jueves, 20 de octubre de 2016

De los cuadernos de Alcides Bergamota (cortesía de la incansable labor de Calvino de Liposthey).


Un día señalado.
Aunque sin duda han pasado hoy cosas importantes, dignas de ser reseñadas, esto es lo único que hoy puede decirles el Cepogordismo, sinceramente, dos puntos, se abren comillas:
 
“Angus estaba plantando unos bulbos. Cuando se entrega a tales tareas le disgusta que le interrumpan”.
 
Es una cita, sabia, erudita, intelectual, ya diremos de quien, otro día.

lunes, 10 de octubre de 2016

Novillada


Fuimos ayer a los toros. Una novillada de encaste Carlos Nuñez. A nosotros nos parecieron bien presentados, escasos de fuerza sobre todo dos de ellos que se desfondaron, aunque sin llegar a naufragar la tarde, que tuvo interés. Uno de los novilleros fue vapuleado por sus dos toros. El primero de una derrote se lo subió al lomo, de dónde volvió a caer sin que pasara nada más grave. El segundo novillo –por hechuras eran realmente toros- le estuvo avisando toda la tarde hasta que al final le prendió de la misma forma y en el mismo momento en que lo había hecho el primero. Pero esta vez con más fuerza, más violencia, de manera tan aparatosa, tan a placer el toro que pensamos que lo había empitonado de verdad y que estábamos asistiendo a una tragedia. San Pedro Regalado estuvo al quite toda la tarde, y nuevamente se produjo el milagro de salir ileso, queremos decir, sin empitonar. Pero realmente lo interesante del lance es que, según nos parece, los dos toros le cogieron por la misma razón, y es que los dos iban sin torear, tan a su aire y tan poco sometidos que se acabaron por enterar de quien era y donde estaba el señor que a buena distancia se movía como haciéndoles la ola. El toro pasaba y el torero pasaba, el toro se paraba y el torero también, el toro arreaba y el torero tenía que arrear cediendo terreno, dando uno o dos pasos atrás, o los que fueran. No vimos parar, ni mandar. Y templar, templaba el toro. Hasta que harto y descubierto el engaño, se fue al bulto y no pasó nada más porque Dios no quiso.

 

Y a ese novillero que no sabe nada de su oficio, que en rigor realmente no toreó, el público de ayer le premió con una oreja. ¡Pero qué público! No nos entretendremos en describirlo porque sería faltar a la caridad. ¿Quién decía aquello de ¡que publiquito! utilizando el diminutivo para no decir más? Salvo que alguien del entorno del novillero haga algo por corregirlo, el premio que equivocadamente le dieron ayer conduce directamente a la cogida grave si no enmienda su actitud y se pone a torear. Otra cosa es que toreando de verdad, mandando y obligando al toro de verdad hubiéramos podido ver ayer tantos pases como ahora se dan. Es posible que mandados y obligados de verdad, por un torero en su sitio y dominador del arte de Paquiro, al menos dos de los seis animales, si no cuatro de los seis, se hubieran tumbado al tercer muletazo mandón. Entonces, porque no se sabe o porque no se puede, por una cosa o por otra, no se torea. Se corre la mano al son que marca el toro confiando en que su floja condición permita dar cuatro o cinco series sin problemas mayores, con un animal repetidor, mecánico y colaboradpr. Pero si el bicho saca un algo, una punta de genio, o de enterarse, o de lo que sea, que no sea seguir sobre los raíles de tren que parece que le han puesto, entonces, como va sin torear, ¡torero por los aires! Y gracias a que ayer sólo fueron magulladuras.

 

