Sábado a última hora, a media hora de que comience el enésimo partido del siglo entre el Real Madrid y el Futbol Club Barcelona, zona céntrica de Madrid, supermercado de barrio con pretensiones de tienda gourmet o de delicadezas, según se mire.
Una tardocuarentona recauchutada se encara con el cajero andino sosteniendo en lo alto una botella de Señorío de Sarría.
¡Pero qué es esto! ¡Eh! ¡Me-la-querías-meter ¿o que?, te he dicho que mi esposo sólo bebe Lambrusco..¡Sois todos iguales, ladrones!
El cajero, estatua de obsidiana y cobre, mira impertérrito con los labios apretados en una extraña mueca cuyo significado resulta imposible de descifrar.
La cuarentona agita la botella al tiempo que trata de sostener el gigantesco bolso que amenaza con derribar una columna de chicles, pilas y cuchillas de afeitar que se alza junto a una pirámide de frascos con melocotones de Calanda cubiertos por una generosa capa de polvo, testimonio incuestionable de su éxito comercial.
Se alzan voces desde el final de la fila.
Pues menudo guarro - comenta uno con voz ronca- a quién se le ocurre beber esa porquería...
Señora.. no se haga ilusiones que el panchito seguro que encuentra mejores sitios donde meterla..
La masa expectante ríe torpemente.
Un señor con el ABC bajo el brazo y pinta de panoli trata de taparse la boca para que no le adivinen la sonrisa.
La escena parece detenerse en un plano fijo, eterno. Los altavoces difunden una música ambiente de ritmos africanos, la sala de venta huele a pescado averiado y lechuga pasada bajo al fugaz aroma de desinfectante que acaba por fundirlo todo en un tufo intolerable.
Alertado por los alaridos de la clienta hace acto de presencia el encargado de la tienda. Cincuenta y muchos años, bajo, grueso, calvo, sudoroso, lleva sueltos el botón de la camisa y el nudo de la corbata, el traje gris que la ha proporcionado la empresa anuncia a gritos una mala factura y un peor mantenimiento.
Señora por favor, cálmese y dígame que sucede.
La falsa rubia se gira en redondo sin dejar de blandir la botella de Sarría y se aproxima peligrosamente al orondo encargado que se ve enfrentado a dos enormes globos de silicona que pugnan por abandonar la micro camiseta que los contiene.
¿Que que sucede? ¿Te atreves a preguntarme a mí (aquí ahueca la voz imitando a una rana gangosa) a una clienta-de-toda-la-vida, es que no sabes quién soy...? ¡Que que sucede...!
¿Dónde está el Lambrusco?, a ver, el Lambrusco.. Ese mono que tenéis en la caja preparando pedidos quería colarme esta mierda catalana...este asco..cuando lo que mi esposo bebe es Lambrusco..legítimo
El encargado, apezonado, se retira unos centímetros al tiempo que logra balbucir una frase con aparente sentido
- Perdone señora pero no le puedo tolerar son los insultos racistas, Emetrio no es un mono, es un honrado hijo del altiplano..además he de decirle...
- ¡Callate ahora mismo! ¡La clienta soy yo y exijo que me sirvas el lambrusco o me devuelvas el dinero de la compra..que puedes metértela por el culo.."
Se escuchan nuevas voces que se alzan desde diversos puntos de la fila:
- ¡Que fiera!
- ¡Que tía!
- ¡Qué guarra!
- ¡Que tetas!
- ¡Mariano!
- Digo..pechos
- ¡Mariano!, deja la cesta que nos vamos
- que aquí nunca hemos vendido Lambrusco y que el Señorio de Sarría no es catalán, sino navarro -prosigue el encargado que tras muchos años de aguantar pedorras tiene la piel de rinoceronte y la flotabilidad de un corcho-
La apretada enmudece
¡Como! ¿Tu también te atreves a ofenderme? ¿Qué nunca han vendido Lambrusco...? pero...- se hincha como una gallina clueca a la vista de un gallo joven y...muy gallo, ya me entienden- Eres un inepto, te puedo decir hasta la marca..Mateo...Mateo Rossi..
El encargado, que se está secando el sudor con un pañuelo sucio y arrugado que ha extraído del bolsillo de su chaqueta, resopla cetaceícamente antes de responder con tono cansino
- Perdonará la señora, pero el vino del que me habla es un vino Portugués que se llama Mateus Rosé...
- Otra miéeeerda, ni vino, ni ná....se escucha la misma voz ronca
-¿Portugués...Portugués...Portugués..? ¡pero que dices so memo si en Portugal no se hacen vinos !
El encargado continua, impertérrito:
-Además, decirle que Señorio de Sarrìa es mejor, más barato y no es catalán...es navarro
-Tu eres decididamente gilipollas - uelta la falsa rubia ¿mé vas a decir a mi que una cosa que se llama SarriÀ no es catalana?
-Es que..
-Es que nada, lo dicho, aquí te dejo la compra y que sepas que no voy a volver a pisar este local en mi vida
-No caerá esa breva - se escucha de nuevo al ronco-
Se alza un coro de voces a lo largo de la fila que acompañan la salida triunfal de la insatisfecha clienta:
- Que fiera!
- ¡Que tía!
- ¡Qué guarra!
- ¡Que tet...!
- Si, ya las hemos visto todos, pero eran de goma..
- ¡Envidiosa!
- ¡Obseso!
- Si, ya las hemos visto todos, pero eran de goma..
- ¡Envidiosa!
- ¡Obseso!
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