Empecé ayer un episodio nacional, Los cien mil hijos de San Luis, reanudando con las aventuras de Salvador Monsalud, la hermosa Genara, Pipaón y compañía. Galdós me gusta, me sigue gustando y más me gusta cuanto más pasa el tiempo y más lo leo. Ya se ve que le gusta, ya. Es como leer algo familiar, nuestro, vivo, sensación que viene del idioma que utiliza, de cómo redacta, como escribe, como mira, lo españolísima que es su obra. En fin.
Me llega, que se pone a la cola, la segunda parte de Una danza para la música del tiempo, de Anthony Powell. Son las novelas aglutinadas bajo el título Verano. El ciclo anterior me gustó mucho. El primer párrafo de este, que leo a hurtadillas al recibir el libro, me entusiasma. Es verdad que aquí vamos a un universo traducido. Pero Javier Calzada parece un excelente traductor, lo fue desde luego por lo que al primer volumen se refiere. Pasear, leer, charlar, dibujar, mirar, dar gracias a Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
SI QUIERE ECHAR SU CUARTO A ESPADAS, YA SABE AQUÍ. CONVIENE QUE MIENTRAS ESCRIBA ESTÉ USTED FUMANDO, CIGARRO O INCLUSO PIPA.