miércoles, 1 de marzo de 2017

BORRACHOS


En su Discurso a las Juventudes de España, Ramiro Ledesma Ramos se refiere varias veces a los asalariados como a algo residual, si no lo más bajo de la sociedad, casi. No es que se pronuncie expresamente sobre ello, sino que es algo que se desprende de forma natural de las páginas de su extraordinario libro. Veamos un ejemplo (los subrayados son nuestros): Si las juventudes angustiadas y sensibles a las desgracias de España emprenden una acción enérgica en pro de su fortaleza y liberación, tienen que buscar con más insistencia que otros los apoyos y colaboraciones de una parte —lo más amplia que puedan— de la clase obrera, de los asalariados, de los pequeños agricultores y, en fin, de esa masa general de españoles en constante y difícil lucha con la vida.


Ya ven ustedes. En otra parte del libro se vuelve a insistir en un tratamiento parecido, al decir: (…) Y más aún, no se trata sólo de asalariados, de proletarios. El paro amenaza hoy asimismo a zonas inmensas, pertenecientes a las clases medias, y se agudiza cada día con caracteres más graves en las juventudes.


Obsérvese al asalariado asociado al proletario y de alguna manera considerado como no perteneciente a las clases medias. La primera edición de Discurso a las Juventudes de España es de 1935.


Con otros matices y desde otra perspectiva, Hayek, el economista premio Nobel, uno de los padres del moderno liberalismo, viene a coincidir con el fundador de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, las JONS, asesinado en 1936, en las tapias del cementerio de Aravaca.


Lo que Hayek viene a decir en su libro Los Fundamentos de la Libertad (lo tienen en Unión Editorial) es que la libertad no puede garantizarse, ni existir plenamente, en una sociedad compuesta mayoritariamente por asalariados. La razón es obvia. Se trata de la doble dependencia del asalariado, por un lado de la empresa que le paga el sueldo, y por otro del Estado. El Estado que controla, por medio de las declaraciones que obtiene de la empresa relativas al salario , la totalidad de los ingresos que percibe el asalariado, personaje sometido por tanto a una doble presión.


Ni Ledesma Ramos ni Hayek descalifican expresamente al asalariado, pero para el primero, en 1935, el asalariado viene a ser una categoría ínfima, y para el segundo, una sociedad compuesta en su mayoría de asalariados no está en condiciones de garantizar la libertad, ni por tanto de vivir en libertad.


Hoy nos enteramos de que la empresa aseguradora “Lloyd's ha prohibido beber alcohol a sus empleados de 9 de la mañana a 5 de la tarde. Es la última medida que ha tomado la aseguradora para sus 800 trabajadores de Londres, según una circular interna a la que ha tenido acceso el Financial Times.” Es una noticia que aparece en www.Libertaddigital.com. Por un lado se imita una vez más la forma de hacer las cosas de los Estados Unidos, dónde parece que no se bebe alcohol durante la jornada laboral (aunque al terminar la gente corra a cogerse unas cogorzas de campeonato). Por otra parte, parece que la medida está relacionada con los problemas que tradicionalmente tienen los anglosajones con el alcohol. Al parecer son frecuentes los casos de empleados que vuelven a trabajar después de comer completamente beodos. En los veinte años que este asalariado lleva trabajando en España, no ha visto nunca algo así, un compañero de trabajo beodo que organice un circo en el despacho, la empresa, la oficina o el polígono. ¿Es la prohibición la solución al problema, pagando justos por pecadores? ¿Puede una empresa entrar a regular lo que hacen sus empleados fuera de las oficinas? Bastará con que entre el caballo de Troya una sola vez, so pretexto de orden, decencia, salud o de lo que sea, para que una vez abierto el portillo las empresas secunden a los políticos en su ansia por regularlo todo.


Si ya vivimos bajo el imperio de una socialdemocracia política empeñada no sólo en el brutal control de nuestra economía, sino en un implacable adoctrinamiento de conciencias, sólo le faltaba al asalariado, ese mindundi, que le empezara a llover normativa invasiva de su intimidad y esfera de derechos desde la empresa que le paga. Si fulano llega beodo pues despídale, pero a los demás déjenos en paz.


