domingo, 24 de noviembre de 2013

COMENTARIO Y PEINETA

Han sido muy numerosas las críticas que ha recibido el pobre compilador de estas crónicas Bergamotianas. Se le ha reprochado un lenguaje crudo y soez, un recrearse en las cuestiones más bajas de esta vida. Sin embargo ninguna culpa tiene el cronista que en realidad no lo es. Pues lo cierto es que se ha limitado a ordenar un archivo viejo, legajos polvorientos que a nadie interesaban y por los que tal vez sólo sienta un poco de curiosidad este amanuense que con paciencia y tronchándose de la risa algunas veces, sonriendo otras, los transcribe. Ya saben ustedes, es lo que tantas veces sucede en la vida real y tantísimas en la literatura: escritos, borradores, apuntes, el esbozo de un texto, fragmentos dispersos encontrados en una caja, en un cartapacio, sujetos con un cordel, o como diría Tato, con un cacho cuerda, a veces con un cordón de bota desparejada. El amanuense no va a ser menos. Pues además es consciente de que con la electrónica desaparece todo esto, al menos bajo la forma tradicional de cartapacio, polvo y cordel. Aunque no hace literatura ni lo pretende, el amanuense dirá que pasaron los papeles a sus manos entregados por quien seguramente consiguió una de las cajas pacientemente reunidas por Calvino de Liposthey, que seguramente recibió el contenido de Doroteo. Como ya hemos dicho eran vecinos. Podemos hasta decir que son vecinos, ambos castellanos del castillo, habitantes de los luminosos palacios de Nava de Goliardos. Y no podemos descartar que recibamos, más adelante, nuevos textos, más fragmentos de ese libro inacabado al que en comandita dieron principio un día Doroteo y Tato, glosadores de las aventuras del Gran Bergamota, sin decidirse nunca a acabar la tarea, faltos de un editor. Renuentes en realidad a poner orden, concierto y cronologías a una aventura que sigue viva. En efecto, ha llegado el invierno a Nava de Goliardos, que a veces es Puebla de Goliardos, no se asombren, y los amigos del que esto escribe están vivitos y coleando y siguen trotando de aquí para allá, olisquean y se revuelcan en la nieve. Varias semanas de un otoño cálido y luminoso, de una luz limpia y transparente, de atardeceres húmedos, de mañanas de sol, han dado súbitamente paso a la nieve y se han encendido las chimeneas. Todo hace pensar que pronto se reanudaran las largas tertulias al amor de la lumbre, los convites de Doroteo, tal vez alguna conferencia del maestro, las meriendas organizadas por Tato que ayer se tiró cinco horas por los pinares y volvió a casa con siete kilos de nícalos. Ya explicaremos porque no hay ese. No se azoren los cazadores de erratas.
Una larga tapia -piedra, parches de ladrillo y bardas amarillas- divide los jardines de ambas casas. Un portillo de madera cubierta de verdín permite cruzar de uno a otro. No se cierra nunca y las visitas son frecuentes, las bibliotecas dan al Este, para que entre el sol a primera hora de la mañana, los salones al sur. Así que seguirá la charla, cruzarán los mensajes, el papel, se prestarán libros, se discutirá, se fumará un poco cuando los catarros y la gripe lo permitan, y para acelerar la recuperación de los enfermos, de Doroteo siempre tan delicado, se libarán dedillos de armagnac o de brandy del marco de Jerez o de aguardente velha, en pequeños balones del más fino cristal. Mientras aparece nuevo material seguiremos transcribiendo el que nos vaya llegando, sin censura ni edulcoración. Van a continuación unas notas en torno a la vestimenta. No encontrará el lector nada nuevo, vueltas alrededor de un mismo asunto, aire suave de pausados giros y un príncipe de Golconda catarroso y gruñón. Y antes de transcribir el texto meticulosamente reconstituido, les hacemos por escrito el gesto de la peineta, lo que antes se decía, hacerles la higa, sólo a los más críticos y currutacos.

El Güito

Güito.

1. m. Hueso de una fruta, especialmente de albaricoque, con que juegan los niños.
2. m. coloq. sombrero.
3. m. pl. Juego que se hace con aquellos huesos.

