¿Dónde
exiliarse?¿A Syldavia o a Los Dópicos, capital de la república de San Theodoros?
Lo que más me gusta de Syldavia es su rey, trasunto posible de nuestro Alfonso
XIII de finos bigotes y vistosos uniformes. Está muy bien desahogarse, es muy
necesario, coincido plenamente con usted en que sin duda es mejor hacerlo
escribiendo que pagando una consulta. Ruego por esa misma razón, el desahogo,
su indulgencia para lo que sigue.
Con
el paso del tiempo y de las lecturas cada vez creo menos en eso de la tercera
España que me parece una ocurrencia simpática, pero que no pasa de ahí. La sensación
que yo tengo es simplemente que en España la historia se repite, esta vez en un
contexto internacional de hundimiento general de la vieja civilización europea.
Los efectos de la descristianización general empiezan a percibirse por todos
lados.
Y
en cuanto a España, pues el sistema del 78, con muchos defectos, iba
funcionando, pero estaba muy claro que necesitaba muchas correcciones para
enderezar un rumbo desde hace años orientado hacia el abismo: Partidocracia
corrupta, falta de representatividad política, reinos de taifas autonómicos,
ley electoral nefasta, predominio de minorías separatistas, importancia
determinante del terrorismo en la vida política nunca resuelta, anomia
galopante, persecución del español, empobrecimiento de la clase media, peso
excesivo del sector público con deuda y déficit galopantes a la manera
argentina, falta de pluralidad de los medios de comunicación, envejecimiento de
la población, progresivo deterioro del tejido social, destrucción de familias,
aborto, paro estructural, eutanasia a la vista, etc.
El
régimen del 78 sin duda vino acompañado de prosperidad, pero llevaba dentro
muchos males y el balance es preocupante. Porque no hemos llegado a la
situación de hoy por casualidad, ni de repente. Esto lleva gestándose años,
mientras todo el mundo ponía parches calientes a las barbaridades que íbamos
viendo (desde los crímenes de la ETA a la persecución del español en España).
En
lugar de la reforma que nunca se atrevió a llevar a cabo el PP, con dos
inmensas mayorías absolutas que para eso se le dieron, el 11-M nos trajo a
Zapatero y Zapatero trajo consigo la izquierda de 1934. Es así de triste, la
misma. Y no cabe la excusa de que la trajo para responder a una persecución
fascista o a la opresión de la derechona. No había tal. Fue como durante la II
República. Para la izquierda, la II República debía ser de izquierdas o no ser.
Ganó la derecha en el 33. Contra ese triunfo se organizó el golpe del 34 en
toda España, aunque fuera más virulento en Asturias. Y ahora, nuevamente estamos
en lo mismo, con los mismos actores: izquierda radicalizada, socialistas, comunistas
y separatismos totalitarios de todo pelo con el brazo político de ETA a la
cabeza, todos ellos a la caza de España y de nuestra convivencia. Es así de
triste.
Uno
de los fallos más graves del sistema del 78 fue sin duda inspirarse en la II
República y propiciar la ausencia de una verdadera derecha. El PP no lo ha sido
nunca, sólo ha sido el partido turnista de un reparto oligárquico del poder, a
la manera del siglo XIX. Cargado de complejos fue además cediendo todo el
terreno cultural a nuestra paupérrima izquierda, hasta el punto de que verdades
obvias (como por ejemplo la carga de asesinato en masas del comunismo) no se
pueden decir hoy en voz alta sin verse abrumado por el oprobio oficial. El
famoso páramo cultural empieza a parecer más propio de esta etapa que de
aquellos cuarenta años tan vilipendiados.
Lo
de acudir al liberalismo -palabra polisémica donde las haya- yo lo entiendo por
su parte como un reflejo para buscar refugio ante el panorama que tenemos
encima, ¡bajo algún techo habrá que cobijarse! Sin embargo, liberalismo y
libertad no son exactamente lo mismo. El liberalismo no deja de ser una
ideología, con todo lo que ello implica de interpretación sesgada y limitada de
la realidad, con un concepto del hombre basado en la libertad negativa que hace
de nosotros mismos el centro y medida de todas las cosas. Mientras hubo una
sociedad tradicional, heredera del cristianismo, que logró mantenerse en pie,
el liberalismo pudo implantarse, sujeto y acotado por creencias que no habían
desaparecido del todo, y que daban lugar a sociedades que no habían perdido ni
estructuras, ni sentido común. Se da la paradoja de que el liberalismo ha
podido implantarse en Europa al amparo de un mundo tradicional al que ha ido
lentamente destruyendo.
Hemos
llegado al punto en que, al nacer, el españolito de hoy pronto pasará unos años
mirándose el ombligo para dilucidar si es hombre o mujer, porque ni eso tendrá
ya claro. No vayamos entonces a pedirle que luche por un premio Nobel o por su
patria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
SI QUIERE ECHAR SU CUARTO A ESPADAS, YA SABE AQUÍ. CONVIENE QUE MIENTRAS ESCRIBA ESTÉ USTED FUMANDO, CIGARRO O INCLUSO PIPA.