Artículo aparecido en el Heraldo de Nava, con la firma de Alcides Bergamota el Grande y Doroteo Casapalacio.


Post scriptum.

  1. Nos indica Tato, que tal y como están las cosas, ganas de cocerse no faltan.
  2. Empiezan a producirse movimientos civiles de protesta contra los abusos de Estado, administración y clase política. Ayer en Andalucía por algo tan concreto como el impuesto de sucesiones que en esa región termina de chupar la sangre de sus habitantes. Esto es algo muy positivo, una luz que permite concebir ciertas esperanzas. No existe hoy lo que podríamos llamar un partido de derechas con representación nacional, si surgiera uno capaz de canalizar lo que parece un descontento en aumento, tal vez nos ahorraríamos a un Trump. El mundo de Hillary ya lo sufrimos a diario.

EL AUTOBÚS DEL ODIO

La reciente polémica en torno al autobús de Hazte Oir, pone de manifiesto un asunto de gran interés, un asunto incómodo que los bienpesantes evitan como la peste pero que a mi juicio es capital, me refiero a la imposición del pensamiento único que va unida a la eliminación científica y sistemática de cualquier célula de disensión.

Como ha sido demostrado y explicado en reiteradas ocasiones por autoridades de nivel indiscutible (por ejemplo el cardenal Sarah) la agenda mundial de la ideología de género tiene por objeto modificar radicalmente al hombre a través de la demolición de la visión cristiana del mundo y por tanto de la antropología cristiana fundada en el orden natural de lo creado.

En España, los operativos del movimiento (que cuenta con infinidad de ramificaciones en todos los ámbitos de la sociedad y la actividad humana) han conseguido numerosas victorias, siendo una de las más importantes la aprobación de un tipo penal "el delito de odio" incorporado al Código Penal mediante la reforma de 2015. 

No es éste el lugar para detenernos en un examen detallado de la norma, baste decir que la inclusión específica de la orientación sexual entre los supuestos de hecho, abre (potencialmente) una puerta a interpretaciones que igualen la opinión diferente con el odio.

La ideología de género es una opinión no una verdad indiscutible, si opinar en contra de la ideología de género puede interpretarse como un acto de fomento o incitación al odio y a la hostilidad contra los que piensan diferente (y abogan por la ideología del género y sus consecuencias) nos encontramos ante el riesgo de la condena ideológica (como no piensa como yo, me odia) y el serio riesgo de sufrir un castigo penal.

¿Manifestar una visión contraria a la ideología de género supone incitación al odio? 

¿Exponer esa opinión de manera clara en un lugar público supone una incitación al odio?

Ese es el quid de la cuestión del autobús y será muy interesante conocer el razonamiento del fiscal y e su caso del juez que revisen este asunto.

Espero, por el bien de la Justicia y del futuro de España que no se caiga en la persecución ideológica al amparo de un tipo penal cuyo valor es sumamente discutible. 

Opinar distinto no supone odiar, aunque el movimiento de la verdad única no hace prisioneros ni perdona disensos.

martes, 28 de febrero de 2017

Das poligonen.


