y si han existido y no las conoce ¿cómo puede deducir que han tenido una existencia breve y marginal? El comentario en ese punto no se sostiene.
Debería saber el lector metido a crítico, que el ambiente del café que se retrata (ambiente del ayer, cuando se bebía aguardiante y se fumaba en los cafés) no sólo ha existido sino que ha durado casi 130 años, todavía hoy pervive en algunas islas de civilización, pero ha dejado de ser algo general y por eso se dibuja como una imagen del ayer.
En cuanto a la existencia de tipos humanos como los gacetilleros, los notarios jubilados y las señoras de Zamora no creo que haya que reivindicarla, es tan evidente como que han existido las calles adoquinadas y los tranvías.
Me dice nuestro amable crítico que cultivo "una cosa castiza mas falsa que una moneda de seis euros". Vayamos por partes. Yo no cultivo nada, ni tomates ni géneros. Si se refiere a que me gusta el casticismo y que muchas entradas juegan con situaciones y personas castizas, populares, le doy la razón. Ahora bien, el casticismo, lo popular, gracias a Dios no ha muerto. Vive no sólo en el corazón de muchos europeos (el casticismo tiene formas similares por toda Europa) y en muchos lugares y situaciones de España. La realidad cotidiana que está plagada de tipos y situaciones "castizas". Que el lector metido a crítico no las perciba no quiere decir que no existan y que no las aprecie no implica que carezcan de valor o interés, al menos para el que esto escribe.
La frase "Nunca ha existido ni tiene particular valor" es otra perla que el lector dedica a " la especie de mundo ideal" del que yo escribo. ¿Podría explicarme cómo algo que no ha existido carece de valor? En cuanto al mundo ideal, ya hemos hablado; no conocer un aspecto de la realidad y hablar de ella es propio de los ignorantes o de los atrevidos, que son ignorantes con ganas de dar la lata.
Me aconseja mi crítico que sea más auténtico (no volveré sobre este asunto) y me receta a Élmer Mendoza, que según el "me puede servir". La cosa tiene gracia.
Da la casualidad de que soy un fiel lector del autor mejicano (si,con j y lo escribo así porque me da la gana) y conozco bastante bien su obra y estilo.
No voy a establecer competiciones infantiles con nadie sobre quién ha leído más o menos a un autor pero meter al muy estimable autor de Sinaloa en esta fiesta es cómo invitar a Benedicto XVI a un campeonato de mus.
Si lo que me sugiere es que lea autores que me inciten al cultivo del realismo y de paso mejoren mi pobre estilo, no comprendo porqué no me receta a Clarín, a Galdós o Doña Emilia entre los hispanos o a Tolstoi, Dostoievsky, Balzac, o Dickens entre los extranjeros.
Con todo respeto debo decirle que antes de meterse a crítico hay que hacer muchas guardias y calentar muchas bujías. Entiendo perfectamente que lo que cuento no le interesa, que mi afición por el casticismo le repugna, que la España "de ayer" (y en parte de hoy) le parece casposa y apolillada y que en general se aburre usted con mis entradas más que una ostra en la bahía de Arcachón.
Afortunadamente hay remedios para tantos males; uno, sencillo y gratuito es no leer lo que no le gusta, el otro, más complicado y menos económico es irse a la Casa del Libro y ponerse las botas comprando novelas buenas, que hay muchísimas, mejor escritas que mis modestas croniquejas y dónde se describen muchas realidades, algunas le sonarán, otras no, pero ahí reside la maravilla de la lectura: siempre nos abre nuevos mundos y sorprendentes avenidas...
Paz y Bien.