-          Llevar corbata con un jersey de cuello de pico debajo de la chaqueta es hoy en día ingresar en la cofradía de la carcumbre, una proclamación de anarquismo, un desprecio a las normas de convivencia, un envite a la chancleta, un desafío, una higa al mundo que nos rodea – proclamaba en voz alta Doroteo.
-          Mire Doroteo, menos gestos y más aterrizar. Mire, hay que ser un poco moderno, aterrizar, vivir al nivel de los tiempos. ¿Por qué siempre encerrado en la torre?
-          Mire usted, lo que no se puede aguantar son los zapatos en punta, los mocasines con los talones comidos, el zapato de plástico, el hombro tatuado, los hierros en el careto, las argollas en las narices.
-          ¡El que tiene que abrir los ojos es usted, abrirse, desvestirse, quitarse la coraza, trotar por los prados en pelota picada, fundido en la naturaleza!
-          Menos bromas Alcides, que hay medio metro de nieve ahí fuera.
-          Ya me entiendes Doro, déjate ya de historias, no se puede estar siempre jugando a ser otra cosa, deja el entallado, pásate a la ropa desestructurada, chilaba, babucha, cómo la tortilla de patata que ahora se bebe.
-          Alcides, yo llevo sobre los hombros el peso de la Europa que se fue con la primera guerra mundial, soy un bastión, el último, he hecho de la cortesía mi razón de ser, y eso incluye la cortesía en el vestir. La mayoría de lo que la gente enseña es indecoroso, de una fealdad extrema. No le hablo ya del verano y sus miserias. Pero ahora mismo, ¿no es una atención para el prójimo disimular esos cuellos de pollo, esas nueces saltonas, esas papadas que tienen vida propia, con una corbata bien anudada, de hermosos colores, que se lleve los ojos a la tela y los separe de esas carnes color de hollín?
-          Yo lo que digo es que usted tiene que modernizar el vestuario: un vaquero ceñidito, cargando a la izquierda como don Amadeo, un poco raído, una camiseta sin mangas, una superposición de ropa sin lavar, una mezcla de chándal y lana, de cuero y plástico, un taladro aquí, un pelado allá, un número a la espalda, el careto de alguna estrella del rock por delante, unas converse caras, Doroteo, anímate hombre, ya verás.
-          En fin, lo pensaré, tal vez un poco de color en el cinturón. Pero ojo, que estamos mezclando los tratamientos, un poco de cuidado por favor. Y además, ¡oh gran Bergamota! ¡gran capador de puercos! ¡no te rías tanto no te vayan a dar cuatro palos!

Se hacía tarde. Alcides hecho un vistazo rápido a la hora sacando del bolsillo del chaleco el reloj de su abuelo. La cadena que lo sujetaba al ceñido chaleco de rica y hermosa tela produjo un delicado sonido argentino. Doroteo se estaba calentando un poquito, no convenía abusar.

-          Me voy querido, piensa lo que te he dicho. No podemos convertirnos en la parodia del señor o del señorito de otra época, no podemos jugar a ser personajes de una novela inglesa que en todo nos es ajena, imitando a unos personajes hace mucho extinguidos, con la sangría de la primera guerra como usted dice, no podemos jugar a ser el marco dorado para un lienzo en blanco. El mundo se mueve y la frivolidad no puede ser nuestro guía.
-          Alcides querido, haré como que no he oído nada. Peso cien kilos y tengo piernas como columnas de crucero de catedral para cargar el peso que llevo sobre los hombros sin apenas ayuda. Como dijo el poeta: yo soy las afueras de una ciudad inexistente. Recuerdos a tu tía Celedonia cuando la veas, y hasta más ver.

Bergamota, sin replicar y satisfecho de su perorata abotonó la chaqueta cruzada de su traje príncipe de gales, palpo discretamente el nudo de la corbata para asegurarse de que seguía en su sitio y con ligereza y prestancia se echó sobre los hombros la capa española que le había traído Dominga. Le dio las gracias con una sonrisa y cogiendo el sombrero que ella le tendía con amable paciencia salió a la calle. Dio media vuelta, se caló el güito cuya copa redonda y negra contrastaba con la blancura de la nieve que caía espesa, y con un corto y rápido gesto del bastón saludó a Doroteo que le había acompañado hasta la puerta.

COSAS ANTIGÜAS.


MOMENTO GLORIOSO (VEAN EL MATERIAL QUE ATESORA EL PERSONAJE: magnífico velador de marquetería, caja completa de grandes cigarros, juventud... ¡En fin!)

viernes, 22 de noviembre de 2013

SAN MAMERTO DE VIENNE, OBISPO

Mamerto nació un 11 de mayo, y en Nava de Goliardos no hubo ninguna duda y por el santoral fue bautizado, llevando toda la vida con dignidad un nombre de pila sin duda antiguo y difícil. Murió casi cien años más tarde, de las consecuencias producidas por el único viaje de turismo al que en su vida accedió a ir, después de ingerir un menú que el mismo dejo descrito como transcribimos a continuación:

Ensalada verdimuerta con tropezón poligonero.
Nícalos de desmonte a la infamia.
Café corrupto hervido, cortado de leche sólida.

Como no había sido malo del todo, la providencia quiso darle fuerzas para poder volver a su casa de Nava todavía con fuerzas para escribir unas frases, confesarse, y morir en su cama. En el cementerio de Nava de Goliardos está enterrado. Tal vez merezca la pena un día hablar un poco más de él.

LA SEMANA TERMINA, LA CANALLA CONTINÚA HACIENDO DE LAS SUYAS y ,PESE A ELLO, HAY ESPERANZA

Se nos va otra semana, comienza el invierno, nieva, llueve, hace frío y uno trata de olvidar la triste actualidad arrebujado frente a la chimenea con el libro sobre las piernas. Bendita literatura, de cuantos asesinatos ha librado al mundo.

Mariano, personaje cuya herencia no terminaremos de lamentar bastante, nos anuncia que ha dejado de fumar habanos. Miren ustedes que bien, lo único decente que hacía el inquilino de la Moncloa y deja de hacerlo. Imagino que será por indicación del medico aunque vayan ustedes a saber, igual es por compromiso estético con su imagen de neoprogre travestido de nene blando de provincias, con los políticos profesionales nunca se sabe.

Mientras Mariano abandona el humo azul, la liquidación de España continúa a buen ritmo.

