martes, 19 de noviembre de 2019

Hay personas. De los diarios de A. B.


Hay personas que tienen otra edad, que siempre son mayores, o que siguen en otra época, en la que por formas, voz, aires y gestos, permanecen. Aunque el tiempo a que se remiten haya pasado. Una de ellas, cuya voz viril y maneras sencillas parecen salidas de la noche de los tiempos, me llama hijo al hablar conmigo y se pregunta qué vamos a hacer con esta vida.






miércoles, 13 de noviembre de 2019

No vamos a entrar al capote político.

El espantoso y obsesivo peso de la actualidad, toda hecha de partículas digitales. Se sueña con un lugar retirado, tal vez con una biblioteca silenciosa, dentro de una gran casa. Las paredes están forradas de libros, la chimenea encendida, dos butacones de lectura cómodos, mesas bajas. Hasta se puede fumar un habano. Por la ventana, al levantar la cabeza del libro, se ve la tarde gris. El inmenso silencio es un presagio de nieve. Algunos copos sueltos. Una corneja cruza el paisaje dando brincos por el suelo. Las ramas desnudas de un árbol inmenso se estremecen por la ligera brisa, aunque parece que lo hacen de frío. Pasar allí unos días. Pasear.





viernes, 25 de octubre de 2019

Cachalote.

Por su frente plana, inmensa, como un acantilado blanco, es más semejante al cachalote que a la ballena. La panza redonda y dura, sobre la que se tensan, en un esfuerzo terrible de resistencia, las costuras de la camisa, recuerda a una enorme bola de billar, dura, redonda, con el aire pulido del marfil que le presta la gastada tela de la camisa blanca. Si quitáramos la camisa, aparecería esa misma panza, pero dotada de carne y de carnes, que no es lo mismo, voluminosa y elástica. También, a ratos y lugares, fláccida, blanca, blanda, azul, peluda, pesada, grávida, real. Desaparecería el pulimento, una vez en pelota. No queremos verlo dice Maleni que viene de su clase de acqua-gym, enfundada en su traje sin costuras. ¡¡No queremos verlo!! A esos gordos habría que hacerles algo, prohibirles algo, empujarles, no sé, ¡hacer algo contra ellos!

Sin embargo el diagnóstico de la infame Maleni es erróneo, pues no hay más gordura que la panza, como si Cachalote se hubiera tragado un melón, o una sandía más bien, redonda, inmensa, blindada. El resto de la estructura es esquemática, trazada con líneas delgadas y secas, duras. El cráneo anguloso a partir del acantilado, la nariz larga; la boca es un trazo oscuro, como un corte atravesado. Los miembros secos, organizados sobre articulaciones nudosas, las manos sarmentosas. Al moverse, toda la estructura cruje y avanza a trompicones, como un navío en la tormenta.

miércoles, 16 de octubre de 2019

Comentario a un comentario.


Nota: sobreabundan los análisis políticos y jurídicos en los medios y las redes, dónde  podrán ustedes saciar su sed de  novedades informativas e interpretaciones originales que nosotros no podremos darles. Esto no impide que de vez en cuanto reproduzcamos aquí alguno de los inocentes comentarios que en forma de cartas  al director o similar envían Doroteo, Genaro  García  Mingo o el Gran Bergamota, tanto al  Heraldo como a la Voz de Nava. Sobre todo al segundo, más inclinado a beber los vientos del momento. Un ejemplo de esta inocente y anticuada costumbre es el texto siguiente, publicado en la Voz de Nava. En el Genaro García Mingo, plumífero con ínfulas, expresa su desacuerdo con un  comentario  elogioso a la sentencia. La Sentencia por antonomasia.