Y el público. ¿Qué entrada habría ayer en Las Ventas? ¿Dos mil, tres mil personas? Enorme cantidad de extranjeros, representantes de casi todas las naciones del orbe. El españolito que tenga quejas de sus compatriotas no tiene más que acercarse a Las Ventas una tarde como la de ayer para ver como son nuestros vecinos de otros países de Europa o la tropa norteamericana y asiática. Se le pondrán los pelos de punta. Entiendo que no es un consuelo, pero no deja de ser toda una experiencia. ¡Y eso que estos son los que van una tarde a los toros! Es decir que no forman de la masa radical-ecologista-vegana-antitaurina-animalista-animista. Es posible que pertenezcan a la tribu de tornillo en la nariz, adicta a la Diosa Salud, al footing, jogging, gimansing y al joputin, no podemos asegurarlo, pero al menos han tenido la curiosidad de acercarse a la plaza. Si además el españolito es cepogordista (pero entonces no será quejica, porque el cepogordismo no es llorón), puede rizar el rizo encendiendo entre ese público un habano, un habano pequeño, no hace falta que sea una gran trompeta. El experimento clínico en que consiste la observación de ese raro público alcanza entonces su paroxismo y surgen de repente todos los comportamientos característicos del modernillo cargado de derechos que pone caritas, hace aspavientos y toda clase de gestos. Sobre todo ellas fíjense, ellas, verdadera encarnación del tiorrismo contemporáneo. A nuestra derecha seis que parecen italianos. Menores de treinta y cinco. Pinta medianeja, pero no del todo desastrosa, cierto aseo, ni taladros ni a la vista tatuajes. La que ellas organizan porque en dos ocasiones se les arrima una volutilla de humo sutil es una cosa para filmarla. Por su supuesto el ceporgdista impertérrito lamenta no haber traía la mentada trompeta y una chimenea de cartón para dirigir el humo contra las tiorras. Ellos callan y no mueven un músculo, como avergonzados por las demostraciones de ellas que son las que seguramente mandan, como es hoy en día habitual. Podían haberse cambiado de sitio porque la andanada estaba prácticamente vacía, pero eso no se les ocurre. La cosa es montar el pollo reivindicando derechos que en este caso además no tienen. En el cuarto toro las tiorras se levantan y dan la señal de partida.  Ellos, cabizbajos, las siguen sin rechistar. Nos quedamos con la búlgara de delante que viene con una señora que parece ser su madre y un señor de grandes bigotes y potente nariz, de edad indefinida, probablemente su marido, de ella, no de la madre. A la búlgara le falta un diente. ¿Nos veremos así alguna vez, faltos de un diente? Va correctamente vestida con un detalle importante que le agradecemos: bonito zapato cerrado de color rojo. Es decir, no nos enseña los pies, que es algo tan desagradable y ordinario. Muchas gracias señora búlgara. Encantada al ver que se largan las tiorras italianas se enciende el segundo pitillo y hablamos un poco. Ha detectado que somos indígenas y nos pregunta en buen español alguna cosilla sobre el desarrollo de la lidia que luego traduce a su madre en búlgaro (asumimos que en un perfecto búlgaro). Cae la tarde y al subir las escaleras para llegar a la avenida de los Toreros nos damos un momento la vuelta. La plaza iluminada es un hermoso espectáculo, que transmite hoy una punta de melancolía.

sábado, 8 de octubre de 2016

PIPISMO (silva de varia lección).


Varia de pipismo.

Entre las cartas recibidas animándonos a volver a distribuir Cepo alguna contenía sugerencias de posibles temáticas cepogordistas. Una de ellas quería algo así como historias de una pipita cerda. Esto es intolerable, y como es lógico la carta con tan fea sugerencia ha ido a parar al tacho, al cubo de la basura vamos. Sin embargo la cuestión pipista, a secas, siempre es sugerente y damos a continuación algún material selecto, y tabién disperso, aprovechando que con la llegada del otoño, la pipa parece recuperar un lugar más natural, más sereno, entre los hábitos del fumador. Empezamos.

Pipa antigua.
La carga de caballería que decidió la batalla de Rossbach dio comienzo con un gesto ciertamente teatral, a la par que simbólico. El general prusiano Seydlitz para dar la señal de lanzarse al galope lanzó su pipa encendida al aire. No hizo falta más. El gesto podría glosarse largamente. Imaginemos al soldado fumando a caballo, en silencio, esperando el momento. Detrás de él, los regimientos formados esperando la orden que no ha de tardar. Es noviembre y hace frío. Las volutas de humo blanquecino apenas se distinguen sobre el cielo lechoso de aquél día y el olor del tabaco se mezcla con el de los animales inquietos.  Etcétera. Era el año de 1757. Sin necesidad de extenderse, no hay duda de que llega sin dificultad al corazón de todo cigarropipista. Damos a continuación dos imágenes del célebre momento, tomadas del óleo pintado por el pintor romántico Anton von Werner.

Pipa contemporánea.
Más cercano a nosotros, y desde luego no se trata de un terrible prusiano, el escritor John Le Carré enciende su pipa, de lado.






Colección particular.
A continuación, bonitos dibujos alusivos al arte del fumeque pipista, cedidos graciosamente por un coleccionista que nos pide que no divulguemos su nombre. Le preocupa que intenten robarle, hay mucho apache suelto.

Honoré

El cepogordismo es ciertamente devoto del gran Honoré. A continuación, pipistas de Honoré Daumier.



Lobo de mar.

Para finalizar un pipista de la Armada, que podrán ver ustedes si se acercan a nuestro Museo de la Marina. Me indican que hay uno parecido en la sala de la Marina del castillo de Moulinsart.