Las excarcelaciones de asesinos en masa y violadores en cadena siguen a buen ritmo. Resulta repugnante la escena lacrimógena de los responsables del desatino que se prodigan haciendo declaraciones del estilo "no nos queda otro remedio", "lo hacemos por imperativo legal", "nos repugna, pero así es la justicia", "no volverá a suceder"...

Que el ministro de justicia o el del interior o sus señoras madres nos digan que "no volverá a suceder" nos importa un pito. Nos toman por idiotas. ¡Claro que no volverá a suceder! una vez que han puesto en la calle al asesino de 20 policías, guardias civiles y señoras que iban a la compra, ya está, no hace falta que lo liberen nuevamente.

Más repugnante aún la mascarada de ayer en el Congreso, esa casa de iniquidad que se alza en el centro de Madrid. Tanto el PP como el PSOE se retrataron, UPyD también porque todos ellos prefirieron mantener sus posiciones de foto fija antes de sacar adelante una resolución de justicia.

La responsabilidad de los partidos es terrorífica. Entre PP y PSOE se reparten más de tres décadas en el poder y ni los unos ni los otros han sido capaces, ni han tenido voluntad, de modificar la legislación para que los asesinos paguen por sus crímenes.

La Justicia no hay que hacerla ni por las víctimas ni por ninguna otra clase de caridad laica, no señores, la Justicia hay que hacerla porque lo demanda la ley natural, por imperativo de la Justicia misma. Un criminal, ya sea terrorista o de cualquier otra ralea, debe pagar por sus crímenes.Punto. Y una sociedad que no garantiza esa medida básica de Justicia acaba convirtiéndose, como la española, en un muladar, en una cochiquera donde se amontonan las bestias gruñendo y revolcándose en el lodo, dicho sea con todo respeto hacia los entrañables cuadrúpedos. 

El PSOE de Rubalcaba llamaba hace unos días al frentepopulismo. Otra vez. ¡Que pesadez! Siguen con sus fórmulas del diecinueve para desarreglar los problemas del veintiuno. La realidad es que no pretenden resolver nada, lo único que quieren es permanecer en el poder.

El pacto entre PP y PSOE me parece claro. A uno le interesa un partido de la oposición débil y dividido, al otro le interesa seguir pisando alfombra y colocando a los suyos, cueste lo que cueste y pese a quien pese. Son maquinarias de poder, de exacción de tributos, de mantenimiento de prebendas, de cura de almas para que el españolito sea una ameba callada, dócil, consumista, atontada, maleable y a poder ser corrupta.
Un pueblo corrupto tolera gobernantes corruptos, y no me refiero solo a la corrupción económica, endémica en todo sistema partitocrático, sino la ética y la moral, que son la base de todo.

Luego están las fuerzas invisibles que operan de continuo y que son las generadoras de las corrientes que realmente cambian la sociedad. La gente corriente desconoce su existencia. La gente más o menos leída prefiere rechazar su existencia. No gusta saber que los gobiernos no mandan y que el voto sirve para poco frente a la acción del mundialismo, de los grupos de poder, de la masonería internacional, de las innumerables organizaciones secretas que hacen y deshacen los destinos del mundo.

Los pseudo cultos, ya sean progres o liberal-conservadores, ponen cara de tontos y repiten el mantra de que todo eso son teorías conspiratorias, memeces de crédulos, entretenimientos de gentes asociales que viven vidas marginales y que se ocupan de esparcir inventos.

Dan pena. Hacen precisamente lo que los gobernantes del mundo quieren. Difunden la inexistencia de otros poderes, aligeran la importancia del mundialismo, de las oligarquías sinárquicas, de las sectas de poderosos que rigen las vidas y haciendas de los mismos que niegan su existencia.

Que muchos miembros de los gobiernos de PSOE y PP y altos cargos de designación política hayan sido o sean masones, miembros de la Trilateral, asistentes a Bildelberg, miembros de Skull & Bones y otras cuantas "organizaciones mundialistas" ni es una casualidad ni carece de significado.

Habrá quien prefiera no saber o rebajar la importancia del poder en la sombra, tontos ha habido siempre, lo que está claro es que todo aquel que desee saber en qué mundo vive debe informarse al respecto. La información existe y está disponible, falta la voluntad de enterarse.

Como colofón al repaso semanal no puedo evitar dedicar unas líneas al grotesco espectáculo que ofrecen algunas organizaciones católicas invitando a oradores como Francisco Vázquez, otrora alcalde socialista de la coruña y hoy día convertido en beato oficial. Es lamentable que algunos sectores de la Iglesia en España den voz a personajes como Vázquez o Bono que son gente que no tiene nada bueno que aportar y que militan en un partido de raíz y ejecutoria netamente anti-católica, cuando existen miles de voces ignoradas y silenciadas, auténticos pensadores cristianos, bien formados y con opiniones de mucho valor que no encuentran cauces a través de los cuales irradiar la luz de su intelecto.

Doblemente gratificante la iniciativa y fortaleza del arzobispo de Granada, primero por impulsar la creación de la editorial Nuevo Inicio y re-editar a autores desaparecidos en lengua española como Péguy, Bruce Marshall, Belloc y segundo por publicar y defender  a la periodista italiana Costanza Miriano, autora de "Casate y sé sumisa. Experiencia radical para mujeres sin miedo", libro de mucho valor para mujeres jovenes y madres al que dedicaremos unas líneas en una próxima entrega.

