Tarde de toros. El jueves día 30 de mayo fuimos a los toros. Tuvimos la suerte de estar en Las Ventas esa tarde, para presenciar la corrida de la ganadería de Adolfo Martín. Decimos eso de la suerte, pero bien mirado el asunto no es justa la expresión. Porque no se debió a la suerte el que tuviéramos entradas para ese día. Fue una elección consciente hecha a principio de temporada, con el programa con los carteles de la feria desplegado sobre la mesa y un lápiz de color rojo con el que marcar las corridas para las que intentaríamos sacar entrada. Y desde hace ya algunos años, la elección la hacemos en función de las ganaderías, y no de los diestros. Así que marcamos Victorino, Adolfo Martín, Baltasar Iban, José Escolar y con más dudas Carriquiri, Alcurrucén y alguna otra. Lo que intentamos es presenciar una corrida de toros, eso, de toros. Sin el toro no hay tarde de toros que valga y la corrida ni se entiende, ni se justifica ni se puede defender.
Escarmentados estamos ya de esas tardes soporíferas, de animales que se caen, o que están vendidos antes casi de saltar al ruedo. Y hace mucho que decidimos no padecerlas más. Así que la verdad, nos cuesta mucho entender a esos aficionados de gesto aburrido y cara de tedio que lo primero que hacen antes de saludar es dar un gran suspiro para desahogar su decepción. Está claro que mientras las cosas no cambien tener un abono para veinte o treinta tardes es absurdo, cuando la realidad es que tardes de toros hay cinco o seis. ¿Y las figuras me dirán algunos? Las figuras son las que se ponen delante de los toros que son toros y tienen que variar el repertorio, conocer los terrenos, conocer el ganado, saber lidiar, rodearse de una cuadrilla profesional. Que unos días pueden torear al natural, ligando con profundidad y otros tienen que lidiar, doblándose por abajo para castigar a un toro que no se deja. Y saben hacer las dos cosas. Esas son las figuras, las que se ponen delante de los toros de Adolfo Martín, de Cuadri de Victorino, de los animales que tienen fuerza, casta, bravura, que nos imponen con su presencia a los espectadores. Son los toreros y el ganado que mantienen viva la Fiesta, que nos muestra algo que es absolutamente excepcional y único.
Y luego la plaza, la pobre plaza de Las Ventas, criticada por dura, por bronca, por exigente, cuando no hay plaza más generosa, más entregada, más dispuesta al aplauso cuando ve algo que lo merece. Y si no se critica a la plaza se critica a una parte del público, a ciertos tendidos por sus voces y sus pitos. Pues nosotros, cuando ha habido toros, les hemos visto deshacerse en aplausos a los diestros, puestos en pie como un solo hombre. Pero es que es gente a la que todavía le queda un poco de sentido crítico y que, cuando le dan gato por liebre, todavía sabe indignarse y protestar.
El jueves vimos una tarde de toros redonda, completa, variada. A excepción tal vez del segundo toro, ganado entero, magníficamente presentado, un poco abanto y tardo al caballo pero que luego daba una pelea tremenda, empujando con fuerza y fijeza, había que tirar de ellos con el capote para sacarlos de debajo del caballo. Se toreó en los tres tercios.
Canalla. ¿Le gustaría que le pusieran a usted banderillas? En sitios civilizados como Catalunya hemos acabado con estas barbaridades. En fin. No se porque entro todavía a ver este blog que no sé como calificar. Lloran por los gorriones mientras piden la sanguinaria oreja en la plaza.
ResponderEliminarVerdaderamente yo tampoco entiendo porqué lee usted este blog. No conozco a nadie que lea cosas que aborrece por puro gusto, así que o bien es usted un redomado idiota o bien es un masoquista o trabaja para alguna organización separatista catalana como censor de internet, sea lo que sea es usted un pelma amigo, todo el día con sus butifarradas baratas. Hágaselo mirar o deje en paz a la gente.
EliminarSuponemos que el enemigo de los toros es el catalufo de siempre. ¡Pero si le queremos mucho! No se enfaden y disfruten que son dos días.
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