martes, 20 de junio de 2017

CIEN POEMAS DE AMOR Y VENTE CANTOS DE CORNEJA

Nuestro eminente colaborador y afamado políglota, Fernando Tilde Cesura, nos hace partícipes de la inminente aparición de su nueva obra titulada "Cien poemas de amor y veinte cantos de corneja en la Corte de Lin-Tai-Pu" publicada por la selecta y celebrada editorial 
Losa Editores, en su colección de poesía y teoría literaria Avutardas Albinas.

Ofrecemos en exclusiva uno de los poemas, traducido por nuestro amable colaborador, un ejemplo de la exquisitez oriental y la belleza expresiva que nos conmueven, como el aroma del jazmín y la pinaza.

Pi-Lu, peonía de suaves pétalos
El estanque brilla bajo la luz de la luna
A lo lejos suena una canción de la tuna.

Yin-Chu, pino de frondosas ramas
La carpa me mira fascinada
mientras pienso en brasas calientes y vino frio. 

Kao-Lin, tu tez es blanca como la tiza
La frase se compone de sujeto, verbo y predicado.
¿porqué hacerte el amor resulta tan complicado?

Pi-Lu, Yin-chu, Kao-Lin, mi vida sin vosotras
no tiene sentido, marcho a tirarme desde lo alto del viaducto.

Chao-chin.

lunes, 19 de junio de 2017

MENSAJE DE CORFÚ RECIBIDO EN LA REDACCIÓN

De nuestro corresponsal en Corfú recbimos el siguiente mensaje que reproducimos por su indudable interés periodístico. Con su habitual prosa elegante, Aristides Makrokopulos nos ofrece un extraordinario análisis sobre el estado de cosas en Europa. Se puede decir más alto pero no más claro.

La Redacción.

λας γολοσίνας γυσταν  βαστάντε α λος λαμινέρος, αλ μένος ες λο κυε σε δική εν αραγονιές εν ιστός κάσος.
 Ελ κίε ποέτα τραδυκίρ έστω κυε λε δε ρεκόερδοσ α μη πρίμα Ασυγκίνητοó, κυε χάσε υα διεζ αñως κυε μαρχο α βιβίρ α Μοντεβιδέο η εσκριβε πόσο.
Τρες ιράν τρες, λας ηύξας δελ μολινέρο. ¡Η κυε κωλο τενιαν λας μου καναλλασ!
Λα τια ενρικύετα τένια υν γυανετε ξόδιο, κυε ξόδιο ελ γυανετε κυε δόλια μεáσ κυε υνα λίτρα προτεστάδα.
Βόενο, πόες κυε τηγάνι βυεν δíα.
Σαλοδοσ 
Ανακλητο.