Sr.  Director,
Algunas cosas me llaman la atención: En el comentario parece que subyace cierto temor a que se nos pueda considerar no homologables a otros países europeos, como si hubiera que demostrar una y otra vez lo adecuado, garantista y estupendo que es nuestro sistema jurídico. Miramos demasiado hacia fuera y damos un valor a todas luces excesivo a los demás países de nuestro entorno. A mi modo de ver, esta falta de confianza radical en nosotros mismos, es uno de los factores, uno de los muchos, que llevan años impidiendo una redacción adecuada y contundente a lo que ocurre en Cataluña, en las provincias vascas y en el sistema de las autonomías en general. Somos tan estupendos que nos negamos a ver que ocurren cosas anormales y excepcionales, no vaya a ser que se emborrone el cuadro que nos hemos pintado y es tan bonito. O todo funciona tan mal que mejor no hablar de ello. Sería deseable encontrar el punto de equilibrio.
Por el contrario, el punto de equilibrio no me parece argumento válido para defender la sentencia. Que disguste a unos y a otros no la hace mejor ni peor. Pensaba que la vara de medir debían ser la Justicia y la Verdad, no la opinión pública.

Me sorprende también lo de calificar a los independistas de partidarios de una democracia iliberal. Parece un extraño circunloquio para no decir totalitario, tribal, etc. Tenemos ante nosotros desde hace años un asalto totalitario que no sabemos cómo parar, no por falta de medios sino por falta de convicciones.

Y por último, saliéndome ya lo entiendo, del ámbito del comentario de la sentencia, la violencia lleva presente en Cataluña, muchos, muchísimos años -empezando porque no se cumplen allí las sentencias del TS- y con esta sentencia poco remedio se pone. Cuando veamos salir a la calle en un año a los condenados el mensaje estará claro: puedes organizar la de San Quintín con los medios de la administración, contra el sistema constitucional y tampoco es para tanto, adelante pues. Y no se nos diga que es el resultado del sistema que nos hemos dado cuando instructor, fiscalía y abogado del estado coincidían en la calificación, antes de la sustitución de este último a instancias del Gobierno. Mientras tanto el ciudadano de a pie, a callar. El estado de derecho en España lleva años tambaleándose y las dos últimas sentencias del TS son dos golpes más, y muy fuertes. En fin.

lunes, 14 de octubre de 2019

San Abdón.


Abdón Felices Dupuis llegó una mañana a Nava, harto ya de que no le felicitarán el día de su santo, San Abdón. Su tía, doña María Tecla Ruibarbo Colmenares, siempre tan joven a sus cien años, disfrutaba pasando voluntariamente por alto la efeméride y, un día, Abdón Felices no pudo más. ¡No puedo ya con la viella! No era difícil el traslado. Abdón era sobrio como un espartano, como un español antiguo, de esos que supieron hacer de la escasez virtud, inventando la sobriedad. Vivía de dar clases, realizar traducciones, corregir textos, escribir algún artículo, y no gastaba más que para comprar libros y renovar de vez en cuando su vestuario. La vivienda en Nava no era un problema, se lo había asegurado Doroteo, pariente lejano de su padre difunto, Abdón Felices Ruibarbo. ¡El rico del pueblo! Con esa expresión despectiva se refería doña Tecla al bueno de Doroteo, pese a que no hacía mucho que habían cenado juntos en casa de la Condesa y entonces la vieja se había deshecho en cumplidos y había sido todo mieles.
Y es verdad que Doroteo era rico, pero no en el sentido de riqueza tosca y ordinaria que apuntaba la vieja con toda su mala idea. La casilla molinera que le ofrecieron era perfecta con su fachada encalada, una sola planta, dos cuartos, sala, cocina y lo demás. Y el patinejo de la casa estaba ajardinado. Soleado durante casi todo el día crecían los rosales adosados al tapial que lo cerraba, con verdadera frondosidad. Era condición del arrendamiento, prácticamente simbólico, cuidar del pequeño jardín.


PEPITORIA


Pepitoria, ensalada de varias cuestiones, eso es lo que Abdón Ruiz y Colmenares sirvió a su Tía María Pepa para tratar de lograr su intoxicación física mediante la palabra abstracta.
Pepitoria de lecturas sueltas. Pepitoria de altas filosofías, florilegio y pepitoria de doctrinas morales destrabas.

