martes, 7 de mayo de 2019

Confesiones a mediodía.


Volvía Doroteo con los pelos de punta. Se habían despedido hasta la hora de comer. Mira Doroteo, cuanto más escarbas, es decir, cuanto más intentas recuperar el tiempo perdido con un poco de formación, mayores son los descubrimientos que vas haciendo a tu alrededor, desoladores los más. Lo que creías que era sólido, al menos formando escuadra contigo, se cae de repente como las bambalinas viejas y apolilladas de un teatro cerrado. Y te deja estornudando, cubierto de polvo. Cae un bastión que creías sólidamente defendido, luego otro, luego los soldados uno a uno. No eran infantes sino máscaras de carnaval, escondiendo la sonrisa de la calva parca. A medida que los propios ojos se van abriendo algo más, a medida que van cayendo las telarañas que los cegaban, el mundo se va desmoronando y constatamos hasta qué punto la descristianización es cuasi completa. Como en una ciudad bombardeada queda una fachada carcomida, maltratada, pero detrás no hay nada. El edificio se ha hundido y la gran nube de polvo levantada por el derrumbe, que nos impedía verlo, se está deshaciendo, cayendo al suelo como un velo viejo. ¿Cuánto tardará en desplomarse la fachada? 
Mira Doroteo, no es que estemos al borde del abismo, es que hace tiempo que hemos caído dentro. Pero la mayoría no se ha enterado de ello y sigue como si tal cosa, jugando con las cartas del nuevo juego que le han ido repartiendo, convencida de que sigue jugando al antiguo. Van los domingos a jugar con las formas del culto viejo que para el resto de la semana no significa nada, no determina nada. El resto de la semana se juega con eso que llaman los valores que nos hemos dado, eso que se dice que todos compartimos y que no se sabe que es. Todos es autorreferencial y onanista. Otros tienen las manos extendidas como para que alguien tire de ellos y les saque del pozo, pero resulta que estamos todos dentro. Hay que volver a empezarlo todo, desde cero, a brazo partido. Que fastidio, oyes, me decía el otro día, sarcástica, una del público. Una tiorra deslenguada, tapona y agresiva, que dice que soy un cenizo. La tuve que mandar a paseo diciéndole que la buscaban en el pinar para encontrar trufas… ¡Se cogió un rebote de tres pares de narices! Cuando quiso sacudirme yo ya me había esfumado.


La humorada final suavizaba el recuerdo de la conversación que Doroteo rumiaba meditabundo y le impedía decidirse. ¿Fumada larga o corta? Si Bergamota va a ponerse transcendente tal vez sea mejor abreviar. Pero si nos da por la risa sería una pena quedarse corto. Vamos a por un 8-9-8 que puede dar de sí en ambas situaciones.
***









lunes, 6 de mayo de 2019

Lapsus (coda)

Si ya lo decía don Leopoldo, con aquella

facilidad suya: “Todas aquellas necedades

ensartadas en lugares comunes; aquella

retórica fiambre, sin pizca de sinceridad (…)”

La Regenta, Leopoldo Alas Clarín, capítulo

XVI.

sábado, 4 de mayo de 2019

LAPSUS


Como ya explicamos en su día, Cepogordo no hace ya crónica política por razones evidentes y sobre las que no hace falta insistir.