Esta autora ha recibido la persecución de todos los partidos políticos que sin haber leído una línea han acusado a la autora de fomentar la "violencia de género".

Uno comprende que son la misma clase de idiotas que han pedido la licencia de armas al portero del mesón Las Cuevas de Luis Candelas que porta un honrado e inofensivo trabuco.

¡Que país, Miquelarena!...


Sanglier.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

CANCÚN (UNA CRÓNICA DEL TIET).


CANCÚN

            En nuestra vida en común, la Tieta y yo hemos coincidido en repartirnos las tareas o negociados de una forma práctica.
            Una de esas tareas era y es evidente la organización de las vacaciones y viajes de placer.
            Tengo que reconocer que para esta tarea soy absolutamente nulo. Me da pereza moverme, carezco de imaginación, etc, etc. Por eso, el negociado vacacional y de ocio fue adjudicado sin discusión a la Tieta
            A finales de julio y primeros de agosto, nos decantamos por descubrir Turquía. Un par de días para patear Estambul y una semana en una gulet turca recorriendo la costa disfrutando de la naturaleza, mar y el baño.
            A la vuelta de ese viaje, que resultó estupendo, la Tieta emocionada por lo bien que se lo había pasado, decidió que cambiáramos de aires e irnos a la Rivera Maya para conocer los restos de esa antigua civilización. Como el año pasado estuvimos en Camboya y pudimos contemplar lo que queda de la cultura jmer, pensamos que era una buena oportunidad para ver la maya y compararlas.
            Total, que de la noche a la mañana nos liamos la manta a la cabeza y contratamos el viaje objeto de esta crónica o narración.
            Salimos de Madrid el lunes, 12 de agosto del corriente año.
            Primera parada: aeropuerto de Barajas, Terminal 1; volamos con Air Europa, ya que Iberia ha cancelado todos sus vuelos al Caribe, al parecer para evitar pérdidas.
            Primera estación puerta de embarque, la compañía aerotransportadora tiene a la misma hora, más menos, el embarque de los vuelos a Ciudad de México, La Habana y Cancún, con lo que el caos es mucho más que considerable y el retraso ídem.
            Tanta reforma y malgasto de dinero en el Aeropuerto de Barajas y te encuentras con unos mostradores de embarque minúsculos donde dos empleados de la compañía en cuestión pretenden embarcar trescientos borregos a base de comprobar manualmente la tarjeta de embarque y cortar la misma. Pedales, pedales.
            Evidentemente no tuvimos la suerte de tener asignado un finger, autobús puro y duro para tropocientos borros; caray no vamos a poner las cosas fáciles, que el personal se lo cree y luego exige demasiado
            Una vez estabulado el ganado, se despega; nunca a la hora prevista claro, esto no es Suiza, coñe; hay que guardar las esencias patrias.
            Al poco tiempo de vuelo, el aire acondicionado estalla a plena potencia y parece que estamos en la cámara frigorífica de una carnicería.
            La Tieta, que es magra de carnes, no como su marido que está en posesión de una nutrida capa aislante, se abalanza sobre la bolsa de la manta y la almohada. Rasga con ímpetu el plástico,    saca la manta, la despliega y se arrebuja.
            Alarido de indignación, la manta tiene más manchas que una cobertera cuartelera después de una guardia. Queja inmediata a la aeromoza, la cual con gran profesionalidad se extraña ya que vienen de la limpieza. Se obtiene un juego nuevo en mejores condiciones. Menos lamparones
            El marido tiene que reconocer que al final del viaje y pesar de su capa protectora, tuvo que hacer uso de su manta ante la nevera que era el avión. Eso sí, sin hacer indagaciones acerca de su estado de limpieza
            De la comida más vale no hablar, es mejor olvidar, sobre todo si vienes de volar con otra compañía. Las comparaciones son odiosas, nunca mejor dicho.
            La tripulación de cabina, como ahora se les llama, pasa ofreciendo los auriculares para poder escuchar la película. El que escribe estas líneas, ingenuo él, solicita un par de ellos; cortésmente se le entregan e inmediatamente se le comunica, con gran sonrisa, que son seis euros por aparatito; devolución al canto y mordida de lengua ante el conato de estafa.
            Advertencia, si vuelas con Air Europa llévate los cascos, en caso contrario, si quieres oír música o ver la película, pagas. Ni en Iberia llegaban a tanto. Ahora no lo sé, pero me temo que camino llevan.
            El vuelo largo y pesado, poco espacio de asiento y de avión, con lo que ni siquiera te aliviaba levantarte a estirar las patas.
            Llegada a Cancún airport; desembarco por finger; control de pasaportes y entrega de la hoja de visado de entrada -te devuelven la mitad para la salida-, recogida de equipajes; el tiempo de entrega no le tiene nada que envidiar al nuestro benemérito Barajas.
            Salida pasando por el control de aduana con entrega de formulario debidamente relleno; pregunta de la funcionaria si tenemos algo que declarar, la respuesta la omito, nos indica que pasemos y no nos manda al escáner, bien; enfilamos la salida con las maletas felices y contentos y ¡hay!; otra proba funcionaria para a la Tieta, la ha visto cara de sospechosa; al final sólo quiere  que le enseñe el contenido del bolso y no la maleta, revuelve el bolso y da luz verde.
