Hemos terminado hoy, en este día de otoño, espléndido, esta mañana,
antes de comer, mirando a ratos por la ventana las bocas de dragón doradas por
el rayo de sol… Oiga. ¿Sí? ¿Puede ir al grano? ¿Qué ha terminado hoy? Es
verdad, me dejo llevar por una sensibilidad poética que sin duda le resulta a
usted ajena por completo. Veamos.
Hemos leído La revolución francesa de Pierre Gaxotte. Se publicó en
1928, aunque su autor continuó trabajando en el libro y mejorándolo para las
ediciones que siguieron a la primera. Se considera un clásico sobre la
revolución francesa, analizada desde una perspectiva crítica. Por esa razón fue
en su día todo un acontecimiento. Lo calificó León Daudet de “libro bomba”. Todavía
lo es hoy, pues el relato oficial de la revolución consiste aún en su panegírico
y sigue resumiéndose como la lucha del pueblo contra un tirano y su séquito. Lo
cierto es que nada hay más lejos de la realidad que ese esquema utilizado para
afianzar ideológicamente determinados regímenes y una cierta Francia. En fecha
tan reciente como 1989, bicentenario de la revolución, la publicación de libros
sobre el genocidio de la Vendée fue obstaculizada o silenciada y sus autores
molestados o incluso perseguidos. Pocos años antes, el estreno de la
coproducción polaco-francesa Danton, dirigida por Andrés Wajda y financiada en
gran parte por el ministerio de cultura del entonces socialista gobierno
francés, fue acogido con indignación y hasta furia por la izquierda francesa,
generándose una fuerte polémica. Pierre Gaxotte explica como no hay tal tirano
y como la revolución es realmente la obra de unos pocos, decididos, bien
organizados y capaces de todo. Un esquema con muchos puntos en común con este
se repetirá con los bolcheviques de la revolución de octubre de 1917.
Vemos una cita del libro:
Un
voyageur qui n’a pas vue Paris depuis six ou sept ans promène sur la ville un
regard stupéfait. Toute la France à l’air d’être à l’encan. On vend les biens
des condamnés, des faillis, des émigrés, des familles ruinés par l’inflation.
La vente de Versailles à durée un an. Les plus beaux meubles ont pris le
chemin de l’Angleterre. Les galeries du Palais Royal et les rues proches sont
une sorte de bazar ou l’on débite sans arrêt les vases, les tapisseries, les
objets d’art, le linge, les voitures, les livres, les vêtements, les
tableaux… Les petites églises de la Cité sont vendues, démolies, ou à vendre.
L’une est un théâtre, l’autre une fonderie, une autre un guignol. On a
installé une raffinerie de sucre dans le sous-sol de Saint Germain des Près.
Peu après Thermidor, la raffinerie a mis le feu à la bibliothèque du couvent,
la plus riche de France après la nationale. Partout on lit l’inscription : «
Propriété nationale à vendre ». C’est le prétexte d’une spéculation effréné.
On achète l’Hôtel d’un ci-devant. On le dépouille de tout ce qui peut être
vendu en pièces détachées, les plombs des toits, les glaces, les boiseries,
les fers forgés, les marbres, les trumeaux, les planchers, les boutons de
portes… Puis on en revend la carcasse, en profitant de la hausse de tout.
L’hôtel Biron est une guinguette, l’hôtel est un Orsay gymnase, l’Hôtel
Brissac est un bazar, l’Hôtel de Salm la propriété d’un ancien garçon
perruquier. Au rez-de-chaussée de l’Elysée, on trouve un restaurant, dans les
jardins un bal. Les étages et les dépendances sont loués en petits
appartements. Alfred de Vigny y habitera avec ses parents.
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Un viajero que no ha visto París durante seis o siete años recorre
la ciudad con una mirada aturdida. Toda Francia parece estar en almoneda. Se
venden los bienes de los condenados, de los quebrados, de los emigrados, de
las familias arruinadas por la inflación. La venta de Versalles ha durado un
año. Los mejores muebles han tomado el camino de Inglaterra. Las galerías del
Palacio Real y las calles cercanas son una especie de bazar donde se venden
sin cesar jarrones, tapices, objetos de arte, ropa, coches, libros, ropa,
pinturas... Las pequeñas iglesias de la Cité son vendidas, demolidas o puestas
a la venta. Una es un teatro, la otra una fundición, en la otra marionetas.
Se ha instalado una refinería de azúcar en el sótano de Saint Germain des
Près. Poco después de Thermidor, la refinería prende fuego a la biblioteca
del monasterio, la más rica de Francia después de la Nacional. En todas
partes leemos la inscripción: "Propiedad nacional en venta". Este
es el pretexto para una especulación frenética. Se compra el hotel de un ciudadano.
Se le despoja de todo lo que se puede vender por partes, las juntas de los
tejados, las ventanas, las maderas preciosas, el hierro forjado, los mármoles,
los pilares, los hierros forjados, los pomos de las puertas... Luego se revende
la carcasa, aprovechando la subida de todos los precios. El Hôtel Biron es
una taberna, el hotel de Orsay un gimnasio, el hotel Brissac un bazar, el
hotel de Salm es propiedad de un antiguo mancebo de peluquería. En la planta
baja del Elíseo hay un restaurante, en los jardines un baile. Los pisos y
dependencias se alquilan en pequeños apartamentos. Alfred de Vigny vivirá
allí con sus padres.
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muy bien, por fin conio.
ResponderEliminarEntiendase como se debe. Y por favor moderese.
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