Esto no impide seguir observando lo que ocurre a nuestro alrededor y a veces, como ahora, anotarlo. Nos ha hecho gracia, por decirlo de alguna manera, la coincidencia de dos lapsus significativos en una misma semana.
Según el Diccionario de la lengua española de la RAE, un lapsus es una falta o equivocación cometida por descuido.
No hace volver a contar el lapsus de la periodista María Rey asociando el dos de mayo  con una revuelta contra las tropas de Franco… Lo revelador del asunto es que el error consista en asociar el evento conmemorado precisamente con Franco. No podía haberse cometido la equivocación asociando el dos de mayo con otro personaje histórico más cercano en el tiempo. Qué se yo, Wellington, Carlos III, Esquilache… A menudo un lapsus no es más que eso, un error, producto del cansancio o de los nervios. Pero en este caso, es toda una explicación, toda una metáfora del estado de intoxicación colectiva en que vivimos.
¿Y la reacción de la prensa disculpando rápidamente a la periodista? Cierre de filas corporativo, ideológico, de amiguetes. Hasta el escritor este tan valentón, auténtico capitán Matamoros, verdadero matón de las redes, que tan recio arrea cuando el enemigo tiene pocos medios de defensa, que quería pegar físicamente a aquél escritor mayor y hoy olvidado, con su bufanda, que en paz descanse; incluso este trabucaire, mezcla de periodista y plagiador de folletines decimonónicos, se calla, se achanta, cierra filas.

Y el segundo lapsus es el siguiente, temo que también revelador y no simple producto del cansancio.
El que tenga ánimo y estómago podrá encontrar en la tercera del ABC del tres de mayo un artículo firmado por el rector de una universidad católica. Un espantoso revoltijo de lugares comunes que provocarán nauseas en el lector más sensible, y que son motivo suficiente para retirar de inmediato a los estudiantes matriculados en esa universidad si realmente el espíritu de la tercera ha llegado a permear hasta las clases.

La ensalada mixta es espectacular, tiene de todo. Referencias a la actualidad más intrascendente -como empezar el artículo citando a esa horrible niña sueca convertida en espectáculo mundial- o dudosa – ¡la ONU y su agenda de desarrollo sostenible!-; el uso de un lenguaje mitad académico mitad clerical, que si son ambos incomprensibles por separado, mezclados ya ni les cuento; una predicación entre religiosa y ecológica hueca, vacía, tan inane que provoca vergüenza ajena. Sirva de ejemplo esta frase: “(…) encuentran en ella el marco adecuado para alinear creativamente sus esfuerzos por la justicia social mirando de frente a las condiciones socioeconómicas y medioambientales, con el signo de los tiempos de la diversidad cultural y religiosa.” Y no es la peor. Y entre toda la hojarasca, aparece lo que desde luego tiene que ser un lapsus: “Ahondar en el pozo de la tradición cristiana se convierte en modelo e invitación para que otras tradiciones (…)”. A Lo mejor nos pasamos de puntillosos o somos un poco retorcidos, pero pensábamos que la tradición cristiana es más una fuente que un pozo, que no son exactamente lo mismo.

La fonte que mana y corre aunque es noche...

Debe ser que lo de fuente no va ya con el signo de los tiempos o que es poco diverso. En fin.

Para LA VOZ DE NAVA, Genaro García Mingo.


jueves, 25 de abril de 2019

Oiga, ¡es que usted sólo habla del tiempo! ¿Y que quiere que le diga?


¡Como llovía ayer, a cántaros! El agua caía constante, grave, gruesas gotas rebotando sobre el suelo. Resguardado en un soportal la miraba caer y caer, y por detrás de la gruesa cortina de agua, los álamos con las hojas de un verde encendido, y el horizonte despejándose a la lejos. Por un momento, a no ser por los matices de la luz y que todavía era de día, parecía que habíamos vuelto al invierno. ¡El invierno! Con su silencio, su penumbra y la sensación de que no hay que hacer nada todavía, de que se descansa de todo, y de que por delante quedan horas y horas de chimenea y lectura. Pero la lluvia levantaba el olor de la primavera, un frescor que sólo es de este tiempo, un vigor que sólo esperaba la humedad para dispararse.


jueves, 4 de abril de 2019

¡De repente un chino!