            Para mí que quería cotillear el bolso de la Tieta.
            Una vez fuera de la terminal buscamos y encontramos al pavo del tour operador, el cual nos manda al bus correspondiente.
            Me encargo de la tarea de la carga del equipaje en el buseto y el conductor amablemente me advierte que allí sólo funcionan con propinas, que no se me olvide. Le agradezco su amable información, cagándome en sus muertos por dentro ya que más que una información parecía un exigencia y asegurándome que las maletas no se quedaran en el aeropuerto
            Traslado del aeropuerto hasta el hotel en el autobús con el amable panchito detallándonos las maravillas del lugar, la comida, la bebida, con gran insistencia en las curdas que se agarra el personal de visita.
            Muy ameno, sobre todo después de más de nueve horas de viaje. Total que después de otra hora de traslado llegamos a nuestro flamante hotel.
            Nos recepcionaron con el brazalete verde y a la habitación.
            Una habitación grande, pero sin un espejo de cuerpo entero con gran indignación de la Tieta, con unos inmensos ventanales que  aunque dan a la “selva” no puedes tener los estores levantados porque el personal del hotel pasa por delante y te contempla en paños menores o ni eso.
            El mobiliario y el equipamiento no se corresponden con lo que se le supone a un hotel de cinco estrellas superior.
            Nos habíamos venido convenientemente pertrechados con un ladrón, con el fin de poder enchufar varios aparatos electrónicos a la vez: móviles, e-books, el net-book del Tiet, cepillo de dientes.
            Oh sorpresa, se supone que el hotel es de una empresa española, del Grupo Piñeiro, y que un mogollón de clientes somos españolitos, pues bien, los enchufes son de clavija tipo yaqui, premonición de lo que vendrá después.
            Como ya es tarde, casi las diez de la noche hora local, nos dirigimos al restaurante del lobby del hotel para poder cenar algo y luego pedir un adaptador en recepción.
            Comida: la impresión del primer día que luego se confirma es la siguiente: presentación buena, apariencia digna de un restaurante de veinticinco estrellas Michelin. Adriá se pondría verde de envidia ante las altas cotas de innovación culinaria y sin nitrógeno. La comida no sabe a nada, absolutamente a nada; comes pescado porque en el cartelito pone pescado, pero podía ser rana peluda; da igual.
            La cerveza es tan floja que tienes la impresentable sospecha de que es sin alcohol. En fin. Dónde estaba la buena, simple y sabrosa comida de la gulet turca, incluso se echa de menos la cerveza Efes turca que al lado de ésta es toda una bendición.
            Hago solemne promesa de calzarme tres Mahou de tercio al llegar a Madrid.
            Después del pienso antes reseñado, preguntamos en recepción por el adaptador; con toda cortesía se los remite a la tienda del hotel donde por un módico desembolso de veinticinco pesos obtenemos el codiciado trofeo electrónico.
            Retirada a la habitación; vaciamiento del equipaje y disposición al sueño.
            Día siguiente, 13 de agosto, a las siete de la mañana nos dirigimos a desayunar; se advierte la Tieta y el Tiet son madrugadores. Se reitera la opinión sobre la comida. El Tiet decide probar la fruta y aquello no sabía a nada, ni a fruta ni a tropical. Resultado: el Tiet prescinde de la fruta y se centra en el bacon.
            Acabado el desayuno nos dirigimos a una reunión importantísima fijada por Soltour a las nueve de la mañana para darnos la información sobre el hotel, servicios, etc. En realidad la charla era para encajarnos las excursiones que ofertaban durante una hora en una sala a temperatura bajo cero, con gran cabreo de la Tieta y mío.
            Después a recepción ya que en la publicidad del hotel se decía que teníamos wifi gratis.
            Sorpresa, durante la noche han cambiado de servidor y no hay Dios que se conecte. Total tropocientos pavos acosando al técnico, el cual no se aclaraba tampoco.  Después de hora y media, se consigue una conexión, pero los problemas pervivirán durante toda la estancia. La conexión se cae cada dos por tres. Si sales de la habitación o del lobby, tienes que volver a conectarte de una manera farragosa y lenta, dependiendo del humor que tenga el invento. Es decir, purito Internet de cinco estrellas plus hispano-charro.
            Se me olvido comentar que la noche de la llegada observamos que la caja fuerte no cerraba; hubo que llamar a la recepción y que enviaran al técnico. Comprenderán ustedes que no podíamos dejar toda la ferralla y la artillería de la Tieta encima de la cama.
            Total que entre pitos -reunión- y flautas -conexión wifi-, se nos pasó la mañana en blanco, perdida vamos.
            La comida en el mismo plan, siesta y posterior baño en la piscina del hotel. Acotamos el tema: tres charquitos con una profundidad de 1,25 mts; vamos que ni siquiera me ahogo yo y tengo facilidad para ello.
