Estuvimos
el domingo en los toros y vimos los naturales de Luis Miguel Encabo y los toros
de Saltillo Moreno de Silva. Con la boca cerrada, empujando al caballo,
imponiendo respeto.
A
la tropa obsesa de la salud que prohíbe fumar y hace joguin (¡están papisarlos!),
le molesta que un señor se juegue eso, la salud, delante de un toro. Y a los
mismos, defensores de la eutanasia, de la liquidación del prójimo y de la
muerte a escondidas, les revientan las cosas a las claras, a la luz de la
tarde, recordando lo que las cosas son, la vida y la muerte, sin ocultaciones.
La cosa es prohibir. VIVA EL TORO DE LA VEGA. Fuera el joputismo.
Y
vamos ahora con cuatro cosillas, al estilo de Salmonetesyanonosquedan, a dónde
les remitimos para la gran crónica de José Ramón Márquez.
La plaza medio vacía...
La plaza medio llena...
Programa y cigarrito.
Todavía hay raza...
El sostén de la afición, los pilares de la fiesta brava abandonando la plaza después del tercer toro, a enchiquerarse en los autobuses. Dice nuestro vecino que hay que reformar el reglamento para permitir que los chinos, que son los que pagan esto, puedan salir de la plaza cómo y cuando quieran.
El Rosco entre dos toros, que se queda. Le explicamos a un vecino extranjero que es Roscoe Tanner, un escritor de Wisconsinssss muy aficionado a lo nuestro y el alemancin se queda encantado, laik Cheminguey, laik Cheminguey.
Están papisarlos... (dígalo encadenado sin pronunciar la erre, no sea paleto).
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