Pese a su formación jurídica y su larga experiencia en la cosa pública, parece que el Presidente del Gobierno desconoce que su única función es gobernar.
Gobernar, en español y según el Diccionario de la RAE es, en su primera acepción mandar con autoridad o regir algo y en su segunda acepción dirigir un país o una colectividad política.
Uno diría que el asunto está claro, pero por sus actos y omisiones, para Mariano gobernar debe de ser no hacer nada y esperar a que las cosas se vayan pudriendo y otros le vayan sacando las castañas del fuego.
De las cuestiones que planteaba en mi última entrada ya hemos despejado una. Me preguntaba dónde estaba el Rey, Jefe del Estado y garante de la unidad de España. Pues bien, ya lo sabemos, el Rey Felipe VI se ha puesto en primera fila y les ha recordado a los golpistas y a los inactivos responsables del gobierno las obligaciones de unos y otros.
El Rey, de momento, no puede hacer más, el siguiente paso sería ponerse el uniforme y ordenar a las fuerzas armadas que ocupen el territorio sublevado o ir a Moncloa y sacarle a patadas al inútil de Mariano forzando una crisis de gobierno.
Conociendo España y la tendencia a los bailes en la sombra y las operaciones detrás de bambalinas, no me extrañaría que a Mariano le acaben torciendo el brazo para que haga lo que tenía que haber hecho hace meses, si no años, pero a estas alturas y ante su flagrante inacción está claro que haga lo que haga será a regañadientes y obligado por fuerzas externas a su círculo íntimo.
La que está políticamente muerta y enterrada es Soraya. Ha bastado un envite serio para que se le vean sus auténticas entretelas. Su ejecutoria es ridícula, su protección de los medios que apoyan al Golpe es sencillamente escandalosa y me pregunto si no podría ser objeto de una futura investigación judicial.
Ayer asistimos a una nueva declaración televisada del golpista Puigdemont que se permitió el lujo de contestar en público al Rey y reclamar una "mediación" como si en vez de un golpe y estar en España el fuera el líder de la isla de coco pelado y estuviera en un proceso de descolonización setentero.
Uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la sociedad española consiste en que grandes capas de la misma llevan cincuenta años comprando la basura intelectual de la izquierda revolucionaria y eso explica las protestas por la "violencia policial", la no asunción de responsabilidades ciudadanas, las apelaciones a derechos de autodeterminación, conflicto internacional, mediación y demás monsergas a las que se han dedicado decenas de miles de páginas escritas por descarriados mentales y dirigidas a un público indigente y amoral que tras leer algunas de esas doctrinas en versión abreviada se consideran preparados intelectualmente para defender cualquier sandez de siniestras consecuencias.
Que los apoyos de Puigdemont vengan, entre otros de Pablo Iglesias y de determinados miembros de la jerarquía eclesial no debe sorprendernos ya que comparten las mismas inspiraciones intelectuales de la izquierda, lo que si puede sorprender a los votantes bien-pensantes del PP es que haya gentes en ese grupo de poder que compartan esos postulados y permitan la continua, persistente e infatigable acción de laminación de la idea de España.
Quizá esta catarsis que nos toca vivir tenga el efecto positivo de abrir los ojos e iluminar las conciencias.
Mientras Mariano permanece parado, inmóvil, atenazado, escondido y sus ministros no dan el paso y se mantienen a su misma altura, la del enano moral.