martes, 26 de mayo de 2015

EL PORFIADO RAJOY Y SU SINIESTRO PAPELÓN

Hace tiempo que me prometí a mi mismo y les informé a ustedes acerca de mi decisión de no volver a escribir sobre asuntos de actualidad política en las impolutas páginas de esta gaceta digital, pero, dadas las circunstancias me veo obligado a romper el forzado silencio y dar a la luz las líneas que siguen.

El reciente resultado electoral cosechado por el Partido Popular no puede quedar sin comentario.

Quien haya seguido las entradas de Cepo Gordo en el pasado ya conoce la escasa estima que profeso por Mariano Rajoy y su Banda del Empastre. Decir que ninguna es quedarse corto pero en un ejercicio de caridad lo dejaremos ahí. Ninguna.

Afirmar que Mariano Rajoy es el más nefasto líder político que ha habido en España desde la restauración del 78 es quedarse corto.

Rajoy no sólo ha ninguneado a su electorado y ha incumplido su programa electoral sino que ha sentado las bases para que en España se instale una suerte de frentepopulismo de nuevo cuño que amenaza con eliminar lo poco que queda de la nación Española y con sumir al Estado en un completo caos y el espacio público en un escenario de bufonadas y barbaridades sin cuento.

En sus primeras declaraciones tras el desastre del 24 de mayo, Rajoy no sólo no ha hecho un ejercicio de auto crítica sino que ha dado muestras de su absoluta cerrazón.

A estas alturas uno no sabe si el señor Rajoy es un irresponsable, un hombre mucho menos inteligente de lo que se suponía, un suicida o si actúa bajo el dictado de algún poder superior interesado en dejar España hecha un erial. 

¿Realmente supone Rajoy que su electorado va a continuar apoyándole pase lo que pase por un supuesto miedo a un triunfo de la extrema izquierda revolucionaria?

¿Realmente, Rajoy no se da cuenta de que su electorado no quiere votar a una opción socialdemócrata alineada con los postulados más progresistas del PSOE?

¿En qué mundo vive Rajoy? Lo desconozco, pero desde luego en la España de 2015 no.

Puedo entender que Rajoy sea un sujeto que tiene una excelente opinión de si mismo. También puedo entender que carezca de la formación para comprender el alcance de algunos de sus actos. Igualmente, es posible entender que sea un soberbio que desee imponer sus criterios y preferencias personales por encima del interés general, ahora bien lo que no puedo entender es que sea tan poco perspicaz como para no darse cuenta de que su crédito político se ha agotado por completo.

En el supuesto caso, y ya es mucho suponer, que Mariano Rajoy Brey piense en el futuro de su partido, en el bien de sus votantes, afiliados y correligionarios y aún más en el de España y sus dolientes ciudadanos, lo único que debería hacer es remover a todos los cargos de la estructura del Partido Popular, dimitir como Presidente del partido y convocar un congreso extraordinario en el que mediante un proceso de primarias con votación directa de todos los afiliados se procediera a la elección de un nuevo candidato para las próximas elecciones generales.

Candidato que, por supuesto, debería de ser una persona intachable y de probada honradez y con un pasado limpio como una patena.

Cualquier otra solución que adopte abocará al Partido Popular a un desastre electoral aún mayor que el recientemente cosechado.

En otro frente, uno se pregunta si en el seno del Partido Popular no hay quienes tengan la capacidad y personalidad para frenar esta sangría y promover una revolución interna que acabe con el mandato dictatorial e inane del Sr Rajoy.

Que el Partido Popular es un organismo de poder dónde se ponen en juego numerosos intereses personales e institucionales es algo obvio, pero si quiere sobrevivir no tiene otra solución que emprender una urgente y profunda renovación.

Sin un cambio radical de personas, estructuras y sobre todo un rearme ideológico el Partido Popular como fuerza hegemonica del llamado centro-derecha tiene sus días contados. 

La desaparición del Partido Popular no es cosa que me preocupe en si misma,  sino el nefasto efecto colateral que causa al dejar huérfanos a millones de electores que tendrán que buscar otros cauces de participación y expresión política cuya organización y puesta en funcionamiento requieren de unos medios humanos y materiales que no son nada sencillos de poner en juego.

Si todo esto no lo entiende el señor Rajoy, malo, si lo entiende y está dispuesto a obviarlo por soberbia y obcecación, aún peor.

1 comentario:

  1. Bonito análisis pero un poquito largo y pesado, tienes que depurar el estilo y ser mas acorde al medio, la tecnología divulgativa es esencial para vehicular el mensaje. Ánimos.

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