La mañana luminosa y helada, los coches cubiertos de hielo, por fin, el termómetro caído bajo cero. Por el poligó, tapada su fea desnudez por los rayos del sol y la bóveda de este inmenso cielo azul, resiste el chupatintas. Resuenan los pasos del caminante, chasquidos secos y regulares marcan cada zancada y contrastan sus artesanales zapatos de piel de potro abotinados, de encerados cordones, con el calzado industrial de seguridad. Oiga pero no haga estas comparaciones clasistas que le van a decir algo.
Por el suelo un tornillo, plásticos, un envase, papel de magdalenas revoloteando. Sopla un aire frío que huele a nieve. Un largo camión de tres pisos descarga coches en una bocacalle, llenando el aire de ruidos metálicos, un chirriar de muelles y hierros. Las tapas de las alcantarillas están recubiertas de una capa delgada de hielo, las que siguen a la sombra. No es aconsejable pisarlas si uno quiere evitar el estacazo gratuito y absurdo. Un tío piernas duda con el coche, por aquí o por allá y me mira como pasmado. Conduce tocado con un infame gorro de lana. ¡De repente un chino!


lunes, 1 de abril de 2019

ESPLENDOR


Esplendor en la hierba.

Though nothing can bring back the hour
Of splendour in the grass,
of glory in the flower,
We will grieve not, rather find
Strength in what remains behind

William Woodsworth es considerado como uno de los grandes poetas ingleses del romanticismo, a caballo entre los siglos XVIII y XIX. Nos fiamos de lo que dicen los libros, pues no hemos leído su obra.
Es autor de los versos de donde proviene el título de la película que comentamos. Versos que a lo largo de la historia que se nos cuenta, tan bien narrada, tan perfectamente dicha con el lenguaje del cine, servirán, recitados por primera vez por la protagonista, como detonante de una dramática crisis personal. Tal vez motivada por la profunda comprensión de su significado y el rechazo a admitir que puedan ser ciertos. Recordados de nuevo más adelante, servirán para confirmarnos, con un punto de tristeza y sin sabor, que el ciclo ha concluido, que la crisis ha quedado atrás, que lo dicho por el poeta con su punta de resignada melancolía era cierto y que la vida, tal vez en algo mermada, quebrada en su belleza e inocencia más primigenias, puede, a pesar de todo, continuar.
Natalie Wood, alumna de último curso de bachillerato, está en clase de literatura. Piensa en el noviazgo con Bud, encarnado por Warren Beatty, terminado hace poco. No presta atención a los versos de Woodsworth que recita la profesora. Al darse cuenta de ello, ésta le pide que se ponga de pie y que abriendo el libro los lea en voz alta para toda la clase. No es la primera escena de la película que transcurre durante la clase de literatura. En las anteriores hemos podido ver qué poco interés tienen los alumnos por lo que se les enseña. Nada les interesa esa literatura que es para ellos una letra muerta hace muchos años, por completo ajena al pueblo de Kansas en el que viven y a sus familias. Hasta que en esa escena los versos cobran toda su fuerza.
Se trata de un momento fundamental de la película y puede servir como muestra de su excelente guión y realización, de que cómo ese momento culminante se ha ido preparando, sin que el espectador lo advierta, por distintos momentos anteriores. No es por supuesto la única escena memorable.
La actuación de Natalie Wood a lo largo de toda la película es espléndida. La acompaña un elenco de actores también magníficos que ayudan a entender la fuerza de ese cine y que no haya perdido ningún vigor.
Es una película del año 1961. Anterior por tanto a la revolución de las costumbres que estaba al caer con la contracultura de los sesenta. Es central el tratamiento de la sexualidad en una ciudad provinciana de los años veinte del siglo pasado. Por una parte, el sexo no existe, está oculto, es un tabú. Nada debe suceder entre los novios. La única preocupación de la madre de ella, es que no hayan ido demasiado lejos. Hasta el punto de que cuando se queda a solas con su hija no es sino para preguntar siempre por lo mismo. Lo que da pie a la otra cara del asunto: una cierta obsesión por el sexo, soterradamente omnipresente y desviado hacia formas de violencia (escena del aparcamiento durante la fiesta de nochevieja dónde la hermana del Bud se ve rodeada de hombres violentos, los cuales, en público, se habían negado a bailar con ella, precisamente por su comportamiento provocador) o cinismo (escena en la que el padre de Bud le explica que hay dos tipos de chica y que puede desahogarse con el segundo tipo). La crítica de esa pequeña sociedad provinciana es demoledora. ¿Constataba la película una realidad o preparaba el terreno de la revolución de costumbres por venir, parodiando hasta la exageración los defectos de las gentes de ese pueblillo de Kansas?
Tratándose de Kazán, nada descubriremos diciendo que Esplendor en la hierba es un drama y que no ahorra al espectador ningún sufrimiento en el retrato de la relación amorosa entre Dennie y Bud, sobre trasfondo de vida provinciana y vísperas de la Gran Depresión.
Asistiremos a la incomprensión entre generaciones y la dificultad de comunicar –algo generalizado entre todo los personajes- son temas centrales a lo largo de toda la película, pero que de alguna forma irán resolviéndose, aún a costa de exponer con toda crudeza la personalidad de varios de los protagonistas. Exposición dolorosa en el caso de la madre de ella, luminosa en el caso del padre. Respecto de este último, partimos de un personaje apagado al principio, que a lo largo de la historia irá creciendo de forma discreta pero sólida, descubriendo el espectador una personalidad rica y firme que sabrá corregir bondadosamente los excesos de su mujer.
Asistiremos también a la proyección de los anhelos o frustraciones de los padres sobre los hijos, esperando que estos realicen lo que sus padres no lograron –es la clave de la relación entre Bud y su padre-; a la obsesión puritana con el sexto mandamiento que todo lo impregna.
¿Tiene algún sentido recordar ahora Esplendor en la hierba? ¿Recordar a Elía Kazán? Tal vez para dejar constancia de la excelencia de la película, de cómo no ha envejecido, de hasta qué punto es un gran cine, y de esta manera rendir homenaje a su director, al que debemos títulos tan soberbios como Al este del Edén, Un tranvía llamado deseo o La ley del silencio. Las dos últimas películas protagonizadas por Marlon Brando, de alguna manera descubierto para el cine por Kazan.