            Monumental cabreo sobre todo de la Tieta que es una apasionada de la natación.
            Miércoles 14, decidimos acercarnos a la playa para lo cual hay que coger una especie de trenecito ya que el hotel no está a pie de playa como aparecía en Internet.
            Llegamos a la playa, a la zona acotada para uso exclusivo de nuestro hotel y la impresión es que se trata de un Benidorm pero sin rascacielos. La playa estrecha, pero mucho, mucho; llena de tumbonas de hoteles y la gracia es estar allí sentado bebiendo, todo el rato ofreciéndote de beber eso si no te acercabas tú a pedirlo.
            La zona de baño acotada y de poca profundidad, me explico no podías nadar lejos y como la profundidad era escasa, la nadada era imposible. Más cabreo de la Tieta, la cual se puede hacer nadando Valencia-Ibiza ida y vuelta. En fin. Propaganda engañosa.
            Volvimos al hotel y nos dimos otro remojón en las piscinas
            Comida y siesta. A las diecisiete horas desplazamiento hasta el Spa para masaje. Una hora de placer. Las chicas profesionales.
            Yo escogí uno para mis pobres piernas, que era mi primera vez. La suavidad y la caricia de esas manos eran fabulosas; te descansaba un montón; el único problema era cuando esas manos subían y se acercaban a ciertas partes, entonces unos músculos se relajaban y otros se tensionaban.
            Volvimos a la habitación felices, descansados y contentos.
            Pero esa felicidad duró poco. Intentamos abrir la caja fuerte y nones. Llamada correspondiente; no se preocupe le mando un técnico. Veinte minutos después nuevo toque de atención; ídem a la hora.
            Aparece, veloz, panchito Fidel, de seguridad, el cual nos la “arregla”; el problema era que la alfombrilla de la caja tocaba la cerradura y la bloqueaba. Tiet y Tieta se miran diciendo nos está tomando el pelo.
            Se va Fidel y la caja de inmediato se vuelve a bloquear. Llamada a recepción con exabrupto incluido y aparece el técnico de mantenimiento. Vistazo al tema y reclama la presencia de Fidel. Como el panchito veloz la ha tocado antes, él no puede hacer nada si el otro no está presente. Invasión de competentes nos suelta el mozo. Sic
            Reclama por walkie al Fidel el cual se hace el loco. Fidel Fidel, reclama el técnico, “los invitados están molestos” le dice y el otro que ahorita voy.
            El técnico, ante nuestra asombrada presencia se comunica por el walkie con otro pavo explicándole el asunto y que le apriete al Fidel. Llaman a la habitación por teléfono y el técnico se precipita a coger el mismo como si fuera su casa.
            Por fin aparece el de seguridad y arregla el invento; después de severas advertencias por mi parte de que cómo la caja se vuelva a fastidiar le monto el pollo en recepción.
            Esa misma noche nos lo cruzamos y el careto que tenía no era de lo más amigable
            Total otras dos horas perdidas con la caja fuerte de un magnífico hotel de cinco estrella plus.
            Esa noche sobre las veintidós horas comienza a llover; por la madrugada empieza a caer más fuerte, a la mañana siguiente el diluvio es de impresión.
Jueves, 15 de agosto, cumpletacos del Tiet, miras por la ventana y observas una cortina de agua. Como la cosa no decae, agarras el paraguas que tienes en el armario -cortesía del Grupo Piñeiro-, y sales de la habitación a recorrer el camino hasta el restaurante donde pesebreas el desayuno, un agradable paseo de unos 300 metros que en esas condiciones es todo menos divertido. Una vez en el lobby del hotel nos enteramos que tenemos encima una tormenta tropical con una duración aproximada de tres días. ¡Tócate los collons, lorito!
            Panorama cojonudo: la luz que se va cada dos por tres, el Internet no iba a ser menos, el servicio tampoco. El luces que ideó el hotel no pensó en el tema, así que aparte de las habitaciones y de los restaurantes no hay más que un sólo sitio cubierto, el famoso y repetido lobby, que además está abierto por dos lados.
            Total: del lobby a la habitación y viceversa con algún desplazamiento más para el condumio.
            A todo esto no nos habíamos traído ninguna prenda de abrigo y menos un chubasquero y de calzado, todo abierto de verano. Un número, tapados con mantas y bajo el paraguas en chanclas caminando bajo la lluvia tipo Fred Astair pero sin gorgoritos.
            Hay que ver lo que dan de sí veinticuatro horas a base de Internet en el móvil y el canal 24 horas de España. Diversión a tope.
            El viernes 16 de agosto más de lo mismo; misma rutina excepto que cambiamos la excursión a Tullum para el domingo; eso de ver las ruinas mayas bajo la lluvia no nos apetecía demasiado y el importe de la excursión no se devuelve por inclemencias meteorológicas. Más toque de collons
Eso sí, nos desplazamos a la Hacienda Sta. Isabel para amenizar el día. Aparte de que seguía la manta de agua, sólo habían unas cuantas tiendas de recuerdos de calidad más bien pobre y precios desorbitados. Por lo menos sirvió para estirar algo las piernas y obtener otro tema de despotrique con que entretener el día