Un viento frío sopla sobre el polígono. También luce el sol. Así que cuando el incauto asalariado mira por la venta que da al oscuro patio y ve que luce el día, se alegra porque ya hace bueno. No ha notado todavía la alteración de la primavera que todos los años le enerva, pero ya está aquí. Como las ventanas del cubil aíslan bien, al mirar al patio no oye el viento mugir. Sale al trote a zamparse algo (¡zámpate lo que te den!) dejando el abrigo colgado en el perchero. Es que además la percha está rota y cada vez que descuelga la prenda se descuajeringa y hay que volver a montarla, enroscando el metal sobre la madera, como se enrosca el sacacorchos en el corcho de la botella. Ya en la calle el asalariado trota feliz. Todo parece quieto, lo suficiente para que se aleje de la puerta de la galera donde labura. El viento lo espera a la vuelta de la esquina, armado hasta los dientes. Sopla con violencia, se le mete en las narices, lo medio asfixia, se le caen las llaves al asalariado, hace un gesto brusco para recogerlas, momento que elige el aire para ponerle dos banderillas de hielo sobre los riñones. Se le meten puntiagudas y heladas en la carne, maniatando músculos, paquetes de músculos, fláccidas masas musculares. Le dejan tieso, inmóvil, partido por la mitad, es un triste compañero de Lot, de un Lot de polígono, sólo que ni siquiera ha desobedecido, no se ha vuelto a mirar. No hay nada que mirar apenas. Las nubes, el aire, los restos de una papilla de cocido que ha echado algún desgraciado, asfalto, las hierbitas del desmonte. El viento sopla, agita con ruido de sonajero plásticos ajados, hierros, aceros, nubes, partículas, arremolino un polvo fino, de tierra y deshechos. Un descuido y ha quedado doblado por la mitad, en pleno polígono mirando a Cuenca. El parte de accidente, le dicen que tiene que hacerlo en los dos idiomas. Así que traduce: Looking at Cuenca. Y en ese momento fue cuando intentaron asaltarme (arrasment), forzarme por la retaguardia (dishonest bullying). Yo no estaba por la labor oiga (I was not fully alligned nor supportive, you see). Así que me defendí y le solté una coz (I kicked his balls brutally to avoid accession) y luego con un esfuerzo sobrehumano volví a la empresa a pedir ayuda, casi llorando. Ante semejante parte de accidente no se ha podido sino abrir una investigación por posible conducta discriminatoria por homofóbica (deplorable conduct), falta de espíritu de equipo (lack of team spirit, lack of team building skills), prejuicios y rigidez (no flexible adaptation capacity). Si no llego a estar rígido lo descuartizo, gemía el asalariado. Calla que es peor hombre.

miércoles, 15 de febrero de 2017

TERCERA EDICIÓN


El Cepogordismo no suele en general hablar de sí mismo, y si lo hace suele ser de manera indirecta. No le parecen bien al cepogordista ni el autobombo, ni echarse flores, ni intentar quedarse con el mérito de otro, con el socorrido “ya lo decía yo hace mucho tiempo”. Pero a veces hay que explicar brevemente pequeñas cosas, cuando además esto se hace para reforzar más aún la recomendación de un libro.


Desde hace muchos años, el cepogordista, aficionado a bastantes cosas, ha venido practicando de forma casi involuntaria, me atrevería a decir que casi instintiva, la historia comparada. Y ese hábito ha desarrollado en el cepogordista no diremos que una intuición, pero si un olfato para el tópico falso, para las afirmaciones infundadas, para el lugar común vicioso, para las generalizaciones abusivas. Algo que antes se llamaba simplemente espíritu crítico. Es decir el hábito de cuestionarse un poco las cosas, antes de darlas por buenas.


Veamos un solo ejemplo: película de Hollywood, el galeón es lento, los marinos españoles torpes, el capitán panzudo y retrasado, son rápidamente derrotados y ridiculizados por el pirata inglés que además se queda con la chica, puesto que ella prefiere lanzarse a los brazos del apuesto pirata a permanecer fiel a un avinagrado inquisidor que es su acompañante. Desde su más tierna infancia el cepogordista se preguntaba, tocado en su infantil orgullo nacional, si esto que contaba la película podía ser verdad. A falta de respuesta, por falta de conocimientos, se echaba mano de la lógica. De ser cierto, ¿cómo es posible que la América española, descubierta en el siglo XV, no cayera rápidamente en las manos de piratas o de potencias extranjeras? ¿Cómo es posible que durara todo el siglo XVI, el XVII, el XVIII, hasta su independencia en el XIX? Entonces, siguiendo esa lógica bastante sólida se empezaba a tirar el hilo… y se descubría que la imagen transmitida por la película era absolutamente falsa.


