El tabaco habano es un concentrador. En la
sociedad de la interrupción, definida de esta manera por el Gran Polígrafo en su
ensayo sobre Internet, el tabaco nos mantiene quietos durante una hora, o
durante dos horas, dependiendo de la calidad y tamaño del tabaco seleccionado.
Durante esas dos horas, la compañía tiene necesariamente que ser sosegada, no
caben incomodidades ni agitaciones, y la preferida suele ser la del libro de
papel, si es necesario con un lápiz encajado en la oreja, para las anotaciones.
No hay enlaces dónde pinchar, no saltan las pantallas, no se clica ni se
arrastra, no hay zumbidos ni destellos, sólo el humo azulón que sube formando
volutas para perderse fuera del arco de luz que la lámpara de luz delimitada.
El humo y el arco de luz forman por tanto una doble protección para el lector
afortunadamente desconectado. Los vaivenes del fumar – acercar el cigarro al
cenicero, arrancar la anilla, tal vez volver a encender, observar el color y la
forma de las volutas de humo, permitirán levantar un momento los ojos de la
lectura, y dejar que la mente vague un poco por lo leído, lo masque y le de
unas vueltas, para seguir al momento el viaje por las páginas. Le ha quedado muy fino, oiga.
lunes, 27 de marzo de 2017
miércoles, 22 de marzo de 2017
De los diarios de Alcides Bergamota el Grande: nacional catetismo. Cortesía de Calvino de Liposthey.
A la vista de los acontecimientos que desde hace
años predominan en nuestra vida pública –hoy recrudecidos- no será exagerado
afirmar que una de las aportaciones de nuestro actual régimen político a la
España contemporánea es la exaltación del cateto. Triunfan y son el gran modelo
social a seguir los enanos mentales, los cretinos localistas, los tontos del
pueblo. Vivimos en plena magnificación del paleto, en la elevación a los
pedestres altares laicos de la mentecatez, de la hemiplejia mental, del
garrulismo, de la pequeñez mental, de la cortedad de miras, de la miopía
mental, intelectual. Se cultiva con ciega pasión y grandes exhibiciones de
estupidez la planta raquítica y seca, que aunque esté muerta, si es autóctona
no importa. Puede decirse que, subidos a la ola de grandes ínfulas y
superioridad moral que caracterizan el estado actual de cosas (el pasado no
existe o era un erial), hemos pasado del nacional catolicismo al regional
catetismo.
Alcides Bergamota el Grande
martes, 21 de marzo de 2017
Desdoblamiento.
Antonio Alcalá Galiano en sus Recuerdos de un Anciano, al referirse a
la ciudad de Cádiz comenta lo siguiente: “Era
muy de notar entonces la falta de vulgo insolente y soez”. Esta cita nos
gusta mucho y la utilizaremos más veces, para zaherir, como arma arrojadiza de
afilada punta y cortante hoja. Ha salido el cepogordista hace poco del Hôtel de
Chaulieu, al cerrar las páginas del tomete de Balzac que se está endilgando. Y
sin apenas transición, de nuevo se encuentra sumergido en las miserias del
tráfico mercantil. Baretos y polígonos sustituirán a los salones dónde ha
evolucionado durante unas horas. Una voz: está usted completamente enfermo,
perdiendo la razón. ¡Calle hombre déjeme en paz! Decíamos, antes de que nos
interrumpiera este memo que todo se lo debe a sí mismo, que con nosotros
seguían todavía presentes las páginas de Azorín a las que nos hemos asomado, y
las de Julio Camba. Julio Camba. ¡Con la falta que nos haría usted ahora, don
Julio, para retratar a su manera a toda esa tropa de ganapanes, gentuza,
horteras, plumíferos, vendidos y bellacos que pueblan con descaro y ordinariez
sin fin nuestra vida pública! ¡Un paquete de libros! ¿Hay algo más delicioso
que abrirlo al amor de la lumbre -que pronto volveremos a encender-, con ayuda
de la fina hoja con la que abrimos los cigarros seccionándoles la perilla? La
otra voz da un paso atrás. Para esta tarea, la de abrir el paquete, es
necesario el silencio, una luz baja, que la chimenea cante y que el
protagonista vaya tocado con un gorro de lana con borla y se ría por lo bajini
de satisfacción. ¡Pero oiga eso es el retrato de un avaro, de un vicioso! ¿Y a
usted que le importa? ¡Largo de aquí! ¡Ji, ji, ji! Genaro García Migo,
Emperador, es nuestro encuadernador. ¡Y tiene un oficio sin par, es un artista
de la nervura, un orfebre de la letra en oro, la pasta española, el remate de
tela, la holandesa de colores! ¿Y no se pone musiquilla para la ceremonia esa
de abrir el paquete de libros? Pues claro que si oiga, claro que sí. Teniendo
en cuenta que llevo gorro de lana y estoy al lado de la chimenea que crepita,
que todavía es invierno, que la sala está en penumbra y que me río por lo
bajini, ¿Qué música cree que me pongo? Pues oiga, no sé. ¡Pues sonatas para
violonchelo tocadas por un grillo amaestrado! Lo guardo en una caja de cigarros
de la Habana, transformada en hogar para el gríllido. Vive en ella como un rey
en su palacio, envuelto en los olores de la hoja del tabaco que agudizan sus
facultades musicales. Era bastante fácil y obvio. Usted perdone. No esperaba
nada de usted. ¡Que genio oiga! A nosotros nos gustaría ser es señor pequeñito
que describe Camba “(…) un hombrecillo
débil y violento, uno de esos cascarrabias chiquirritines, con los ojos
saltones y los bigotes revueltos, que asestan puñetazos heroicos a las mesas de
los cafés y luego comienzan a dar gritos porque se han hecho daño (…)”,
pero mire, ni eso siquiera oiga, siervos de las tascas maléficas.