            Al final de la tarde, el diluvio comenzó a amainar y el Tiet y la Tieta, con la indumentaria antes descrita y las chanclas bien húmedas se fueron a dar un paseo con el fin de descargar instintos asesinos.
            El sábado, 17 de agosto, empezó a hacer un tiempo aceptable, con lo que se pudo disfrutar de playas y charcos, perdón,  piscinas.
            Por la tarde – noche, la caja de seguridad se volvió a bloquear. Llamada a recepción, respuesta tipo, nueva llamada, ídem; tercera llamada del Tiet hacia la hora de espera acordándose de toda la familia del panchito hasta sus bisabuelos. Inmediata aparición de otro panchito de seguridad que se supone que arregló la caja fuerte. Decimos que lo suponemos, porque decidimos no volver a utilizarla. Inmediata llamada de recepción a ver si había llegado el técnico. En fin, ¡buen servicio!
            El domingo cogimos un bus y nos llevaron a la excursión de Tullum. Los restos arqueológicos impresionantes e interesantes. La charla del guía, premiosa a más no poder, con un calor y una humedad que castigaban duro.
            Acabado el rollo macabeo o mayabeo, nos bajamos a la playa, encontrando la Tieta un lugar muy apropiado para dejar los bártulos y darnos un chapuzón. Chapuzón que duro más o menos hora y tres cuartos, hasta la hora en que volvía el bus. No había quién saliera del agua ante el castigo de Lorenzo. El Tiet nunca ha estado tanto tiempo seguido en remojo.
            De vuelta al bus, la Tieta se merendó un coco preparado sobre la marcha por indígena local con precio yanqui. Debía estar muy bueno y refrescar bastante, puesto que no dejó una gota. Sequito lo dejó.
            A la vuelta al hotel seguimos en remojo hasta la hora de la comida, de la que no se da cuenta, por no repetir.
            Por la tarde más piscina y remojo que Loren apretaba.
            Cenita y al catre que al día siguiente volábamos de vuelta.
            Lunes, 19 de agosto, desayuno y vuelta a la chambre para hacer las maletas que dejamos en la puerta para que se las llevaran; dejamos la habitación para las doce –la cuenta se pagó el día anterior, apostilla para los mal pensados-, y nos aposentamos en la piscina hasta la hora del pienso
            Pienso y más piscina hasta la hora de salida en bus para el aeropuerto.
            El trayecto en bus se hizo bastante pesado, una hora y media.
            A la entrada de Playa del Carmen nos paró un control de la policía municipal mexicana; la Tieta se mosqueó y salió blandiendo el paraguas cortesía del Grupo Piñeiro que distraídamente se había venido con nosotros.
            El control nos dejó pasar ipso facto. A la salida de la ciudad había otro control de la misma pasma que pasamos sin detenernos. Habían sido convenientemente avisados y el retén esperaba formado, en posición de firmes y primer tiempo de saludo, mientras un mariachi atacaba un corrido y la Tieta saludaba, toda digna ella, con  su paraguas del Grupo Piñeiro desde la trasera del bus.
            Al Tiet se le saltaban las lágrimas de emoción.
            Desembarco en el aeropuerto de Cancún y espera para la facturación. Sólo estaban operativos cuatro puestos de Air Europa para todo un avión de más de 400 plazas y los autobuses vomitaban personal en cantidad, formándose una cola considerable.
            Tardamos un huevo y la yema del otro en facturar –no comprendo esas familias de dos personas que acarrean cuatro maletones, colapsando el embarque.
            Suerte que el Tiet, después de mucho bregar con su teléfono móvil y el Internet del hotel, el día anterior había conseguido reservar los asientos, que si no!!
            Acabamos de facturar justo cuando era la hora del embarque así que nos dirigimos a la puerta un poco apurados. Allí vimos una cola de pelotas y tuvimos la seguridad de que aquello iba para largo, así que nos dedicamos a cotillear las tiendas de la terminal y cumplimentar algún encargo fastidioso y poco agradecido
            El viaje de noche aburrido; la comida peor que a la ida y más escasa; la tripulación más borde; menos mal que la gente se dedicó a dormir o intentarlo y no a montar jarana.
            Llegada en hora, incluso adelanto, en Madrid – Barajas. Los consabidos veinte minutos de rodadura por el aeropuerto hasta llegar al finger.
            Parada del aparato y todo el mundo preparado para saltar fuera del bicho. El Tiet descubre, mirando por la ventanilla, dos picoletos esperando a la sombra.
            Pasa el tiempo y se ordena al pasaje que vuelva a sentarse: nuestro piloto ha detenido el aparato de forma tal y que hay que moverlo con carrito o tractor porque el finger no encaja y no se puede abrir la puerta.
            Por fin, desplazada la aeronave, encajado el finger, abierta la puerta, salimos en estampida hacia el control de pasaportes y recogida de equipajes.
            Para variar, las maletas tardaron cuarenta minutos y venían por entregas como las telenovelas.
            Una vez en casa, pensamos recomendar encarecidamente la Rivera Maya a todos nuestros enemigos en la plena seguridad de que disfrutarán como nosotros.
            Al resto y, en especial a los íntimos, se les escribe este relato para que vayan avisados.
Madrid, sin fecha.