viernes, 16 de junio de 2017

EL SPLEEN DEL PRIMO TOTÓ

El primo Totó viene a Madrid a pasar unos días de vacaciones. El primo Totó es el hijo mayor de la tía Virgina Livia, a la que todo el mundo en Roma conoce como Donna Livia. El parentesco con los Ortini di Peruginni nos viene por el tío Ernesto, hermano pequeño de papá que conoció a la tía Virgina durante un viaje a San Remo que acabó en boda y le permitieron cuarenta años de pegarse la vida padre en el Palazzo Ortini a medio kilómetro del Vaticano. El tío Ernesto era (según el gossip familiar) el más indolente de los hermanos de mi padre, lo cual, créanme ustedes, es mucho decir. Según me informa la prima Casilda que sabe mucho de los asuntos de la familia y que al ser de Bilbao si no tiene razón al menos impone su opinión, el tío Ernesto se pasó cuarenta años vistiendo impecable, asistiendo a la ópera impecable, comiendo impecable, montando a caballo impecable y aguantando a Donna Livia con actitud impecable y paciencia infinita. Totó tiene tres hermanos, dos varones Gigí (Gabriel Ernesto Ludovico) y Ursino (Joaquín María del Rosario) y una hermana Lilí (Livia Marcela de las Angustias) que es bellísima, miópe y cataléptica.
Según me cuenta la prima Casilda, entre sorbo y sorbo de Murrieta, el tío Ernesto falleció al día siguiente de enterarse de la subida de impuestos que planeaba el nuevo gobierno socialdemócrata de la república italiana. Es verdad que he oído al primo Patricio (mejicano, bebedor y canchero, del que les hablaré otro día) que eso es pura invención y que el tío Ernesto falleció tras una semana de excesos con motivo de la visita a Roma de su amigo y condiscípulo Fernandito Guisasola. Cualquiera sabe. El caso es que la tía Livia se quedó viuda y al cargo de cuatro hijos aún mas indolentes que su marido. Gracias a que el Altísimo protege a muchos incapaces, la tía Livia recibe unas rentas anuales fabulosas. Al parecer uno de los Ortini se casó unos siglos atrás con la hija de un banquero florentino de oscuras raices meridionales que aportó un río de oro por el que han navegado muchas generaciones de Ortini dedicadas al dificil arte del dolce far niente. 
El primo Totó aterriza en Barajas con más equipaje que la Maharajaní de Ruhalia que a tenor de las crónicas precisaba de cinco elefantes para portear sus baúles. Al llegar al aparcamiento y echar un ojo a mi maltrecho Saab frunce el ceño con esnobismo. Hace calor. El primo Totó viste de lino desde los Rossetti hasta el panamá y pese a ello se queja del calor. Se queja del automóvil. Se queja del aparcamiento y se queja de mi por dejar caer su valigetta d'Etro dónde me dice que lleva un laptop. Al tiempo que maldigo al primo Totó, a su equipaje, al calor de Madrid y a mi señora madre por mezclarme en este asunto, pienso que para qué diantres quiere un ordenador un tipo que lleva cuarenta años sin hacer nada más que cambiarse de ropa y flirtear con Julias, Valerias, Andreas, Livias y Carlotas.
Al llegar a casa y dejar el equipaje en manos de Antonio la cosa mejora un poco. Nuestro modesta residencia le resulta burguesa pero suficiente como pied-a-tèrre para curarse el ataque de spleen que lo tenía encerrado en casa sin salir.
Salimos a dar un paseo Serrano abajo. Nos cruzamos con la horda turística, espectáculo atroz de carnes, tatuajes, sudores, chancletas y chorts apretados mostrando nalgas monstruosas y pechugas de bisturí. El primo Totó camina por entre la plebe a paso lento y a medida que avanza, la masa se aparta ante el espectáculo de un europeo de otra época con zapatos lustrosos, traje de lino, corbata de lazo con topos de color heliótropo y sombrero de panamá con cinta tricolor. Unas japonesas le hacen una foto, una americana gorda se arrima con ánimo de hacerse un selfie. El primo Totó sin inmutarse fuma su Rothmans y me comenta: la plebe è lo stesso in tutto il mondo.
Como han cerrado Embassy y José Luis no es ni la sombra de lo que fue, he arreglado las cosas para ir a casa de Paco Vasconcelos, un amigo portugués que tiene un ático mirando al Retiro y nos invita a tomar el aperitivo. Paco Mendes de Figa y Alentejo, duque de Vasconcelos, aparte de ser el mayor coleccionista europeo de pitos irlandeses, asunto que merece ser tratado en otro momento y lugar, es un tipo de hombre al que se puede encomendar cualquier misión que requiera temple, paciencia y saber estar. La misión de aguantar al primo Totó requiere todas estas virtudes y habilidades y algunas más, pero mi recurso al amigo Paco no se ha debido tanto a sus virtudes cuanto al hecho de que su hermana Fernanda está en Madrid de paso, y Fernanda, queridos amigos, ha sido clasificada por todas las autoridades en la materia dentro de la categoría venusina superior; es decir una verdadera y auténtica sultana, una belleza ibérica morena, de piel dorada, piernas dóricas, estructura escultural, cabello negro córvido y mirada azul brumosa del color del oleaje otoñal que rompe contra los acantilados de Cascais. Que el encuentro "casual" con la bella Fernanda sea o no el remedio para el spleen del primo Totó es algo que sólo podremos empezar a vislumbrar en los capítulos que seguirán. 
Aquí les dejo que me espera una copa de fresca manzanilla.
Continuará... 

lunes, 12 de junio de 2017

Sobre el calor, con el pretexto de Miura, se dicen varias inconveniencias.

