A los búhos les gusta proferir gritos, su voz es inconfundible; sin embargo, y de acuerdo con el fino oído de sus congéneres, esos gritos nunca son escandalosos.
Aquellos búhos que cada año se aparean de nuevo, en la época de celo dejan oír su retahíla de reclamos mantenidos largamente. Las especies emparejadas de por vida, por el contrario, denotan con un insignificante derroche de voz la llegada del tiempo del apareamiento.
Después de leer lo anterior, y sin saber muy bien por qué, Tato proclamó que era asombrosos el parecido entre las personas y los búhos. Como además el grupo de las aves nocturnas es numeroso y variado, las posibilidades de encontrar parecidos se multiplican. ¡¡Cuánta gente si se mira bien tiene cara de autillo!!
El autillo es diminuto y destaca por su maestría en esconderse. Esta habilidad y su plumaje difuminado en tonos pardos y grises lo hacen prácticamente invisible. Así es como naturalmente podemos decir que nuestro gobierno de hoy es un gobierno de autillos, diminuto e invisible.
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