El cretino artista o EL INTELECTUAL ORGÁNICO:
- La literatura salvífica.
El comentarista o EL PAISANO:
- Ya empezamos.
- Me parece muy interesante destacar…
- A mí no.
- El entrecruzado de elementos coincidentes bajo circunstancias colaterales.
- ¿Vamos a dar una vuelta a ver si nos da el aire?
- Como latinoamericano mi estancia en París tuvo un carácter iniciático y transgresor, auténtica peripecia vital.
- ¿Y este gilipollas por qué no se quedaría en casa?
- El artista en el lugar de privilegio que ocupa es el visionario que nos redime y nos ayuda a ver en nosotros mismos.
- A mi este señor me molesta y empieza a producirme un cierto mareo.
- Desde su apartada soledad comprometida (¿Se fija en mi dominio del lenguaje sin significado? Es imprescindible para vivir honradamente del presupuesto público que se forma con la plata que le jalan a usted, personajillo gris, oscuro abejorro productor, persona intrascendente que no se preocupa por las grandes cuestiones del arte… USTED NO SE POSICIONA) el artista otea un mundo de desolación que trasciende con su obra, verdadero manifiesto de una sensibilidad resueltamente moderna.
- SI ME POSICIONO, dispuesto a patear su gigantesca posadera de chupóptero. Cuando oigo la palabra moderno, salgo corriendo.
- Voy ahora a hacer pública profesión de mi compromiso inalienable con el Arte y …
- ¡Mira que pibón! ¡Uy perdone! ¿Decía usted algo?
- Mi YO está entregado a una búsqueda permanente, sin tregua, incesante, la constante problemática de la contemporaneidad…
- ¿Y a su edad todavía no ha dado con nada? ¿No será mejor que lo deje ya?
- Sin duda la literatura y el gran Arte, así entendido con mayúsculas, en su trascender al individuo salvan al autor y nos salvan en lo que sería un ensimismamiento creador, delimitador del absurdo.
- Es posible que con algodón en los oídos, pero sobre todo corriendo mucho, yo logre salvarme de usted. Si soy rápido, muy rápido, es posible que el vacío que usted representa no me trague.
- Asomados al abismo, el artista nos sujeta, nos acompaña, en un abrazo salvífico.
- ¡Qué manía con abrazar! ¡A mí no me ponga las manos encima! Se ve que con usted todo es salvífico, pero yo casi prefiero el abismo.
- La condición humana que yo vivo dolorosamente, en un sufrimiento interior del que no puedo apenas dar cuenta, es sin duda la materia del Arte, la búsqueda incesante que persigo a través de mi obra trascendente.
- Cuando la caza de la subvención se hace pornografía.
- Háblenos del oficio de escritor, de sus pasos en el cine, de su entrega a la cultura: ¿Por qué la palabra? Nos encantan las preguntas apasionantes.
- Con semejantes preguntas me temo lo peor. Me ha dado una ahorcada al leerla.
- Sin duda el escritor se busca y de nuevo escribe para salvarse y hacerse mejor. Es sin duda una suerte de primitivo sacerdocio, de apertura hacia el prójimo mediante la palabra, al vaciarse uno mismo en la introspección creadora. El escritor otea desde las alturas ¿me comprende? ¡Hay que reconocerles esto!
- De nuevo, esto es para salir corriendo y no parar. El sacerdote este querrá que le mantengamos claro, es el correlato lógico de tanta obscenidad. Un paseo por la calle vale más que las obras juntas de tanto sinvergüenza.
- La falta de reconocimiento social del escritor, de un simple escritor como yo, por ejemplo, que vivo en constante introspección y soy profundamente serio y no me pierdo un sarao, da una idea del déficit democrático que aqueja a nuestra sociedad. En este país no hay cultura sabe usted.
- ¡¡¡El garrote!!! ¡¡¡¿¿¿Dónde está el garrote para cascar a este memo????!!! (…) Pero vayamos a dar un paseo que hace una bonita tarde, helada y clara, de esas que reconfortan el ánimo.
A la hora de la verdad resulta que el intelectual es funcionario del Ministerio de Kultura, algo que inventaron los bolcheviques, mientras que el paisano es autor de una hermosa obra poética sin pretensiones, que comparte con tres amigos escogidos. Y es el dueño e impulsor de la biblioteca pública de Nava de Goliardos, a la que dedica muchas horas de su tiempo libre, sin catequizar a nadie. En el catálogo de la biblioteca no se encuentran las obras dogmáticas del intelectual profesional, vaya usted a saber por qué.
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