Con la corrida de Miura de ayer acabó para nosotros la feria de San Isidro. Justo a tiempo. Con Madrid asfixiado por un calor indescriptible, denso y aplastante. Más que nunca municipal y espeso hasta el extremo. La plaza hirviendo, los alrededores nefando, con la gente transformada en masa acalorada, en gentuza despechugada y corretona; el musleo derretido, desbordado e incontenible, el ruido ensordecedor, una olla a presión a punto de estallar. Pero todo llega a su fin, afortunadamente. Ha llegado el momento, justo el momento, de abandonar la gran ciudad recalentada, para irse cada uno, según le corresponda, a la quinta de recreo,  a la villa cercana a la costa -desde la que tal vez se vislumbre el mar-, al hotelito provinciano de umbrío y silencioso jardín. Volveremos en septiembre, a mediados, no es cuestión de tener prisa. En todas esas casas nos esperan la biblioteca con sus sillones de lectura, el salón de fumar, el jardín cuajado de rosales que se abren al caer la fresca, los veladores blancos, los paseos al amparo de blancas sombrillas y amplios sombreros de dorada paja, las tertulias de sosegada conversación y lánguido fumar, las horas de atenta y deleitosa lectura, las campanas de la Iglesia que se harán cargo del ritmo de las cosas. De buena, de excelente factura, dentro de la casa casi hace frío mientras los madrileños se achicharran como torreznos en la sartén. Así que los señores visten chaqueta y pantalón largo. Y un zapato cerrado, que puede ser una alpargata. El monte, la sierra, el campo, el mar…

¡¡Ahhh!! ¿Que usted se queda en Madrid? ¿Qué sólo sale quince días, a la carrera, pernocta en catorce lugares distintos, le cuesta una fortuna y vuelve peor de lo que se fue después de cien discusiones con centenares de hirsutos parientes? ¡Pero bueno! ¿Y usted quien es, quien le ha dejado pasar? A ver, Julián traiga dos mozos y echen a este señor a la calle, sin contemplaciones, con rudeza, que ruede, que muerda el polvo. Y si dice algo, le dan además unos bastonazos, tres o cuatro, no es cuestión de ensañarse. Con el que usted quiera, con el vergajo si prefiere. Pero acuérdese de moderar el golpe si usa el de cerezo ¡con lo que pesa! ¿Pero cómo se nos habrá colado en el jardín semejante pelagatos?

Hoy cenamos en casa de Doroteo, en el jardín de la parte de atrás, bajo la pérgola cubierta de jazmín de olor. Tato ha prometido una tabaco magnifico para la sobremesa. La condesa recibe también esta semana, en el frescor de su casona blasonada, cenaremos seguramente en el comedor de las panoplias. Sin que fuera necesario ponerse de acuerdo, Calvino de Liposthey dará señales de vida más adelante, para dejar días de soledad y retiro, de largos paseos, de largas lecturas. Entonces iremos a conocer la casa molinera que se ha arreglado, también en Nava. El gran corral ha sido ajardinado siguiendo un dibujo preparado con ayuda del Gran Polígrafo, inspirado al parecer en los jardines de la casa de Vicencio de Lastanosa, el amigo de Gracián. La cena de la fundación Tato será a partir de la Virgen de Agosto, cuando haya refrescado del todo si el tiempo no ha enloquecido completamente para entonces, como estos pobres madrileños que no teniendo a dónde ir tratarán de viajar sin un duro y medio en cueros, como un rebaño, sin hacer por tanto caso de las recomendaciones de Edgar Neville.

Así son las cosas oiga usted. Mire el otro días visitábamos un palacio madrileño. Y el guía, una señora trabajadora, soltaba su historieta. Al señalar una como terraza que da sobre el jardín explicaba que en ese lugar se estaban los marqueses en verano porque era más fresco. Le faltó decir que se iban allí los dos para estar más frejjquitos y describir a la marquesa en chancletas enseñando los dedillos, y al marqués en chores negros, con la canilla al aire y una riñonera llena de barritas energéticas y clinessss. Aguantándose las ganas de armarla Doroteo, que estaba entre los visitantes, explicó que era muy dudoso que los marqueses disfrutaran de la terraza en verano, simplemente porque los marqueses, en verano, no estaban en Madrid. Y no quiso decir más, ni a dónde iban ni por cuanto tiempo. Pues eso. 

¡UNOS QUE SE HABÍAN COLADO!


sábado, 10 de junio de 2017

El toro automático: San Isidro la víspera de Miura.

Esta actividad un poco extraña que es ir a ver toros, sólo o en compañía de Pototo, Boliche, Tato, el gran Bergamota, Calvino de Liposthey, toda esta gente que convierte la plaza en un hervidero social. Lo que también forma parte del asunto. El Amigo Pulardo, un poco hastiado, se negaba el otro día a saludar.