Tirando del hilo iban apareciendo Pedro Menéndez de Avilés, Alvarado, la personalidad extraordinaria de Cortés, Hernando de Soto, Valdivia, el extraordinario y letrado Jiménez de Quesada, Blas de Lezo, se descubría que la Gran Armada sólo había perdido en combate dos barcos –el Nuestra Señora del Rosario y el San Salvador-, se llegaba a los Tercios Viejos de Sicilia, Nápoles, a la Italia española, se desmoronaba el mito de Rocroi, se descubría que había existido una contra-armada inglesa, la muerte de Drake en aguas del Caribe español, frustrados sus intentos de asalto, el éxito de las flotas de indias en cruzar una y otra vez el mar a salvo de ataques, que la América española no podía ser designada como colonia, Nördlingen, el Cardenal Infante, Corbie, el Camino español de Milán a Flandes, la desesperación del Franco-Condado al verse anexionado a Francia, etc., etc.


De aquellas cuestiones que al lector parecerán menores, se pasaba con el tiempo a otras de más enjundia (ciencia, literatura, arte, modos de vida, de instalación en el mundo, José de Acosta, el nacimiento de la antropología, Celestino Mutis…), pero aplicando la misma lógica, el mismo espíritu crítico, también capaz, por supuesto, de captar defectos y carencias. ¿Era España el país de la guerra civil? ¿No las habían tenido otros? Se descubrían entonces las salvajadas de la historia inglesa con su reguero de sangre prácticamente hasta el siglo XIX, las atrocidades de la revolución francesa, contemporánea del pacífico siglo XVIII español, el exterminio de la Vendée, verdadero genocidio, los golpes de estado de la familia Bonaparte, la comuna de París y sus 25.000 fusilados a manos de los versalleses, etc. Y con esto no se llegaba a la conclusión de que la historia de España careciera de defectos o fuera mejor, simplemente se percibía que no era excepcional ni demasiado distinta en muchos de sus avatares, que la de otros países que no eran el Edén que se nos quería presentar.


Se daba uno cuenta que ni España ni los españoles estaban afectados por tara originaria alguna, ni por especial ausencia de sociedad civil o de espíritu mercantil o de pereza y otros tópicos agarrados al mito del carácter nacional. Claro que existen problemas y defectos, pero sin que estos tengan su origen o su razón de ser en pecado original alguno, en defectos de carácter o taras de nacimiento personal o histórico.


Un hito en este modesto y personal trabajo crítico fue la lectura de España Inteligible, de Julián Marías. Ante un panorama tan árido, porque siempre atento, por deformada curiosidad comparativa, a los tópicos y bobadas del estilo: en este país no se lee; nunca ha habido esto, o lo otro; no hay sociedad civil; nunca hemos estado unidos; no ha habido élites capaces; ¡no ha habido élites a secas!; es propio y exclusivo de España el espíritu cainita, el individualismo feroz, la incapacidad para el negocio honrado, etc., el libro representó un bálsamo. Cayó en nuestras manos en el primer año de carrera, mientras estudiábamos en la biblioteca de la facultad de filología. Por casualidad, fisgando libros, mirando el índice. El libro no contribuyó desde luego a que las notas de derecho fueran mejores, pues nos robaron unas cuantas hora de estudio tanto su lectura como el explorar la infinidad de pistas que nos proporcionó, tirar de todos los hilos que nos puso en la mano.


Seamos sinceros, el artículo de Larra titulado En este país (http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/en-este-pais--0/html/ff793348-82b1-11df-acc7-002185ce6064_1.html) no lo descubrimos solos, nos llevó a él el libro de don Julián. El genial Larra había condensado (y puesto a parir) en su artículo, con una fantástica ironía, todo un espíritu que todavía hoy sigue reinando, avivados sus rescoldos por los complejos de la progresía. Ahorramos al lector más descubrimientos, pues lo cierto es que en realidad aparecen solos con la simple lectura de los hechos cuando se aplican lógica y sentido común.


