Ayer falleció en Barcelona Martín de Riquer y Morera, conde de Casa Dávalos, veterano del Tercio de Montserrat, filólogo, sabio, maestro entrañable y profesor de muchas generaciones que supo iluminar con su erudición y su inteligencia a miles y miles de estudiosos y profanos que seguíamos su obra con interés, gratitud y admiración.
No es este el momento de citar su obra, ya clásica, ni resaltar sus inigualables méritos académicos e intelectuales, sino de recordar su figura en cuanto campeón de la tradición, la belleza y la sensibilidad.
Su campo de trabajo, uno de lo más fecundos e importantes de la literatura, le permitió dar a la luz una visión muy personal de la literatura medieval y de los clásicos catalanes y castellanos.
Hoy toda la familia provenzal lloramos su muerte, los que nos sabemos indefectiblemente unidos a la cultura europea a la que de forma decisiva contribuyeron los poetas y trovadores no podemos dejar de agradecer el trabajo del Profesor de Riquer.
Este amable sabio que tuvo la fortuna de poder dedicarse en cuerpo y alma a su pasión, se entregó con tesón y energía inigualables a la recuperación y perpetuación de una tradición cultural capital y se permitió el lujo de hacerlo bellamente.
En estos días de mentiras y rencillas, de querellas falsas y maniobras arteras, este gran catalán, este gran español, este gran europeo nos deja para reunirse con damas y trovadores, con caballeros y poetas, con bellas pastoras y escuderos enamorados.
Me gustaría que San Pedro permitiera a Leonor de Aquitania colocarse por un instante junto a él a las puertas del Cielo para recibir al sabio como merece. Quizá en ese instante se escuche el leve aleteo de la lauzeta y su canto lo acompañe en su entrada en la morada eterna.
Sanglier.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
SI QUIERE ECHAR SU CUARTO A ESPADAS, YA SABE AQUÍ. CONVIENE QUE MIENTRAS ESCRIBA ESTÉ USTED FUMANDO, CIGARRO O INCLUSO PIPA.