 

  • Aunque el calor no se va, lo cierto es que ya está aquí la luz del otoño.
  • ¡Pero hombre! ¡Por favor! Califique hombre, califique. Diga por ejemplo: ya está aquí la suave luz otoñal, la dulzura otoñal que todavía…
  • Gilipollas. Ya está calificado.







Cepo Gordo.


Habíamos cogido carrerilla mentalmente y, como suele pasar, al llegar a la tecla, los entusiasmos se habían esfumado. Así que encenderemos una pipa. Con eso, cuando pese al calor asoma el otoño, todo se arregla. O casi. Ya está. Un humillo blanco, tenue, que tira a azul y una hebra de tabaco sobre el teclado. El asunto de las cartas, eso era. Hemos recibido tantas, una verdadera avalancha, todas con insultos y todas reclamando que Cepo vuelva a distribuirse como solía, es decir, masivamente, como los tiempos que son masivos, hordas y gordas. Ha habido hasta una pedrada, porque nos resistíamos a la presión, porque nos hacíamos los remolones. Si señores, intentaron reventar con un canto rodado una ventana de casa de Doroteo, en el silencio de la noche de Nava. Pero los cristales de casa de Doroteo no  son cosa fácil de romper. El palacio tiene años pero el cristal es ultramoderno. Como dice Calvino de Liposthey, que le sale la vena antiguo régimen, a prueba de chusma. Oiga, ¿pero usted con que carga la pipa? Al día siguiente encontramos la piedra. La envolvía un mensaje escueto: Help! ¡Psicológicamente desfondados! El papel llevaba el membrete de la Fundación Tato para Varones Desahuciados. Esto ha sido decisivo.

lunes, 19 de septiembre de 2016

San Genaro


Aunque fue ya hace algunos años, tenemos muy presente la visita que hicimos a la catedral de Nápoles, en la que se conservan y veneran las reliquias de San Genaro (o Jenaro que lo mismo da), obispo de Benveneto y mártir cristiano, víctima de la persecución de Diocleciano. Recordamos la plata, aquella capilla que parecía estar enteramente recubierta de plata, la Misa celebrada en italiano o tal vez fuera dialecto napolitano, pronto por la mañana; el paseo por aquellas calles sin edad de tan antiguas, aquella sensación de ser, como español, el retoño de un árbol viejo, infinitamente viejo, pero al fin y al cabo, el mismo árbol. En aquella iglesia, el mundo parecía harmonioso y ordenado, protegido por San Genaro, a cubierto de su gran capa pluvial que ya siglos atrás había salvado a la ciudad de una erupción del Vesubio.

 

Viene el parrafejo anterior a cuento de que hoy es, precisamente, San Genaro, al que recordamos en estos tiempos de irreverencia y gran desorden social, de pies al aire y grosero tuteo.

 

Como no podía ser menos, felicitamos en el día de su Santo a nuestro querido amigo y colaborador Genaro García Mingo, cepogordista dónde los haya, merecedor de toda clase de elogios que ahorramos al paciente lector. Solo diremos que es fumador de Partagás, de las labores más inmensas, y del tabaco para pipa London Blend. Y que no marida. ¡Felicidades querido Genaro!

martes, 6 de septiembre de 2016

John Ford


-        - ¿Has estado enamorado alguna vez?
-        - No, he sido barman toda la vida.


My Darling Clementine, John Ford.

lunes, 5 de septiembre de 2016

Comunicado cepogordista.

El cepogordismo desea empezar el nuevo curso escolar con una declaración solemne que se compone de dos partes:

En primer lugar el cepogordismo se ha propuesto ser más comedido y modesto, menos beligerante y audaz, más moderno y trendy, también menos invasivo. El cepogordismo quiere evitar invadir los buzones de correo de sus seguidores, el cepogordismo se hace discreto, cumplidor, moderado, se pasa al “opt in” y deja de imponerse.

En segundo lugar el cepogordismo desea dejar claro que forma parte constitutiva del ser cepogordista el entusiasmo por las cortezas de cerdo, aperitivo hispánico por excelencia que defendemos a rajatabla contra viento y marea, contra sexis y contra cursis.


Finalmente, para ser transparentes, que es lo que se lleva ahora, dejamos constancia aquí de  que una parte de la redacción cepogordista considera que puede existir una contradicción entre los dos párrafos anteriores, que podrían resultar antitéticos, incoherentes, incasables, encontrados, no siendo posible proclamar primero una cosa y luego la contraria. La otra parte de la redacción no ve contradicción alguna sino un exceso de remilgos y de aires del momento. La cosa ha quedado en tablas. El amigo Pulardo les manda a todos un afectuoso saludo, a las señoras; y un viril abrazo hispánico, a los señores (aunque para darlo tenga que ponerse, ¡ay!, de puntillas).