lunes, 20 de marzo de 2017
Pipismo psicodélico y otras ilustraciones alrededor de la pipa de fumar.
Y además, de regalo, imagen de personaje grueso y refinado que no fuma. Todas las ilustraciones de pertenecen a la colección Cepo Gordo, en depósito en la Fundación Tato, dónde se exhiben las obras en aclamadas exposiciones temáticas temporales.
1. Pipismo psicodélido
2. Pipas de escaparate.
4. Varios, incluye a Daumier, Genaro García Mingo Emperador y Luna Inglesa.
sábado, 18 de marzo de 2017
Andar.
Cae la tarde dulzona y se pone lentamente un sol que ya es, sin
reticencias, de primavera. Se han consumido los cigarros, que hoy eran
inmensos, habaneros, aromáticos, de mecedora y porche de blancas columnas, de
buganvillas sobre la pared enjalbegada. Cantan los mirlos.
El caminante recuerda ahora los kilómetros durante los cuales, a
ratos, ha sido peregrino. Un peregrino intermitente, cansado, por momentos,
revestido de una cáscara casi impenetrable de ansiedades, de prisa, de números
e instrumentos, partido en mil fragmentos inconexos que deshacen a la persona.
Moderno al fin y al cabo. El camino, de alguna manera, ha puesto por momentos
un bálsamo de sosiego. Sólo pasos y el aire, los Cristos de las iglesias, la
ventanas cerradas de los tapiales, el silencio de los pueblos, las hileras de
chopos, un puente. Por encima de todo, aquella señora a la que pedimos las
llaves de la Iglesia. Rafaela, vamos a decir, la señora Rafaela. ¡Si no veo
hijo! nos contesta al darle los buenos días. Aunque es temprano está levantada,
ha bajado a encender el fuego de la estufa para calentar la casa. La casa
quieta y limpia, en aquél pueblo silencioso que desde hace años, siglos, se
extiende alargado a los dos lados del Camino, el Camino del Santo que lleva a la
Compostela de Galicia. Abríguese señora que hace frío. Si es que no encuentro
el manto, por aquí lo tenía. La entrada está en penumbra, en la gran cocina los
rescoldos de la estufa ya palpitan. El caminante, que a ratos, cuando se
acuerda, es hasta peregrino, pide permiso para entrar. Déjeme señora que me parece
que lo he visto. Rafaela es pequeña, casi diminuta, encogida por la edad, tiene
unas facciones hermosas, la piel clara, los ojillos cansados, rodeados de
arruguillas de perfecto dibujo. El caminante se adentra un poco en la casa.
Mire aquí lo tiene. Si este es. Es un manto de lana negra con el que se cubre
la señora Rafaela la cabeza y los hombros. Cruzamos la calle y abrimos la
iglesia que está helada. No coja frío señora. ¡Si es que estoy sin peinar! No
se preocupe que cuando terminemos yo la aviso para cerrar. La iglesia en
penumbra se llena. Se reza el Rosario, un misterio gozoso. En la calle un
puesto ambulante vende a la expedición lo que tiene, asombrado su dueño por la
abundancia de gente a esas horas, por los niños que corretean por las calles del
pueblo hasta hace poco vacío. A lo largo de la nave imágenes de la Virgen y de
santos, modernas, sencillas, amorosamente vestidas con ropas cuidadas y de una
blancura que enternece, adornadas de flores. Las señoras del pueblo
seguramente. Se hace la luz de repente. El caminante, que ahora está reclinado,
levanta la mirada y ve cómo sale de la sacristía la señora Rafaela, pequeña y a
paso corto. Ha encendido las luces y se sienta en un banco de la segunda fila.
Se ha cambiado, se ha peinado, lleva ahora el manto de lana sobre los hombros y
sonríe. Casi no se la ve de lo pequeña. Guiña los ojos, ¡es que no veo hijo! El
caminante se despide del pueblo, de la señora Rafaela, después de apagar con
ella las luces del templo silencioso y de cerrar juntos la puerta al salir.
Luego vendrá el párroco. ¡Buen camino, que lleguéis bien! ¡Uy toda esta gente!
A cada paso, y aún ahora, el caminante lleva en la retina la imagen de los
Cristos, de los tapiales mudos, de los pueblos silenciosos, de los páramos de
la Tierra de Campos leonesa, perfilada por las hileras de chopos, del perfil,
de un azul helado, a lo lejos, de los Picos de Europa. Y de la sonrisa de la
señora Rafaela que nos abrió la Iglesia, casi de madrugada.
