Cuando de un tema no se sabe nada, se sale del paso -cuando se considera necesario por orgullo o vergüenza, por temor a decir “no sé nada del asunto- con un comentario conexo, enmascarador. Pero luego, más tarde, si el interés es verdadero, se podría investigar, buscar, informarse, formarse. Sin embargo, pasará un mes, volverá el asunto en la conversación más mundana, y saltará de nuevo, el mismo comentario, soltado con el mismo aire de fundada opinión sobre un asunto, sobre el que es de buen tono pronunciarse. Y así, seguiremos como dando las mismas vueltas alrededor de la misma noria, como un jumento de largas orejas. Así somos.
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