Le llevamos directamente al título de reciente publicación que queremos recomendarle. Aunque desde luego España Inteligible sigue siendo una excelente lectura, el libro que ahora recomendamos va un paso más allá, contiene información actualizada, crítica a obras recientes y un repaso sistemático a la imagen de la Historia de España, contrastada la imagen con los hechos. Se trata de IMPERIOFOBIA Y LEYENDA NEGRA, Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español, su autora es María Elvira Roca Barea y lo publica la editorial Siruela. Va por la tercera edición (dicho sea para calmar a los que aseguran que en este país no se lee…). Probablemente lo ideal sería leer primero el libro de Julián Marías y luego este que recomedamos


¿Contiene asombrosos descubrimientos? Para el lector que ya estuviera recorriendo la senda descrita anteriormente, ya decimos que no, aunque los ordena, sistematiza y desarrolla, incluyendo detalles, hechos, referencias e información que el que esto escribe, por supuesto, ignoraba. Y hay páginas verdaderamente extraordinarias, tanto por la información, por su análisis y por el tono con que todo está escrito, que sabe por momentos alejarse de la escritura más académica para introducir buenas dosis de humor, sentido común, libertad de criterio. El libro está muy bien escrito y se lee con verdadero placer.  


Para el lector ignorante de la historia de España, pero curioso y despierto, el libro le abrirá los ojos, despertará ante un mundo desconocido y en más de un sentido extraordinario, y desde luego le ahorrará el tiempo y el esfuerzo que tendría que emplear para recorrer el camino sólo. Sin pasar de la leyenda negra a la dorada, verá como en muchos sentidos la historia de España es para bien, excepcional.


Al bárbaro que se lamenta de que no seamos suecos, franceses, alemanes, o de que no hablemos todos inglés, al que prefiere que Gibraltar sea inglés, al perezoso que quiera seguir explicando y justificando el presente, lo que sucede hoy, con una historia mítica y falseada, con tópicos y generalizaciones abusivas sobre nuestro carácter y condición, es probable que el libro no le cause ningún efecto, en parte, pensamos, porque determinadas atrofias culturales no se curan ni leyendo.


Reseña aparecida en El Heraldo de  Nava y firmada a tres manos por Alcides Bergamota el Grande, Doroteo Casapalacio y  Tato.









jueves, 9 de febrero de 2017

Paseo.


El amigo Pulardo resumía solemne la historia de Regis de Poulardó.
- Estos de Francia estaban muy vagamente emparentados con los Pulardo de toda la vida. Pero ni siquiera por vía paterna, sino por una tía descarriada de mi abuela Carmechu. No se apellidaban Pulardo, pero conocían la existencia del noble apellido y habían envidiado durante generaciones a sus portadores.
- Un poco a la manera de los Mingo y los Minguilla – comentó Calvino de Liposthey.
- Si más a menos, sólo que en este caso no había no siquiera proximidad fonética, pues el tatarabuelo del cursi de Regis se apellidaba en realidad Morcón. Todo el clan respondía en el pueblo al mote de los Atascaburras.
- ¿Pero cómo es posible?
- Bueno, sencillamente al llegar a Francia se pusieron a maniobrar y la tercera generación ya era Poulardó. El dinero ya sabe que allí lo puede casi todo.
- Supongo que el siguiente paso será pasar a compuestos.
- Si claro, algo así como Poulardó-LaTruie, Poulardó-Chabert Capon o Poulardó de la Jarre.
- Y así están las cosas.
- Y así pasa la vida la gente. ¿Qué quiere usted que le diga?
- No, nada.
Seguían pasendo al Amigo Pulardo y Calvino de Liposthey, en la mañana helada, escarchada y cortante, envueltos en una espléndida luz, bajo un cielo azul. Y altísimo claro.