El Mundo
EL TEMPLO
IMÁGENES DE LA ANTIGUA FE:
SAN GERÓNIMO
Realismo... (San Juan escribiendo el Evangelio)
jueves, 9 de marzo de 2017
Vivir en Nava
Para que vamos a negarlo, vivir en Nava de Goliardos es una fuente
constante de estímulos. Hace días que las mimosas han florecido anunciando la
primavera. Pero sólo hoy han comenzado a soltar el embriagador perfume de sus
flores, que atrae y marea a una tiempo, llenando las narices del paseante que
instintivamente se despoja del abrigo y lo lleva bajo el brazo. Mimosas o tal
vez la variedad de acacias que tanto se les parecen. Habría que contar los
peristilos de las flores y oiga, no está uno para mancharse los dedos esta
tarde. La mimosa no es otra que el aromo de las canciones de Atahualpa, las
cantadas por Cafrune ya saben: …unos
aromos en flor… La mimosa resulta que es australiana. Quien lo iba a decir.
Los durillos parece que van más despacio, asoman las flores, pero todavía de un
color pardo, esperamos a verlas blancas dentro de poco. Quiso Lentini Spotti
invitarnos a una infusión de flores de durillo, pero no picamos. El durillo
tiene como todas las plantas muchos nombres, un poco a la manera de Nava de
Goliardos que es a veces Puebla de lo mismo. Nos gusta
que pueda llamarse laurentina, o laurentino (¡que adecuado para los tiempos que
corren!), durazno, laurel salvaje, laurel de los poetas. Hay otros nombre que nos gustan menos asi que no los mentamos. Pues yo tuve una perra
que se llamaba Laurentina mire usted. Calle hombre, no siga por ese camino.
Como Mimosa y Durillo se conoce también a cierta parejita de Nava, que
es escandalosa y se enciende con la primavera, a la sombra del durillo, al olor
de los aromos en flor.
Pregunta Tato si ya es tiempo de declarar inaugurada la temporada oficial
de musleo contemporáneo. La conclusión es que todavía es pronto, un poco de
paciencia. Tiene que haber días grandiosos, no hay que exaltarse tan pronto, al
primer atisbo, al primer gesto. Todo a su tiempo.
CARTELES DE SAN ISIDRO, GRAN REVUELO
Ya han salido los carteles de San Isidro. Me llegan rumores de que se ha liado el taco en Nava de Goliardos. ¡Gran revuelo! me dicen. Naturaca, como diría Plinio, lo normal es que la expectación, las ganas apenas aguantás de ver toro y faena se hayan desbordado en primicias y emociones. Como en cepogordo somos gente de más linaje que posibles y de más aptitud que medios (ya tienen frase pa criticar) no podemos afrontar la Feria de la forma que sería adecuada y razonable. Lo suyo sería tener ya habitaciones reservadas en el Wellington y dedicarnos en cuerpo y alma a la Feria. La Fiesta de los Toros requiere de serenidad y reflexión, de tiempo, mucho tiempo, para ir a los sorteos, para hablar con unos y con otros, para digerir las faenas, los detalles, los momentos. Para callar y escuchar, para ver y anotar, para pensar y dejar que las neuronas hagan su trabajo que consiste en ser las papilas gustativas del sublime y misterioso arte del toreo. Pues así estamos señores, compuestos y sin Wellington. En este nuevo ciclo isidril hay una semana que nos va a dejar secos como la mojama. Me refiero a la semana del 4 al 11 de junio que se presenta con un menú de toro-toro que a ningún aficionado consciente puede dejar indiferente, para beneficio del lector reproduzco el menú:
Domingo, 4.- Toros de Cuadri para Fernando Robleño,
Javier Castaño y José Carlos Venegas.
Lunes, 5.- Toros
de Dolores Aguirre para Rafael Rubio
"Rafaelillo", Alberto
Lamelas y Gómez del Pilar.
Martes, 6.- Toros
de Victorino Martín para Diego Urdiales,
Alejandro Talavante y Paco Ureña.
Viernes, 9.- Toros
de Adolfo Martín para Antonio Ferrera,
Juan Bautista y Manuel Escribano.
Domingo, 11.- Toros de Miura para Rafael Rubio "Rafaelillo", Dávila Miura y Rubén Pinar.
¿Que les parece? Canela en rama, chocolate del fino, torrezno supremo. En fin "naide" se puede perder esas tardes que comienzan con los Cuadri y acaban con Los Miura. Palabras mayores. Oro puro de ganaderías portadoras de sensaciones inagotables.
No podremos afrontar esas fechas cumpliendo con la organización más deseable, pero sacaremos fuerzas de flaqueza y buscaremos los medios donde haya que buscarlos para asegurar nuestra presencia. No podemos dejar de ir a ver a los toros-toros, lo demás, saltos de rana y panzadas de animalista. ¡Vivan los Toros! ¡Viva La fiesta! ¡Arriba el campo! ¡Viva España!
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