Hemos visto el toro automático, Jandilla. Es algo verdaderamente asombroso, el animal completamente mecanizado, frío, neutro, automático. Le buscábamos con los prismáticos, ¡con los gemelos hombre!, eso con los gemelos, el resorte con el que le habían dado cuerda sin duda. Imaginábamos al mayoral en los corrales con la gran llave de manivela. ¿Cuánta cuerda don Borja? Y esto lo decimos sin chufla. Hay que ser un ganadero realmente extraordinario para conseguir ese producto tan acabado, tan pulido, tan mecanizado siendo todavía un animal. Otra cosa es que nos guste ese toro o no. Y no nos gusta. No es el Toro. Es otra cosa, una automatización de lo zoológico que sirve para una forma de entender el toreo que a nosotros nos parece que rompe con lo que torear debería ser, con lo que ha sido torear durante siglos. Y que francamente, tiende a aburrir. El toro automático no plantea problemas, no los que plantea el toro bravo con algo de casta, cuyo comportamiento variará dependiendo de cómo se le hagan las cosas, o los que plantea el toro manso, no digamos el manso encastado, o el bravo encastado, codicioso, de poder. El toro automático pasará mil veces, las mil de la misma forma, sin enterarse, en la misma posición, al mismo ritmo. Nosotros que no vamos apenas a esas tardes de toros automáticos (de esos que permiten el lucimiento cuando no se desploman, el famoso toro artista –las memeces que hay que oír-) nos quedamos verdaderamente asombrados. Y el aburrimiento viene de eso, de lo previsible que no presenta desafío técnico alguno, que alarga las faenas, que resulta, al final, frío y carente de verdadera emoción. Y al asunto ese se le echa encima la palabra arte, para taparlo, y todos encantados, grita el Amigo Pulardo congestionado.

Frente al toro automático, la llamada semana torista. La denominación es ya indicativa de la crisis que se vive. ¿Es que un espectáculo que se llama “los toros” puede no ser torista, puede no tener como centro, como eje, el toro? Pues eso es lo que ocurre. Que el toro es el eje de la fiesta sólo durante los días finales de San Isidro y durante esos días, con la honrosa excepción de Talavante, a quien hay que agradecer el gesto –ya decía el Amigo Pulardo que los toros son gesto, como la vida misma-, las figuras se esfuman. Y se enfrentan al toro toro, otros toreros. A ellos les agradecemos también el gesto, como no, pero nos dejan con las ganas de saber qué pasaría si a esos Cuadri, Dolores Aguirre, Rehuelga (Santa Coloma Buendía) los torearan los que se supone que son los mejores toreros. ¿Veríamos al rey desnudo? ¿Se confirmaría la crisis de verdaderas de figuras del toreo? ¿O por el contrario se revitalizaría el espectáculo?

El éxito de la corrida de Victorino Martín del martes pasado nos da una idea del resultado. Lleno de no hay billetes, 23.564 entradas vendidas. Vimos a Talavante torear esos toros y sobre todo vimos a Paco Ureña fajarse con Pastelero, en unos lances de una profundidad, intensidad y belleza que pusieron a la plaza de pie: la acometividad del toro era impresionante y la forma en que Ureña colocado en el sitio lograba canalizarla en muletazos profundos y largos más aún. Y eso a un toro atento, mirón, serio hasta decir basta, presto a aprovechar cualquier fallo del torero que le diera una pista de por dónde iban las cosas. La vuelta al ruedo que dió el torero, sin mayores trofeos para fallar con la espada, vale más que  la mayoría de orejas de la feria. Al día siguiente, con los impresionantes Santa Colomas de Rehuelga volvieron bravura y acometividad, con seriedad, sin automatismos. En las dos tardes vimos toros acudir raudos al caballo tres veces ¡tres! cada vez desde una distancia mayor, empleándose a fondo con un poder y una bravura que brillaban por su ausencia hasta entonces. Se planteó la cuestión de si los Santa Colomas estaban fuera de tipo o pasados de kilos. Pero lo cierto es que poderío tenían, lo que dio pie a que un aficionado dijera que la casta mueve los kilos que sean. 

Sin duda el toro de la feria debería salir de una de esas dos tardes. ¿Pastelero o Liebre? Y lo mismo decimos de la mejor faena, la de Ureña a Pastelero, y de la mejor corrida, la de Rehuelga, aunque el no haberse lidiado completa (le rechazaron un toro, cosa harta extraña a la vista de los otros cinco) lo impedirá. Como decía un cartel el otro día, en pleno tendido: no hay mejor marketing que la casta.
 Genaro García Mingo Emperador,

para el Heraldo de Nava.


PASTELERO
(fotografía de la web de Las Ventas)
 PASTELERO Y UREÑA
(fotografía de la web de Las Ventas)

El impresionante Liebre, de Rehuelga.
(fotografía de Andrew Moore, publicada en Pureza y emoción)