La Sierra


Se veía hoy el perfil de la sierra de Guadarrama, blanco, helado, azul. Al costado de la carretera, un pinar ralo, sobre una alfombra blanca de escarcha perdiéndose hacia un perfil de polígonos colocado a media distancia, como para recordarnos, plantado en medio del paisaje, que ese es nuestro mundo, el de la carretera atascada, no el de las crestas de la sierra, los paisajes helados, las excursiones de nuestra edad de plata. ¡Oiga no se ponga así!

miércoles, 8 de febrero de 2017

LOS CIGARROS PREMIUM Y EL HEDONISMO POSTMODERNO

Decir que el mundo del cigarro (el cigarro puro, se entiende) ha vivido una evolución paralela a la de la sociedad que lo consume suena a perogrullada pero no lo es, o no del todo como trataremos de exponer en las líneas que siguen.

El cigarro se consume en el ancho mundo desde hace más de 500 años. España fue, ha sido y es la tierra del cigarro. Cuba, nuestra hermana y antigua provincia española es el lugar al que Dios regaló las más fértiles tierras y las mas exquisitas condiciones para la producción de las labores tabaqueras. 

Los vaivenes de la Historia y los accidentes políticos, familiares y económicos fueron expandiendo la industria a través del orbe hispano; Canarias, Filipinas, Santo Domingo, Nicaragua...todas tierras de exquisitos tabacos y hábiles torcedores unidos por el sello hispano del amor al tabaco.

Andando los siglos se nos fueron uniendo holandeses, daneses, suizos, norteamericanos y hoy el mundo cuenta con productos elaborados en muy diversos rincones y confeccionados con muy variadas calidades de tabaco.

De todo este gran mundo del humo azul, lo que más ha variado son los usos y costumbres que han hecho del cigarro un artículo de lujo que nunca antes fue, no al menos en España dónde han fumado cigarros desde al arriero al duque, pasando por el comerciante, el portero de finca urbana y el rey.

Por muchos siglos el cigarro no fue signo de distinción económica alguna. Eso era "fuera" en los países donde un cigarro era un excentricidad, un producto vinculado al económicamente poderoso, y aún así este matiz hay que concederlo con excepciones. A parte de España, en muchos otros lugares del mundo como Inglaterra, Estados Unidos, Holanda o los puertos comerciales de Asia, el cigarro se consumía por doquier y sin distinción de clases. 

Hoy día, tras varias décadas de persecución científica y sistemática al "vicio de fumar", el cigarro está proscrito de la vida pública y en muchos casos de la privada. 

Me dirá algún lector que eso está muy bien ya que fumar es un vicio sucio y pernicioso para la salud. En la cuestión de la salud no hay mucho que discutir, si bien se pueden citar muchos otros vicios e imposiciones de la vida actual que son,con mucho, mas anti-higiénicos y dañinos que el fumarse un cigarro.

En esta segunda década del siglo XXI el cigarro transita hacia su encumbramiento como producto "premium" (luego hablaremos de ese anglicismo espantoso) que ha de ser disfrutado en un entorno privado y oculto y mediando una liturgia recargada y pedante.

El incremento del precio de los cigarros se debe esencialmente a razones no directamente relacionadas con el cultivo del tabaco y la producción.

La fiscalidad confiscatoria y el monopolio de la distribución en manos de grupos que aplican generosos márgenes ha hecho que adquirir un cigarro decente hoy día se vaya convirtiendo en un gasto casi suntuario.

Hace bien poco las labores de la Habana (por no hablar de las demás) eran lo suficientemente económicas cómo para que un honrado trabajador se pudiera fumar un puro después de comer "echando la partida", sentado en la grada del estadio de fútbol, del frontón o en la plaza de toros.

Hoy día, ese honrado trabajador tiene que dejar de fumar o comprarse un puro mediocre al doble o triple de precio.

¿Han desaparecido las labores buenas? No señores,siguen existiendo (algunas ya no son lo que eran) pero ahora han ingresado en las listas de los productos "premium" y sus precios se han multiplicado exponencialmente.

El adjetivo "premium" es una forma hortera de referirse a un producto de calidad superior y consumo exclusivo cuyo uso esta hoy tan extendido que en todos los rubros hay algo "premium". 

