viernes, 27 de enero de 2023

Las cosas del cuerpo I.

Así que el nene se pone exigente.

¡Oiga a mi marido no le llame nene!

- Lo digo por lo de querer birlarnos la mantequilla, a su edad.


En la sala saturada de enfermos, la distribución de la merienda había provocado tensiones inevitables.

- Yo si insiste le doy mi mantequilla, pero si es diabético no debería.

¡Pero si no es diabético! ¡Traiga!

Como le veo tan grueso.

- Encima faltando.

- ¿Cómo que encima? Si el que le he dado la mantequilla he sido yo. Pero que cara. ¿No sé la irá a comer usted?

- Pues claro que sí, el bocata es para mí que soy la sufrida acompañante. Si este no come ni alpiste.

- Pero bueno, un poco de respeto.

- Usted a callar.

La llegada una enfermera pone orden. La luz es chillona, el movimiento de celadores, camillas, sillas de rueda, médicos y enfermeras es constante. A veces marea.

- Corazón, tomate la agüita – le dicen a Julián, todo un señor, quien, por la edad y la pinta, incluso en pijama, es más de los tiempos del usted.



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