Para el Heraldo de Nava, A. Bergamota. Polígrafo.

Coda: Gula, avaricia y lujuria. Tres pecados capitales representados por uno de los personajes fundamentales de la historia: la madre. Este detalle nos lo apuntaba un sagaz espectador que volvió a ver la película con nosotros y les dará una idea de la densidad de la historia.
La madre come durante toda la película, se la ve a menudo bocadillo en mano, zampa que zampa. Uno de sus temas de conversación preferidos y recurrentes es el dinero, las acciones de las que son propietarios, el dinero que producirán si siguen subiendo, todo lo que el dinero podrá comprar, el dinero que tienen los vecinos. Le brillan los ojos, se frota las manos. Y finalmente una obsesión por la sexualidad verdaderamente morbosa, hasta el punto de que la relación con su hija se centra a menudo en ese aspecto, saber si la joven ha hecho o dejado de hacer. Es decir, saber y controlar si mantiene relaciones sexuales y en la medida de lo posible evitarlo.
Como ya hemos apuntado la obsesión por la sexualidad y una relación enfermiza con el tema son por otra parte bastante comunes a muchos de los habitantes del pueblo. Podría decirse incluso que son una característica de esa comunidad, junto con el éxito y el dinero como objetivos vitales primordiales. Parece como si una represión muy fuerte apenas lograra sujetar unos impulsos que al soltarse resultan muy violentos, casi feroces. Luego llegará la Gran Depresión. La pintura que realiza Kazán del pueblo como comunidad o como sociedad tiende a inmisericorde. De los adultos no se salva más que el padre de Dennie realmente. Más interesante –siendo espléndida toda la película-, más sutil y refinado es el retrato de la juventud y del complejo tránsito a la vida adulta.
***