Desde la locura económica mundial que acompañó la llegada del nuevo milenio, se expandió por el mundo una fiebre del lujo que se ha ido alimentando sin parar. Hoy día el comercio del lujo es una economía de proporciones fenomenales.

Paralelo al crecimiento del hedonismo generalizado, las marcas de artículos de lujo fueron ideando un "concepto" para separar a los consumidores con gran capacidad de gasto del resto y de ahí surgió el famoso "premium" que ahora todo lo invade.

El éxito ha sido tan grande que hoy tenemos champanes premium, aguas de colonia premium, vinos premium, pelotas de golf premium y hasta seres vivos premium.

El consumidor de ese catálogo se compone de tres grandes grupos de entusiastas y uno de víctimas. 
Entre los entusiastas tenemos el hiper rico al que el precio se la trae al pairo, el acaudalado que mira poco la factura, y el imitador que quiere pasar por lo que no es. 

El grupo de las víctimas lo forman aquellos que vienen del viejo mundo y que bebían champan antes de ser premium o brandy antes de ser premium o consideraban que una caja de Montecristo era el elemento normal que acompañaba a la bandeja del café las tardes de los sábados después de comer.

El consumidor "premium" une a su recién adquirido estatus y al consumo del producto en sí la práctica de una liturgia que va evolucionando conforme los señores que venden las marcas van imponiendo más "costumbres" y creando más ritos. 

Es la falsa religión del hedonismo que incorpora más y más elementos adquiridos a precio de oro y cuyos ritos deben conocerse al dedillo si no quiere uno ser considerado un horrible paleto.

La cultura "premium" está enraizada en la postmodernidad y ,por tanto,  se debe practicar preferentemente en privado, detrás de los muros, dentro de los reservados, en los clubs exclusivos y los salones "que no existen" dónde se hacen todas las cosas que luego se prohíben a la masa que no es premium.

El resultado del triunfo de los postulados sociales de la izquierda radical y del hedonismo militante han convertido al cigarro en un artículo sospechoso y en ciertos ámbitos escandaloso.

Si un fulano se enciende un cigarro y se pasea por el centro de una gran ciudad española (no hablemos de las otras capitales europeas porque entraríamos en causas criminales) atraerá un buen número de miradas de odio y asco. Si además va vestido con un traje (de confección y barato es suficiente, no piensen que hace falta un tres piezas de sastre) corbata y un abrigo, entonces puede que incluso escuche velados insultos y gruñidos ofensivos. 

Ahora bien, si un actor un ídolo musical o famoso de cualquier ralea aparece en un medio diciendo que el/ella fuma puros "premium" y que es miembro de un club de fumadores y recomienda "maridajes" entonces recibirá la admiración y la veneración de la masa consumidora.

Así va caminando el cigarro empujado por unos y por otros al mundo "premium". 

El abogado que antaño se enciendía un chisme esperando al tren en Venta de Baños mientras  departía con el factor que se acababa de ventilar una faria, ahora se va con unos amigos a un club de fumadores el sábado por la tarde a una sesión de "maridaje" donde un simio entrenado en algún tugurio siniestro les atiza veinte euros por un puro mediocre y otros veinte por una copa de brandy "premium".

A eso lo llaman "evento" y hay que agendarlo, y compartir la fecha por el móvil y pedir permiso a la señora para que no se ofenda ni moleste, que no le deja fumar en casa, y eso si al salir de casa su niña de ocho años no le dice que va a morirse porque su profe les ha dicho que el tabaco es muy malo-muy malo pero que la eutanasia está muy bien...

Este es el mundo de hoy, un mundo de memos dirigido por una pandilla de golfos y animado por una cuadrilla de gentes con serios problemas mentales.

Siempre quedará el reducto de la normalidad, la catacumba do mora la gente que no quiere (pueda o no) ser "premium" y que se conforma con conseguir labores no demasiado caras, licores que no hagan mucha publicidad y sobre todo disfrutar de gente que no tenga miedo de llamar a las cosas por su nombre.