UNA PELICULA ESPAÑOLA Y UN ESPECTACULO ALEMAN
En la noche del sábado 24 de mayo el Escriba cedió a la debilidad moral de contemplar durante un rato, hasta el momento en que, más asqueado que escandalizado, apagó el televisor, una película española titulada, para que a nadie le quepan dudas sobre el asunto, “Desde que amanece ya apetece”. El Escriba no recuerda haber visto en su larga existencia una cosa más zafia, soez, grosera, semipornografica y, para más inri, carente de gracia, que ese engendro, cuyo paso por taquilla, si es que realmente pasó, le parece al Escriba tan incierto como cierta hubo de ser la subvención recibida a costa del contribuyente.
Al Escriba no le sorprendió la bastez de Loles León, porque de esa bastez ha hecho esta mujer su seña de identidad, ni tampoco le causó sorpresa Gabino Diego haciendo de panoli, porque nunca le ha visto interpretar un personaje que no lo sea, pero en cambio le produjo gran consternación la patética imagen de un Arturo Fernandez degradado a cruel y avejentada caricatura de sí mismo. Nunca creyó el Escriba que Arturo Fernández fuese tanto como el David Niven o el Cary Grant español, pero hasta esa malhadada noche le tenía por un buen actor de comedia, en su invariable registro de galán maduro, irresistible seductor de jovencitas, muy gracioso intérprete de los ingeniosos autores (extranjeros) que dominan el arte de rozar los límites sin pisar la raya del mal gusto. Verle ahora, pongo por ejemplo, exhibiéndose con un mínimo taparrabos -de negro y oro- rellenado a toda prisa para aparentar volumen ante una vecina gafosita y severa, y profiriendo una palabrota tras otra, le resultó al Escriba una experiencia muy penosa.
El habitual tertuliano de segunda fila (el mismo de siempre u otro por el estilo) le pregunta al Escriba por qué, si la película es tan despreciable, “miserable”, puntualizó el Caballero de Gandía, se ocupa en comentarla. Hay, al menos tres razones para ello:
Primera: El productor del bodrio es Enrique Cerezo, tenido por el más importante y poderoso personaje del cine español, y presidente nada menos que del Atlético de Madrid. En calidad de tal confraternizó en la final de la Copa del Rey, en el palco del Santiago Bernabéu, con Su Majestad, felizmente reincorporado al trabajo en tan señalada ocasión, y con ministros del Gobierno y otros conspicuos representantes del poder político y económico. Todos ellos encantados de codearse con el personaje.
Segunda: El bodrio no fue ofrecido, como sería lógico pensar, por La Sexta o por Telecinco, sino por la Primera Cadena de Televisión Española. Como si dijésemos nuestra BBC.
Aunque al parecer a los nacionales de Catalunya no se nos aprecia en este blog en lo que valemos, yo no tiro la toalla, es una cosa morbosa, asomarse a la decadente Espanya. Y mira por dónde, aparece el seny por dónde menos uno lo espera. No puedo estar más de acuerdo con este artículo del Escriba. Es cierto todo lo que dice y confirma como los espanyoles son unos degenerados, que solo piensan en y con la entrepierna. En cambio Alemania es civilación, perfecta, viril, sin mácula. Nosotros los catalanes somos los alemanes de la Península. Y por eso nos vamos, no hay quien aguante tanto polvo y tanta mosca mientras en Alemanya todos son atletas, valkirias y rosas. Sin polvo ni polvos. De verdad que no podemos más de tanta cutrez. Ayer en el Camp Nou lo hemos vuelto a proclamar, independencia YA. Para que pague Espanya que tiene tanta culpa que expiar. Me voy a comer con la Mercé a Can Massanet.
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