jueves, 14 de noviembre de 2013

ADRIANA Y BRUNO LATTES


Amalio Cretona no tiene vergüenza. Se ha cansado de que le hagan esperar. Saca la chorra y mea con fuerza contra la puerta, durante cinco buenos minutos, con toda potencia y brutalidad desde sus casi dos metros de corpulenta altura. Riega a conciencia la puerta cerrada, sin soltar una palabra. El chorro es atroz e imponente, un meado denso, esparraguero, de brandy y nicotina. De repente se acerca el portero, entre indignado y asustado, pero oiga, pero bueno. Cretona le mira tranquilo y le dice, poniendo vocecilla imposible, que no ha habido forma de aguantar, sabe usted, es por la próstata, que ando un poquillo delicado y a continuación suelta un fuerte regüeldo cavernoso que despeina al portero sobrecogido de espanto. Pulardo, el amigo Pulardo, que ha visto la escena desde lejos se acerca corriendo.

-          ¡Pero hombre Amalio que guarro eres!
-          ¡Llevo una hora llamado, leñe!
-          ¡Pero hombre! Si la tertulia no es en este número, por favor. ¡Pero si esto es una casa de pisos! Si hemos quedado en casa de Doroteo. Cretona estás gilipollas.
-          Oye sin faltar que un despiste lo tiene cualquiera.
-          ¿Y la meada es un despiste? Qué barbaridad se va a deshacer el portón. Anda vamos.
  
Estaba claro que era Adriana la que se follaba a Bruno Lattes el abogado y no al revés. Así de finamente expresaba las cosas Tato, que estrenaba tertulia literaria. Muy mal, muy mal, hay que encontrar los matices protestaba Doroteo, no se pueden expresar las cosas así, esto no es el bar de la esquina. Habían acudido Amalio Cretona, gigantesco, el amigo Pulardo, don Manolito y don Estrafalario, que se habían pedido prestados a don Ramón, Argimiro, Fidelio Lentini y se esperaba que acudiera Pomarada. Alcides fumaba en silencio, un habano untuoso, grande y tranquilón, el habano y Alcides, tal para cual esta vez.

- ¿Te parece que hay poco matiz en mi frase? Todo está en ese “y no al revés”.
-  El primo de Bruno Lattes, Pomodoro Lattes es un garañón.
-  ¿Y eso que tiene que ver?
-  No, nada.

Tato prosigue tratando de ser más delicado y fino, tratando de adoptar lenguaje de sesudo crítico.

-  La delicada pluma del novelista describe a Adriana como rubiarosada. Está ahí, tendida sobe la cama, el pelo rubio, casi paja, el resto, porque claro, está en cueros vivos, rosa y pimpante, entre bollo y venus. No sigo que os encendéis.
-  Hombre por favor, que ya somos mayorcitos- protesta Doroteo, con los ojos brillantes.
-  Buenos, pues noches y noches, él se cuela por la ventana y allí con el pimpollo dale que te pego. Pero luego de repente, se acabó. Ella le manda a paseo. Por judío. Es que el libro toca muchos temas, ya sabéis que yo voy a lo mío, hilando alrededor, pero toca muchos temas, no sé cómo no lo había leído antes. Vamos que fuera, por judío pero yo creo que también por picapleitos.

Doroteo interrumpe brevemente:
-          Todavía no se ha escrito la novela en que el pimpollo y el abogado, en un apretón, se lo hagan sobre la negra toga del picapleitos extendida para la ocasión, oscuro tálamo.

Alcides levanta los ojos al cielo, siguiendo con la mirada la voluta azulona que se pierde en las alturas del palacio de Doroteo. No ha sido mala idea no esta reunión literaria. Bien es verdad que la forma en que Tato aborda la obra de Bassani no deja de ser tangencial y no poco original. Fascinado por Adriana, “Era alta, Adriana, bronceada, pacífica, potente. Mientras que él, nervioso, esquelético, descolorido de piel (…), en paciente espera de ella, la vamp americana y aria (…)”. Sin embargo la obra de Bassani, agrupada bajo el título La Novela de Ferrara, es deslumbrante. Salvo en el relato titulado La Garza, que parece un derrape, hay una maestría en el relato y una belleza y una delicadeza en la evocación del pasado, en el entrelazarse de los personajes y en el juego con el tiempo, la historia y la ciudad, verdaderamente hermosas. De manera que pasamos de la individualidad más absoluta, de la introspección infantil o sentimental a la vida colectiva y social, en un permanente ir y venir asombroso, en el que la ciudad, como por otra parte puede resultar obvio, cobra de alguna forma vida. El viaje entre lo individual y lo colectivo se ha ce más sutil, complejo, se abre a una gama de tonalidades mayor pues dentro de cada uno de los dos polos encontramos la subdivisión que supone la existencia de una comunidad judía en Ferrara. Tendremos en el círculo de lo individual, lo judío y lo demás, lo católico; pero también el niño y el adolescente enamorado por primera vez; la sinagoga y la iglesia; las comunidades religiosas y las comunidades políticas; la ciudad y el campo, la llanura y la montaña, el juego de las estaciones, el juego de las clases sociales, la ciudad y la región, las regiones e Italia, la cronología personal y la de la historia de Europa. Y la interrelación de todos esos mundos entre sí, sin fin de círculos maravillosamente dibujados, produciendo toda clase de formas y fuerzas, pintadas con humor y crudeza a veces, en simple boceto o apunte otras. Un fresco extraordinario pero que en gran parte sólo conocemos a través de dibujos preparatorios, de anotaciones, de apuntes al carboncillo unas veces, difuminados, y otras a la tinta china, precisos y agudos, sin aguar. Tal vez el mayor logro, la mayor delicadeza, la más alta belleza la logre el autor, aunque no únicamente ni mucho menos, en el relato titulado El Jardín de los Finzi-Contini. En aquél jardín, en aquella casa, en aquél pasado, parece que estamos sumidos, que allí seguimos, al pasar las páginas, y aún ahora, con el libro cerrado.