Pepitoria:
1. Guisado que se hace con todas las partes comestibles del ave, o solo con los despojos, y cuya salsa tiene yema de huevo.


2. f. Conjunto de cosas diversas y sin orden.

jueves, 10 de octubre de 2019

Carta de Genaro García Mingo, publicada en el Heraldo de Nava.


Agradecemos al Heraldo de Nava, decano de la prensa local, el permiso para reproducir a continuación la carta enviada por Genero García Mingo Emperador a su director. La carta es un comentario a una tercera firmada por el propio director y publicada en el mismo periódico, texto que se omite aquí, porque sí. Ha sido calificado como wonderful y glamourous por la crítica.



Sr. Director,
Vaya por delante mi agradecimiento por su análisis y por el esfuerzo de poner las cosas por escrito. Sin embargo, mi impresión es que su entrada no es sino darle vueltas una vez más a un fenómeno conocido desde hace décadas. La democracia secuestrada por la partidocracia era un asunto que ya se trataba en la facultad de derecho, como parte del temario de primero de carrera, en mi caso a finales de los años ochenta. Ya se apuntaban entonces, mejor dicho, ya se señalaban con toda contundencia como quebrantamientos a nuestro sistema político la sentencia del Tribunal Constitucional en el caso Rumasa y la aprobación de la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial, donde se reguló de forma definitiva el Consejo, derogándose la Ley Orgánica de 1980, y que implicó un cambio en la forma de elección de los vocales, impulsada por el PSOE de la mayoría absoluta. Puesto que al principio de su artículo de alguna manera renuncia usted a proponer soluciones, su texto viene a ser una cierta confesión de impotencia. No es algo que yo le reproche, porque creo que la misma impotencia la sentimos muchos españoles.


Yo me atrevo a vaticinar que prácticamente ninguno de los buenos deseos de reforma que expone el autor llegará a concretarse. Al menos no de forma pacífica. No veo yo a esta clase política renunciando a sus prebendas, no veo en el horizonte nada parecido al tan mentado harakiri del franquismo. En cuanto a las agencias de control, ¡Dios nos libre de tener que sufragar más organismos públicos para uso y disfrute de partidos políticos!


Al llegar a cuestiones de fondo, se percibe una posición relativista (“no imponer una versión de la verdad sobre otras”) y una vaga apelación a la vigencia de la llamada sociedad abierta. Y es aquí dónde puede que se encuentre la clave de lo que sucede, no en España, sino en todo el llamado occidente: asistimos al declive casi absoluto de un sistema al que no parce posible reanimar. El mundo surgido de las revoluciones francesas y americana llega a su fin. Como reconocen los propios liberales más conspicuos, no hay libertad sin tradición (Hayek lo explica en Los fundamentos de la libertad). Pero puesto que el liberalismo supone hacer del hombre la medida de todas las cosas y consagrar la libertad de espontaneidad o libertad negativa, esa misma circunstancia ha ido erosionando las bases de un sistema que pese a todos sus terribles efectos (pensemos en el siglo XX) era capaz de sostenerse. Mientras el liberalismo creció sobre la tierra todavía fértil de la antigua cristiandad, pudo dar frutos. Con la definitiva descristianización que nada ha sustituido el edificio se derrumba. ¿Cómo funcionar sin creencias comunes? ¿Cómo puede sobrevivir una sociedad que no se pone de acuerdo ni siquiera sobre cuestiones básicas de sexualidad, biología, naturaleza humana? No nos queda ya ni siquiera vigor biológico para reproducirnos. No se construye sobre la nada, ni sobre el capricho de cada cual, ni sobre la llamada cultura de la muerte. Es lógico que ante esta situación no sea fácil proponer soluciones. Y es muy dudoso que encontremos las soluciones en las causas de lo que hoy sucede.