El más espléndido otoño: El aire es fresco, el sol brilla con delicadeza, hay un manto de hojas doradas y naranjas también, ya enteramente desplegado, que cubre toda la acera. Un moro compra té, cincuenta gramos de una variedad, cincuenta gramos de otra, y así hasta que se marcha con varios paquetitos. Mientras tanto, un niño pequeño, rodeado de señoras, es educado, por decir algo, en el “truco o trato”, que es algo en la España de hoy, ya propio de estas fechas. Gorriones sobre una tapia, dos urracas cruzan la calle soleada y desierta en tres o cuatro de esos brincos eléctricos que a uno le gustaría poder dar, imitándolas, para pasmo del personal.
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