Bergamotiana, con un flachbá.
¿Qué había pasado con el gran Bergamota? Perdido, hundido en su exilio provinciano se había extinguido la veta creadora, se habían consumido la energía y los ánimos, los bríos para combatir el joputismo. ¿Se debía la postración de nuestro héroe al triunfo de sus enemigos, al adocenamiento provocado por la vida de casino provinciano, el abuso de licores y de visitas a la mancebía local donde Jesualda La Piernas le tenía loco?
No. Todo aquello no eran más que infundios y maledicencias. Bergamota era moderado en el consumo de licores que sólo eran un acompañamiento para los grandes cigarros y en Puebla de Goliardos hace mucho que no había casas de esas. No daba la población masculina para mantener un negocio de esos, ni estaban dispuestas las señoras que todavía resistían en el pueblo a tolerarlo. Las goliardesas eran de cuidado. Así que la postración se debía más bien a una gripe o tal vez a un corte de pelo exagerado, casi al cero, que paradójicamente, al dejarle sin melena, había aumentado el peso de su mastodóntica cabeza que ahora resultaba una carga tremenda de llevar, salvo tumbado en la cama.
Flachbá ordinario, a su época de perdición y desvarío.
¡¡Oh Bergamota sucio amigo!! ¿Quién se atreve? ¡¡Calla necio y escucha en tu hora decrépita!! Pasea y pasea. Pasea que pronto caerá la helada cuando venga la noche sin luna, oscura y tenebrosa. El tío cerdales se toma su jarabe. Había sido insultante y desagradable recibir una postal obscena con el nombre del destinatario cruelmente deformado. La fotografía de un diminuto pepino verde y al dorso: D. Alpiste Bergaminga de Pilila. Y como la dirección era correcta la postal había llegado sin problemas. Porque además, Arsenio, el de correos, la había entregado encantado de la vida, por la risa, el chisme y el bochinche que se iba a formar en cuanto fuera por ahí con el cuento. Esto fue ya la gota que colmó el vaso. Sin duda debía abandonar el atroz pisito compartido con la infecta Roja. Un lugar en el que había sido en realidad prácticamente secuestrado por la voracidad sexual de Toñi, Toñi Mancebo Cascajar, concejala sociata del distrito, atropelladora de la lógica, la verdad y las buenas costumbres. Y la verdad es que Bergamota se había dejado atropellar al principio, encantado por Toñi que estaba de buen ver y era avanzada y postmoderna en cuestiones de cópula. Se empeñaba en llevar a la práctica el más variado de los postureos aprendido en diversos manuales orientales que consultaba a todas horas. Y Bergamota, sólo, largado por la estrecha y sus rígideces era débil y no tenía otra cosa que hacer. ¡Que tiempos! ¡Que envilecimiento!
No ha tenido ningún éxtito, estará usted negro.
ResponderEliminarUna anónima saeta. A joderse tocan.
A este amargado comentarista ¿te han dado calabazas? no me extrañaría. Quizá se te ha estropeado "la guii" y por eso te pones a leer cosas que no entiendes...¡hay pichón! que no ofende quien quiere...marmolillo
Eliminar